Herald scotland, Editorial 2012/8/23
Una cuestión de justicia
(Traducción: GARA)
Vale la pena recordar el referéndum de 1998 en Irlanda del Norte sobre el Acuerdo de Belfast.
A los votantes se les preguntó: «¿Apoya usted el acuerdo que figura en el Documento de Comando 3883?».
Transparente no fue y, sin embargo, nadie argumentó que el electorado era incapaz de expresar sus puntos de vista con claridad, o que no entendió lo que le estaba siendo preguntado. Ayer, el grupo de expertos encargado por los partidos unionistas para examinar la mejor frase de la pregunta del referéndum sobre la independencia de Escocia emitió su veredicto.
En lugar del texto propuesto por el Gobierno escocés, «¿Está usted de acuerdo en que Escocia debería ser un país independiente», sugirió que a los votantes se les debe presentar una pregunta más neutral: «¿Debería Escocia convertirse en un Estado independiente?» y requiere que marque una casilla «Estoy de acuerdo» o «no estoy de acuerdo».(...).
La pregunta sugerida por el primer ministro Alex Salmond, sicológicamente, implica que el amplio consenso radica en una dirección dada, y que el votante anónimo es invitado a concurrir. No hay evidencia de que la redacción de una pregunta es influyente en el resultado de un referéndum.
(...) Por cada votante impresionable dirigido hacia un «sí» a una pregunta desequilibrada, puede haber otros que reaccionan con enojo y resistencia a votar «no».
La lección de Irlanda del Norte es que los votantes entienden bien lo que se les está pidiendo decidir.
Más que nada se trata de una cuestión de percepción, y es aquí donde la pregunta importa. Todas las partes están de acuerdo en que un resultado claro y decisivo es esencial, dejando de lado por el momento la cuestión de si habría una segunda pregunta sobre la descentralización máxima.
(...) La sensación de injusticia si la pregunta está inclinada sería perjudicial para todas las partes, y en especial si conduce a un voto afirmativo posteriormente cuestionable. Una cuestión transparente, justa, es muy preferible por esta razón.
Mientras tanto, sabemos por otras campañas electorales que los votantes por lo general han hecho su elección antes de que entren en la cabina de votación. La cuestión será resuelta por el debate sobre las cuestiones de fondo, y no en el último minuto por interrupciones influenciadas por la semántica, y no especialmente por las disputas partidistas. Ambas partes harían bien en concentrarse en el debate sobre los problemas reales.