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Presos en un círculo vicioso económico

Según las estimaciones del Eurostat, la agencia de estadística de la Unión Europea, la economía de la eurozona ha pasado del estancamiento al decaimiento en el segundo trimestre de 2012, presagiando una recesión a finales de año que pondrá aún más presión sobre los asediados líderes políticos que luchan por mantener la moneda común a salvo del colapso. Ni siquiera el crecimiento de la economía alemana es ya lo suficientemente fuerte para mantener al conjunto de la economía de la eurozona por encima de la línea cero. Como un caracol que se desliza al filo de la navaja, atrapado en un círculo vicioso sin salida a la vista, la situación de la eurozona continúa siendo un motivo de seria preocupación global. De hecho, en los mercados financieros el experimento del euro es visto cada vez más como un fracaso cuyos días pueden estar contados.

En este convulso escenario, el presidente español Mariano Rajoy dijo ayer que esperaba a conocer más detalles sobre las medidas «extraordinarias» que el Banco Central Europeo está planeando antes de decidir si pide o no oficialmente un rescate general. Sin embargo, Rajoy sabe perfectamente que no tiene margen para vacilar en ese tema. Que la cuestión no radica ya en si habrá rescate o no, sino en las dimensiones del mismo y bajo qué condiciones será. Pretender ganar tiempo desviando la atención en un juego de florituras verbales y de cortinas de humo no es sino la enésima exhibición de ineptitud que no impresiona a nadie, y desde luego tampoco a los mercados.

El rescate español es inexorable. Una cuestión de días, a lo máximo de semanas. Pero hay lecciones que deberían quedar claras: cuando una economía está en caída libre, como lo está la española, recortar el gasto social y aumentar los impuestos lleva siempre a mayores niveles de deuda, a descender irremediablemente en una espiral del caos hasta un punto de no retorno. Grecia es un buen ejemplo de ello.

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