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La crisis aprieta el fútbol de bronce y colma de incógnitas la temporada

Con objetivos y con sueños, que no siempre coinciden, esta tarde arranca la temporada en Segunda B. Pero también con temores. La crisis, que aprieta especialmente al fútbol de bronce, se traduce en muchas incógnitas. Las quinielas se presentan más complicadas que nunca.

Amaia U. LASAGABASTER

Los fichajes millonarios, que todavía los hay, pueden inducir a engaño, pero la crisis también afecta al fútbol, muy especialmente al humilde. Y es probablemente la Segunda B, quizá por quedar a medio camino entre las categorías profesionales y las amateurs, la más afectada. Ello provoca que la temporada eche hoy a rodar con más incógnitas que nunca.

A todos los niveles. Empezando por la propia configuración de la categoría, de la que ya se han despedido varios clubes a lo largo del verano -es el caso del Lemona, por cercano el más doloroso- y que corre serio riesgo, como ya sucediera la temporada pasada, de seguir perdiendo integrantes a lo largo del curso. El Guijuelo ha anunciado esta misma semana que, salvo imprevisto de ultimísima hora, renuncia a la plaza, y ya se especula con que otros dos o tres clubes seguirán su camino en menos de dos meses.

El ámbito estrictamente deportivo también se ve muy afectado. Recortes drásticos de presupuesto, equipos filiales que desaparecen, plantillas que adelgazan considerablemente... Nadie es inmune y eso, a priori, iguala las posibilidades. La imprevisibilidad es inherente al deporte -y, de hecho, es uno de sus principales atractivos-, pero esta vez se multiplica por los factores económicos.

También en el Grupo II, donde esta temporada han quedado enmarcados los doce representantes vascos -tres más que la pasada campaña-. Un grupo en el que destaca la presencia de siete equipos recién ascendidos, lo que sobre el papel podría rebajar su nivel, aunque Amorebieta o Sestao River ya demostraran el año pasado que inexperiencia y apuros no van forzosamente de la mano. También la exótica inclusión del Lleida, o la presencia de cuatro equipos de Nafarroa, que iguala así a la representación vizcaina. Y, volviendo al triste tema de moda, tampoco hay que olvidar el tijeretazo que se han visto obligados a meter clásicos como Real Unión o Eibar. Nombre o palmarés -como también confirmó el propio cuadro irundarra la campaña pasada- han dejado definitivamente de ser un aval fiable.

Aspiraciones

Pero las quinielas también son inherentes al fútbol. A principio de temporada toca mojarse. Y hablar, en este caso, de cuatro equipos vascos que bien podrían pelear por seguir sufriendo los estragos de la crisis, pero encuadrados en una categoría superior.

El Alavés, por masa social, por historial y por presupuesto, vuelve a encabezar la lista. Parte, de nuevo, tras una profunda remodelación, que ha llevado a Iñaki Zubillaga a la secretaría técnica, a Nacho González al banquillo y a quince nuevos jugadores a la plantilla -incluyendo a Urtzi Iturrioz, al que la Federación ha permitido esta misma semana competir como portero sub'25-, en la que apenas se mantienen tres supervivientes de la calamitosa temporada anterior.

También ha habido relevo en el banquillo del Eibar, al que llega -o vuelve, porque fue ayudante de Ángel Viadero para dirigir después el filial armero, que desaparece esta temporada como consecuencia de la fuerte reducción presupuestaria- Gaizka Garitano. Con pequeña revolución incluída en la plantilla, de la que salen jugadores con peso específico y a la que llegan muchos futbolistas jóvenes, aunque también algunos buenos conocedores de la categoría, como Jito o Diego Jiménez. El Real Unión no ha sido ajeno a la «operación renove». Con Imanol Idiakez -al que no le faltaban pretendientes- en el banquillo, también se pueden contar con los dedos de la mano los jugadores que permanecen en la plantilla blanquinegra, de la que han salido hombres con una larga trayectoria a sus espaldas, como Eneko Romo.

Y el póker bien podría completarse con el Amorebieta. En el club vizcaino quieren mantener los pies en el suelo y recuerdan que siguen teniendo una de las economías más modestas de la categoría, pero la inolvidable experiencia de la temporada de su debut, en la que alcanzó el play-off de ascenso, tampoco puede desdeñarse. Más aún teniendo en cuenta -pese a que algunos de los artífices de aquel éxito han abandonado el equipo- su política de refuerzos, que ha llevado a Urritxe a jugadores de experiencia contrastada en la categoría, como los goleadores Jon Altuna e Iñaki Goikoetxea.

Precisamente la gran campaña de los azules eclipsó en cierta medida la del Sestao River, que no fue menos destacable. Y en Las Llanas esperan, cuando menos, repetir y salvar la categoría con tranquilidad. José Luis Ribera abandona a Miguel Ángel Lotina para ponerse al frente de la nave gualdinegra, que se refuerza con varios jugadores procedentes del desaparecido Lemona.

Apasionantes se prevén los derbis de la Ría que disputará con el Barakaldo, que regresa a la categoría con Iñaki Zurimendi en el banquillo, un bloque con nombres conocidos, pero también algún fichaje con el que intentará eludir el sino de los recién ascendidos, teóricamente condenados a sufrir.

Desembarco navarro

Un objetivo al que también se apuntan Izarra, Peña Sport y Tudelano, que vuelven a la categoría tras más o menos tiempo en el exilio. 16 años en el caso del Tudelano, en teoría el que menos debería sufrir, pese a que José Mari Lumbreras mantiene el bloque que consiguió el ascenso, al que se ha unido media docena de incorporaciones.

Más novedades, incluyendo nombres bien llamativos, se registran en la plantilla de la Peña Sport de Tafalla que, de nuevo con Sergio Amatriain en el banquillo, intentará quitarse de encima la etiqueta de equipo «ascensor». El Izarra de Lizarra, comandado por Raúl Marco, con media docena de incorporaciones y otras tantas bajas, parte igualmente con la ilusión de conseguir la permanencia.

El cuarteto navarro lo completa Osasuna Promesas, en su 26ª temporada consecutiva en la categoría. Como sucede con los otros dos filiales, el rojillo pierde calidad y experiencia -sobre todo con la marcha de Loé, Omwu y Torres, que suben al primer equipo-, que intentará compensar con la ilusión -y también calidad- que aportan las nuevas generaciones. Cuatro chavales del juvenil y cinco fichajes foráneos llegan al equipo, a cuyo banquillo regresa Miguel Merino.

Algo parecido sucede en el Sanse. Javi Ros y Rubén Pardo pasan al primer equipo realista y salen del club otros cinco jugadores. Meho Kodro ha tirado principalmente del juvenil para completar la plantilla, en la que la calidad deberá compensar la inexperiencia, para que el filial txuriurdin sufra un poco menos que la temporada pasada.

La misma tónica sigue el Bilbao Athletic, que pierde a su capitán Xabi Etxebarria y a otra media docena de jugadores, a lo que hay que añadir la cada vez mayor presencia de Iñigo Ruiz de Galarreta y Jonas Ramalho con el primer equipo. A cambio, el Cuco Ziganda refuerza su equipo con media docena de chavales del Basconia y otros cuatro futbolistas que regresan de sus cesiones.

 
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