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Jesus Valencia Educador social

Dejadnos vivir en paz

España rivaliza en crueldad e hipocresía con los gobiernos más inhumanos: Uribe y Santos, los matarifes que han sembrado Colombia de crímenes paramilitares, también promueven masivas campañas a favor de la paz

Escribo estas líneas en una tarde achicharrante de este verano esquizofrénico; las fiestas se intercalan con las reivindicaciones y dramáticas novedades desgarran sin miramientos la soñada placidez de estas fechas. Iosu Uribetxeberria afronta la metástasis que un sistema peniten- ciario inhumano ha contribuido a cultivar; obligado a iniciar la huelga que -a buen seguro- abreviará la vida que se le acaba. Los familiares de Mikel Egibar -Mila y sus dos hijos- sobreviven maltrechos a una dispersión criminal que ha intentado aniquilarlos entre hierros retorcidos. Todos ellos compañeros. Mila y Mikel, amigos entrañables con los que he compartido tareas internacionalistas ¡Cuántos sueños de un futuro socialista y libre que hoy subyacen a los barrotes carcelarios y a los entubamientos hospitalarios!

¿No es España -causante de semejantes crueldades- la misma que se desgañitaba en proclamas a favor de la paz? Sus gritos de entonces sonaban a hueco y los hechos de ahora lo confirman. Utilizaron con desmesura el lacito azul y las manos blancas que las niñas y niños pijos exhibían con histerismo. Los colegios católicos organizaban sueltas de globos y palomitas. O inculcaron a sus alumnos para que escribieran la palabra paz en cuarenta idiomas diferentes. Gesto por la Paz convocó a los políticos bravucones para que comparecieran como circunspectos defensores de los derechos humanos. Cagalera hedionda de un pacifismo falso que apestaba.

Toda esta caterva de falsarios sabe de sobra que el Estado español está intentando aniquilar a los presos y a sus familiares. Ahora -ante tanta saña- permanece muda.

Quienes más aborrecen la paz suelen ser los que más se empeñan en proclamarla, «dime de que alardeas y te diré de qué careces». España rivaliza en crueldad e hipocresía con los gobiernos más inhumanos: Uribe y Santos, los matarifes que han sembrado Colombia de crímenes paramilitares, también promueven masivas campañas a favor de la paz. Shalom (más grito de guerra que apelación a la paz) es el clamor hueco de los sionistas israelíes mientras exterminan al sufrido pueblo palestino. Testimonio elocuente el del escritor judío Jacob Cohen: «Los israelíes son muy buenos cuando se trata de la palabra paz haciendo creer que la están buscando. Esta palabra forma parte del vocabulario sionista de forma obsesiva, pero es totalmente ilusoria». Dígase lo mismo de muchos españoles.

Euskal Herria clama por que nos dejen vivir en paz. Vivimos estos días -una vez más- con el aliento contenido y el dolor como indeseado compañero de verano. Miles de corazones, tan cerca siempre de los presidios, palpitan intensamente a las puertas de varios hospitales. Intentan rescatar con la fuerza de sus latidos esas vidas a las que una muerte instigada acecha.

Somos muchos cuantos sufrimos, reivindicamos y soñamos. Que quienes están forcejeando con la muerte, la derroten. Que nadie tenga que jugarse la vida en incontables viajes penitenciarios. Que los niños, fácil presa de la tragedia en el asfalto, conozcan veranos diferentes; tienen derecho a disfrutar con sus padres la belleza de las montañas o la tibia brisa del mar.

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