Revueltas en las «banlieues», síntoma de un problema que la mano dura no soluciona
El nuevo estallido de las revueltas en las banlieues francesas es síntoma recurrente de un viejo problema irresuelto, un problema que el anterior presidente francés intentó zanjar a base de mano dura pero cuyas causas, como demuestran los enfrentamientos en el barrio de Amiens-Norte, siguen intactas. François Hollande cumple sus primeros 100 días en El Elíseo en una situación económica y social más que delicada, por lo que tiene ante sí varios retos no precisamente menores. Uno de ellos es el que estos días en Amiens-Norte reclama soluciones por enésima vez. Soluciones que pasan por tratar el problema como algo más que un asunto de delincuencia, encarando las causas últimas del mismo, como es la existencia de miles y miles de jóvenes en guetos donde las cifras de paro juvenil superan el 50%, marginados económica, política y culturalmente. Jóvenes que no ven un futuro sencillamente porque este se les niega. Ahora bien, si «todos los medios del Estado para luchar contra la violencia» mencionados por Hollande se reducen a los que empleó su antecesor, lo más que logrará será lo mismo que aquel: esconder momentáneamente el problema.