ZIENTZIA
Estamos en Marte... ¡desde hace cuarenta años!
La exploración del sistema solar tiene ya un largo catálogo de hitos extraordinarios. La carrera espacial que emprendieron la URSS y EEUU como prolongación de la guerra fría que ambas potencias mantenían sobre la geografía terrestre tuvo su gran pistoletazo de salida el 4 de octubre de 1957.
Txisko FERNÁNDEZ
El Sputnik 1 fue el primer «compañero de viaje» (esa es la traducción del nombre ruso con el que fue bautizado) artificial que ha tenido la Tierra. Pesaba unos 83 kilos y emitía señales de radio desde sus dos transmisores. Permaneció en órbita hasta el 4 de enero de 1958, a una distancia de la superficie que oscilaba entre los 214 y los 938 kilómetros.
Apenas un mes después, el 3 de noviembre de 1957, partía desde el centro espacial de Baikour el Sputnik 2, que llevaba a bordo al primer «astronauta» terrícola, la perra Laika, cuya vida terminó en el espacio.
Y así se iniciaba una auténtica carrera de velocidad en la que destacan el primer vuelo orbital de un ser humano, el de Yuri Gagarin en el Vostok 1 lanzado el 12 de abril de 1961, y los primeros pasos sobre la Luna, los de Neil Amstrong el 21 de julio de 1969.
Con esta perspectiva, sorprende en cierta manera algunas de las primeras valoraciones realizadas este lunes al confirmarse el éxito del aterrizaje del Curiosity sobre la superficie de Marte. Es fácil comprender que los responsables de la misión rebosaran entusiasmo y pronunciaran palabras como estas del director de la NASA, Charles Bolden: «Estamos en Marte otra vez. Esto es increíble. Es un gran día».
Más difícil es entender, incluso desde una perspectiva política, el contenido de la nota que emitió la Casa Blanca, en la que se recogían estas declaraciones de Barack Obama: «Hoy, en el planeta Marte, Estados Unidos ha hecho historia» y «Este es un triunfo de la tecnología sin precedentes».
Visto el escaso impacto social que ha tenido la noticia a escala planetaria -nada comparable a las hazañas protagonizadas por Gagarin y Amstrong-, la primera afirmación resulta exagerada. Y la segunda es imposible de defender si no olvidamos que la primera aproximación a Marte de un artefacto fabricado en la Tierra se remonta a 1961. ¡Hace más de cincuenta años! Y esto sí que parece increíble teniendo en cuenta el enorme salto tecnológico que se ha producido desde entonces.
Antes fue Venus
La particular competición estelar entre la Unión Soviética y los Estados Unidos llegó muy pronto más allá del sistema formado por Tierra y Luna. Si el primer satélite que se estrelló contra la superficie lunar, en el Mar de la Serenidad, fue el soviético Lunik 2, el 13 de setiembre de 1959, hoy en día no deja de sorprender mucho más que apenas siete años después, el 1 de marzo de 1966, hiciera lo propio sobre Venus otra sonda soviética. La Venera 3, lanzada en noviembre del 65, fue el primer objeto que la humanidad colocó sobre otro planeta. Otro de esos hitos que van creciendo con el tiempo pero que no forma parte del imaginario colectivo e, incluso, es difícil encontrarlo en libros de textos o enciclopedias, aunque estos sean digitales.
En cuanto a las primeras expediciones al Planeta Rojo, apenas faltan tres meses para que se cumpla el 50º aniversario del lanzamiento de la Marsnik 1, que se llevó a cabo el 1 de noviembre de 1962. Aunque las comunicaciones con la Tierra se cortaron mucho antes, esta sonda se acercó a poco más de 190.000 kilómetros de Marte en junio de 1963; después entraría en órbita alrededor del Sol.
El proyecto soviético no quedó ahí, ya que la Marsnik 2 sí logró colocarse en órbita y soltó un módulo de descenso que entró en la atmósfera marciana el 27 de noviembre de 1971. ¡Hace más de cuarenta años! El éxito no fue total porque se estrelló contra la superficie, en la zona de Hellas Planitia, ya que el paracaídas no pudo desplegarse.
Apenas hubo que esperar unos días para que su «gemela», la Marsnik 3, consiguiera el récord deseado: el primer aterrizaje suave en la superficie de Marte. Lo consiguió el 3 de diciembre y para ello, según recoge la Wikipedia, se utilizó el frenado aerodinámico, paracaídas y retrocohetes. Su operatividad sobre la superficie apenas duró unos segundos, lo que se achaca a que en ese momento tenía lugar una gran tormenta de polvo.
Ese fue el primero de los ocho objetos que se han posado sobre Marte antes de la llegada del Curiosity. Por orden cronológico, a las dos Marsnik les sucedieron las siguientes misiones de la NASA: Viking 1 (el módulo VL-1 se posó el 2o de julio de 1976), Viking 2 (el 3 de setiembre de 1976), Mars Pathfinder (el 4 de julio de 1996; depositó el primer vehículo robotizado, el Sojourner), los «gemelos» Spirit (4 de enero de 2004) y Opportunity (25 de enero de 2004), y Mars Phoenix (el 25 de mayo de 2008).
Como se puede observar repasando esas fechas, la carrera marciana entre EEUU y la URSS concluyó con un gran parón, de veinte años, a la vuelta del cual, con el coloso soviético ya desaparecido, solo la potencia norteamericana ha mantenido este tipo de programas espaciales.
Abriendo otro paréntesis de cincuenta años, conviene recordar que desde el 11 de diciembre de 1972 no se ha vuelto a crear una huella humana en la Luna. Eugene Cernan y Harrison Schmitt, tripulantes del Apolo 17, fueron los últimos en darse un paseo por aquellos lares y, actualmente, solo China tiene prevista oficialmente una misión tripulada, pero habrá que esperar a la próxima década.
Un todoterreno muy especial
Desde un punto de vista científico, la misión del Curiosity no desmerece de las anteriores expediciones al Planeta Rojo y se espera que, durante sus dos años de investigación previstos, contribuya a completar los resultados ya avanzados por las sondas que han trabajado sobre la superficie marciana en los últimos tiempos.
El vehículo, de una tonelada de peso y del tamaño de un automóvil, llegó a Marte después de una travesía de 567 millones de kilómetros en ocho meses y diecisiete días tras superar los «siete minutos de terror» de su aproximación final, la maniobra de descenso más compleja realizada hasta ahora por un robot de exploración planetaria, tal como recogió la agencia Efe.
«Estoy entero y a salvo en la superficie de Marte», se indicó en un mensaje colocado en el blog de la NASA a las 5.32 GMT (7.32 en Euskal Herria) que fue recibido con aplausos y abrazos en la sala de control del Jet Propulsion Laboratory (JPL) en Pasadena, California.
Desde que ingresó en la atmósfera marciana a 21.500 kilómetros por hora, la cápsula pasó en 420 segundos de ser un cono envuelto en temperaturas de casi 900 grados centígrados a convertirse, primero, en una grúa flotante sobre ocho cohetes y en una araña mecánica cuando se posó suavemente en el cráter Gale.
Este proyecto, de 2.500 millones de dólares, es la primera misión astrobiológica de la NASA desde las pruebas del Viking en los años setenta, tal como destacó la agencia Reuters. La misión principal del Curiosity, considerado el primer laboratorio móvil completamente equipado enviado a otro planeta, es buscar pruebas de que Marte alberga, o lo hizo alguna vez, los elementos necesarios para la evolución de vida microbiológica. Todavía habrá que esperar para conocer los primeros datos sobre esos estudios, ya que los controladores del JPL someterán al vehículo y sus instrumentos a pruebas e inspecciones minuciosas durante varias semanas antes de empezar las exploración de manera gradual; de esta forma verificarán si el viaje se ha completado sin daños.
Ayer, Curiosity ya envió la primera imagen en color de su entorno, mientras que una sonda espacial hermana que se mantiene en órbita fotografió la basura dejada atrás por el rover durante los comentados «siete minutos de la muerte». La fotografía en color, tomada con la lente cubierta de polvo, muestra la pared norte y el borde del cráter Gale, la vasta cuenca donde aterrizó el todoterreno de seis ruedas alimentado de energía nuclear. Esa imagen demuestra que uno de los instrumentos clave del Curiosity, la cámara denominada MAHLI (del inglés Mars Hans Lens Imager), se encuentra en buenas condiciones y permanece fijada en el extremo del brazo robótico del vehículo. Todo va según lo previsto.