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Análisis | rentrée política en el estado francés

Una «vuelta al cole» con anuncios matizables y promesas mitigadas

El Gobierno francés ha recuperado su ritmo de trabajo tras el periodo estival y lo ha hecho al más puro estilo hollandista: una rentrée política sin estridencias en la que se han primado los anuncios sociales, aunque ciertas promesas de campaña se diluyen ya en el calendario.

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Maite UBIRIA

Tras dos semanas de descanso, el presidente francés se ha incorporado al despacho. François Hollande tiene una agenda bien repleta que en los primeros días, tras el asueto vacacional, le ha confrontado a la crisis en la zona euro y a la guerra en Siria, por citar solo dos de los asuntos que el parón de agosto no ha contribuido a encarrilar, si no más bien, todo lo contrario.

Antes de encontrarse con Angela Merkel, el presidente francés ha preferido enunciar, por boca del primer ministro, Jean-Marc Ayrault, el paquete de medidas, en su mayoría de índole social, a las que dará prioridad el Ejecutivo socialista.

Hollande ha acompasado su regreso con el ingreso en las cuentas corrientes de cinco millones de contribuyentes de la ayuda que reciben los hogares más modestos al arranque del curso escolar. Promesa cumplida. La subvención con la que se trata de compensar el fuerte desembolso que implica para las familias la «vuelta al cole» se ha incrementado en un 25%. Pero, pese a la satisfacción general, no faltan los matices. Esa medida discrimina al alumnado de los liceos técnicos y no toma en cuenta tampoco el incremento de gastos al que deberán hacer frente los universitarios.

A una promesa cumplida, un anuncio mitigado. El incremento de los precios de los carburantes se ha convertido en un auténtico quebradero de cabeza para las economías domésticas. Durante la campaña electoral, Hollande prometió medidas para acotar los precios. Finalmente, el Gobierno ha optado por una actuación blanda y anuncia que aplicará «temporalmente» una «bajada modesta» de los impuestos que graban los carburantes. A falta de concreciones, el anuncio puede convertirse en arma de doble filo.

De optarse por suprimir el llamado impuesto interno, podría acarrear males mayores, ya que parte de esa tasa es reembolsada a regiones y departamentos. Ayrault garantiza que solo se tocará la parte correspondiente al Estado, pero no aclara cómo compensará el desequilibrio en las cuentas públicas.

Tras levantar el pie del acelerador en cuanto a la promesa de poner freno a la subida del precio de la gasolina, el Gobierno juega otra vez a la compensación. Anuncio relativo a la más popular fórmula de ahorro en el Estado francés: la libreta A. Si hasta ahora, se podía acumular en esta cartilla hasta 15.300 euros libres de impuestos, a partir de setiembre se concretará una subida del 25%. Pequeño hándicap: Hollande prometió doblar el volumen de depósito en un producto de ahorro cuya tasa de interés fija el Estado y que además sirve para sufragar programas de vivienda social.

El Gobierno ha tratado de matizar el efecto de un paso atrás que ha sido acogido con malestar por la izquierda. Se doblará el volumen de depósito de otra libreta que cotiza al alza entre los ahorradores que no quieren tener malas sorpresas: la libreta de desarrollo sostenible. En ella se podían guardar hasta la fecha 6.000 euros. Desde mediados de setiembre, será posible acumular el doble de dinero al abrigo del fisco. La reforma servirá para reforzar las ayudas a pequeñas y medianas empresas y para impulsar la innovación.

La medida permite salvar la cara a Pierre Moscovici, al que Hollande ha encomendado la cartera más caliente: Economía y Finanzas. Al político «post-strausskahnista» corresponderá aportar las recetas clave del primer presupuesto Hollande, esperado para finales de setiembre. Tarea nada fácil si se tiene en cuenta que el Ejecutivo sopesa corregir a la baja sus expectativas de crecimiento (1,2%). En 2013, París quiere reducir al 3% el déficit público, lo que puede obligar al «presidente del crecimiento» a adoptar impopulares medidas de austeridad.

De momento, Moscovici se consuela e insiste en que, aunque escalonadamente, las promesas se materializarán, y cierra filas entorno a Hollande, de quien es fiel escudero en sus encuentros comunitarios.

Precisamente, en esa esfera ha tratado de buscar refugio otra ministra, Cécile Duflot, tras la estridente actuación del ministro de Interior, Manuel Valls, en los campamentos de Rom.

Matignon ha echado un capote a la titular ecologista de Vivienda con un anuncio para mitigar la evidente contradicción que implica censurar las expulsiones de romaníes en período sarkozysta y promover la evacuación de sus campamentos con un gobierno progresista.

El Ejecutivo anuncia que abrirá el diálogo con Bulgaria y Rumanía. Anuncio-trampa: si Hollande quiere, no depende de nadie para levantar ya la restricción de acceso al mercado de trabajo para esta personas que, en todo caso, dejará de estar vigente en 2013.

El Gobierno también ha aplazado para el próximo año la reforma de la «geografía prioritaria de ordenación urbana». Ampuloso título para un plan esperado y que debe servir para afrontar una asignatura pendiente: los barrios populares. El anuncio de un enésimo plan de empleo, que prioriza a jóvenes sin formación, matiza solo en parte, la señal de falta de imaginación que ha enviado durante el estallido en Amiens el Gobierno del «cambio es ahora».

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