El periplo arranca de buena mañana en la plaza Zuloaga, donde pinturas en ristre una veintena de niños y niñas colorean las piezas de un mosaico que luego irán completando. Más mayores son quienes muestran sus dotes como pelotaris en el frontón de la plaza de la Trinidad. Chicos casi todos, aunque una chica también se anima.

Pelota de cuero, aunque sea goxua. Nada de pelotas de tenis. El que falla se va a la calle, hasta que solo queda uno. Al grito de «barren», el juego vuelve a empezar. La cátedra, sentada en el pretil, analiza el estilo de los contendientes. «Ese le pega bien», comenta uno mientras señala a un chaval de camiseta negra que vence en casi todas las partidas. Esta actividad se celebra casi a diario, organizada por Alde Zaharra Kirol Elkartea.

En el puerto, entre el Náutico y Portaletas, otro grupito se afana con las manualidades. Estamos en territorio pirata y el taller corre por cuenta del grupo Iruzun Taldea. A todo un clásico como las pinturas se suma la opción de construir un ¿cocodrilo? con una huevera de cartón. Unos tijeretazos, doblar aquí y allá, que no falte el color verde.  

Ya por la tarde era el momento de buscar el tesoro, actividad en la cual se les supone expertos a los saqueadores de La Flamenka. No eran demasiados, pero seguro que disfrutaron de lo lindo con las pruebas preparadas por Auskalo Taldea. 

Por Alde Zaharra y el muelle hicieron de las suyas los cabezudos de la comparsa Itzurun. Los más talluditos disfrutan de lo lindo corriendo para esquivar sus golpes. Los más pequeños, al menos algunos, no pueden contener las lágrimas. Pavor. Tras ellos llegan sus inseparables compañeros, los gigantes. ¿Quién no ha curioseado bajo sus faldas?

En un intento de descentralizar las fiestas, a diario se instalan hinchables en espacios menos habituales. Ayer tocaba en la plaza Teresa de Calcuta, frente a los juzgados de Atotxa.

Ya que estamos al este del Urumea, nos acercamos al Kursaal. Cursillo de esgrima infantil. Lo cierto es que Aste Nagusia parece la continuación de los Juegos de Londres, no hay deporte que no tenga su hueco. Esta zona acoge a diario el taller de Maushaus, un proyecto que busca relacionar a los niños con la arquitectura. Un continente por jornada, ayer tocaba Europa y edificaron un templo griego. Hoy es el turno del Ártico, así que vayan preparando el iglú.