La decisión de Fernando Llorente de dar por rotas las negociaciones para su renovación ha abierto muchas heridas. Bien por el fondo, bien por las formas, bien por ambas cuestiones, o incluso por la postura del club, uno de los culebrones del verano rojiblanco escuece a aficionados, futbolistas, técnicos y responsables del club, a cada uno en su medida.

Empezando por una de las cabezas visibles de este Athletic. José Mari Amorrortu, el hombre que reclutó al delantero cuando apenas tenía 11 años para convertirle en uno de los mejores futbolistas que ha producido la factoría de Lezama, vive ahora la situación opuesta, la de tener que decir adiós a Llorente.

Y también desde un puesto de máxima responsabilidad lo que, probablemente, multiplica el escozor, al unir la desilusión personal con la profesional. «Para mí, Fernando Llorente no es un jugador del Athletic Club, para mí es algo más. Por tanto estoy afectado por esta situación, me afecta en lo personal», reconocía ayer el director deportivo rojiblanco. «Imagínate lo que supone para mí a nivel personal que Fernando Llorente no continúe en el club -añadía-, aunque todavía esté por determinar en este momento», recordó, aunque a este respecto no desveló detalles sobre la situación y se limitó a señalar que «las cosas llevan su curso internamente, aunque nosotros lógicamente estemos muy sensibilizados ante la situación, y tratando de aportar lo mejor para el club».

Lo cierto es que, más allá de la manera y el momento en que se solucione el problema generado por la falta de acuerdo para la renovación de Llorente, y las heridas personales que esta pueda dejar en uno y otro lado, la situación trasciende el caso de un jugador concreto para entrar en un terreno mucho más preocupante, el lugar del Athletic y su particular idiosincrasia en el fútbol actual. Es decir, las posibilidades de supervivencia de un modelo diferente y único.

No parece que se hayan esfumado de la noche a la mañana, pero sí pueden requerir un esfuerzo suplementario, precisamente en la factoría que dirige Amorrortu. En Lezama, donde los cachorros no solo desarrollan su capacidad futbolística, sino que también maman la esencia del Athletic. El propio Josu Urrutia reconocía recientemente que la salida de Llorente supone «un golpe en la línea de flotación del Athletic y un fracaso institucional. Cuando en 17 años no hemos conseguido transmitir a un jugador que el Athletic es lo más importante, es posible que todos tengamos cosas que mejorar -admitía el presidente rojiblanco-. Nuestra definición de club se mantiene, pero hay que trabajar en otra dirección para acertar en el mensaje que se envía a los jóvenes de Lezama», reflexionaba.

En la misma línea se expresaba ayer José Mari Amorrortu. «Respetando las posturas, tenemos que tener una mirada hacia adelante. Nuestra preocupación es seguir profundizando en el concepto de identidad y de pertenencia con nuestros jugadores, porque el Athletic tiene que ser diferente y único en eso», insistió el director deportivo.

Entender las posturas

Uno de los jugadores que ha interiorizado esos conceptos desde la infancia, Ander Iturraspe, reconocía ayer, preguntado al respecto, que «egoístamente, los jugadores pensamos que podrían quedarse porque no cabe ninguna duda de que Fernando Llorente y Javi Martínez son dos de los mejores jugadores del equipo. La afición también quiere que se queden y el club hace sus esfuerzos, bien para que se queden, bien para obtener lo máximo posible, pero la decisión es totalmente de ellos y hay que entender la postura de todas las partes», subrayó.