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«El último ninja» japonés rumia su nostalgia en Iga

El clan Ban no llegará a tener su jefe número 22. A sus 63 años, Jinichi Kawakami, un ingeniero jubilado, ya ha sido bautizado como «el último ninja» de Japón. Pasea sus vagos recuerdos y el legado que atesora por su museo de Iga, una ciudad rodeada de montañas.

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AFP | IGA

«Sí, creo que sí se puede llamar así que porque probablemente no haya otra persona que haya aprendido el arte de los ninjas», de acuerdo a los preceptos promulgados hace muchos siglos, proclama con orgullo Jinichi Kawakami. «El último nija» tiene un museo dedicado a estos misteriosos guerreros en Iga, la ciudad considerada cuna de esta tradición y que se encuentra a unos 350 kilómetros al suroeste de Tokio, cerca de la antigua capital imperial de Kioto.

Ataviado con un kimono sencillo, este jubilado de abundante pelo negro en nada se parece a las imagen cinematográfica de las siluetas negras que saltan, y desaparecen por arte de magia en medio de una nube de humo, después de lanzar mortales estrellas de acero. Jefe número 21 de su clan, Kawakami es consciente de que ya no hay ninjas, pero busca perpetuar su espíritu y sus técnicas, cuando combatían por su señores samurais en el Japón medieval. «No podemos, por ejemplo, matar ni envenenar. Aunque tengamos las instrucciones para fabricar veneno, no lo vamos a intentar» dice imperturbable, aunque sin dejar claro si lo lamenta o no.

En cualquier caso, invita al visitante a dejarse llevar por la fantasía de los hombres de negro desde el mismo momento en el que entra por las puertas de madera rojas que conducen a un pequeño santuario sintoísta cercano al museo.

Los ninjas se cruzaron en la vida de Kawakami cuando este tenía solo 6 años. Nunca le abandonaron, incluso si 57 años después no tiene más que un vago recuerdo de su maestro Ishida Masazo, de quien heredó el título. Le recuerda vestido como un monje budista. Kawakami se describe a sí mismo como «un chaval extraño». «Hacía ejercicios, pero sin saber exactamente lo que hacía. Mucho más tarde me di cuenta de que estaba practicando ninjutsu», el arte de los ninjas, que combina ejercicios físicos y mentales, así como el estudio de la química, la meteorología y la psicología.

«Para mí, el ninjutsu es una técnica global de supervivencia», dice Kawakami, incluso aunque en un principio se parecía más a un arte de guerra centrado en el espionaje, la guerra de guerrillas y en cómo escapar de la muerte: «Es posible escapar encaramándote en la pestaña del enemigo, lo que significa que estás tan cerca de él que no te ve. Para la concentración, miraba la mecha de una vela hasta que tenía la impresión de estar dentro de la vela. O intentaba escuchar el sonido de una aguja muy pequeña cayendo al suelo». A los 19 años, recibió su título.

NINJUTSU

«Los ninjas no se han adaptado al mundo moderno», reconoce Jinichi Kawakami, quien fue introducido en el ninjutsu a los 6 años. Su entrenamiento duró hasta los 19.

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