La empresa británica Lonmin que explota la mina de platino escenario de un conflicto que ha causado ya 44 muertos -34 masacrados el jueves por la Policía- reculó ayer al reconocer que el despido de los trabajadores en huelga no es la solución a la crisis, después de que el Gobierno presionara a la compañía y le pidiera que dejara de lado los ultimatums a los huelguistas.

«No creo que Lonmin contribuiría a crear un entorno más estable si pone fechas límites y ultimatums, y dice que va a despedir a todo el mundo si nadie viene a trabajar», declaró Marc Munroe, vicepresidente ejecutivo de Minería de Lonmin. No obstante, añadió que habría «consecuencias» para los que no fueran a trabajar.

Los huelguistas, por su parte, mantuvieron ayer su protesta en demanda de un aumento salarial desde los actuales 400 euros mensuales que reciben a los 1.250 euros que reclaman.

Aun así, la tensión parecía haber disminuido ayer. Según la empresa el 33% de los mineros regresó a sus puestos de trabajo, aunque cientos de personas continuaban, como en jornadas precedentes, frente a la mina, recordando su negativa a volver al trabajo, con o sin ultimátum. «Nuestra posición no ha cambiado, no nos moveremos», aseguraba un huelguista.

El comité ministerial designado tras la masacre de 34 mineros visitó ayer el poblado minero de Marikana, a un centenar de metros del lugar de la matanza.