«Si no es por este equipo, no habría sido ciclista profesional», confesaba en GARA Samuel Sánchez en vísperas del Tour. Tenía 22 años cuando debutó en la élite con la formación naranja y tendrá 37 cuando acabe su contrato, tras el acuerdo que alcanzaron ayer ambas partes para renovarlo por tres temporadas.

Vista la fecha de nacimiento de algunos de los corredores que todavía brillan en el pelotón no se puede avanzar aún que el asturiano vaya a retirarse en su equipo de toda la vida, pero viendo que su respuesta, en los mejores y en los peores momentos, a nivel individual o colectivo, siempre ha sido «sí», lo contrario resultaría realmente extraño. Para el propio corredor, que siempre reconoce no imaginarse «en otro equipo» y para todos los que le han visto crecer sobre la bicicleta, en una evolución muy similar a la del propio proyecto.

Un proyecto que se renueva para intentar seguir siendo lo que es. Y en ese sentido, el acuerdo que alcanzó ayer con su líder se entiende sumamente satisfactorio para ambas partes. Samuel Sánchez seguirá corriendo en la que siempre ha sido su casa, rodeado de corredores a los que conoce y en los que confía, con un hombre como Igor González de Galdeano, con el que «siempre me he entendido muy bien», al frente y con el fuerte respaldo de Euskaltel que, cuando peor parecía pintar el futuro, ha decidido impulsar el equipo, dándole continuidad e incluso aumentando su dotación económica.

Pero dentro de ese nuevo proyecto, la empresa de telefonía también se lleva un alegrón con la renovación de su líder, que se une a las que recientemente firmaban Igor Antón, Ion Izagirre y Mikel Landa -Mikel Nieve, Gorka Izagirre, Romain Sicard o Pello Bilbao ya tenían contrato hasta 2013- y que puede asegurarle, o al menos dejarle muy cerca, los puntos que necesita para matener la licencia del World Tour. Un objetivo al que los responsables de Euskaltel-Euskadi no quieren renunciar, aunque eso pudiera forzar una nueva orientación en la filosofía del equipo, con la búsqueda de corredores, orígenes al margen, que pudieran asegurar la continuidad de la formación naranja en la élite del ciclismo.

Como el vino

Lo cierto es que con la renovación de Samuel Sánchez el equipo se asegura el liderazgo de un corredor acostumbrado a levantar los brazos, lo que, de hecho, le convierte en cada final de contrato en objeto de deseo de muchas formaciones.

No fue así en sus inicios. Porque el asturiano, como el buen vino, ha mejorado con los años. Profesional desde 2000, tras dar el salto con Olarra, tuvo que esperar hasta su quinta temporada en la élite para celebrar su primera victoria. Fue en la Escalada a Montjuic de 2004, cuando se adjudicó las dos etapas y la clasificación general. En la montaña barcelonesa comenzó, precisamente, su escalada de victorias, en cantidad y, sobre todo, en calidad. Etapas en Tour y Vuelta, numerosos triunfos parciales en la Euskal Herriko Itzulia antes de hacerse con la general este mismo año, pruebas de un día... y, sobre todo, los Juegos de Beijing, donde subió a lo más alto del podio.

También ha sido progresiva su mejoría en las carreras de tres semanas. Comenzó con sendas descalificaciones por fuera de control en sus dos primeras incursiones en el Tour -una carrera de la que se ausentó durante años tras esa mala experiencia inicial-, pero ya en 2004 fue 15º en la Vuelta, para escalar otras cuatro posiciones un año después. En la misma prueba se convertía, en 2007, en el primer corredor de Euskaltel-Euskadi que subía al podio final de una de las tres grandes, tras acabar en Madrid solo por detrás de Denis Menchov y Carlos Sastre. Dos años después subía otro peldaño, escoltando a Alejandro Valverde y en 2010 comenzaba a reescribir su historia en el Tour, que concluía en la cuarta plaza. Era el adelanto de lo que sucedería la temporada pasada, cuando no solo levantó los brazos en Luz Ardiden, sino que se coronó en los Campos Elíseos como ganador del maillot a puntos.

Éxito que no ha podido revalidar este año cuando, pese a su victoria, por fin, en Euskal Herria, le ha perseguido el infortunio. Tras caerse en la Dauphiné llegó al Tour a duras penas y, tras caer también aquí, no solo tuvo que abandonar la ronda gala, sino que ni siquiera pudo defender su título olímpico. Hoy vuelve a la carretera, con un objetivo en mente, el Mundial, y algo que festejar, su nuevo maillot naranja.