Raimundo Fitero
Un poco más
Sin salir de esos rectángulos de colores que nos obnubilan en nombre de la información, los servicios, el entretenimiento o la cultura, podemos encontrar los signos que nos convencen del retorno a los tiempos duros del nacional catolicismo español, de la pandereta, el botijo, las vírgenes y los toros. Tras unos años de limpieza televisiva, con los toros colocados en un canal privado de pago, o en los autonómicos más descerebrados, más ancestrales y que siguen con la cantinela decimonónica de que la tauromaquia es cultura, han llegado los retrógrados de Mariano y vuelven a subvencionar de manera indirecta a los señoritos de gomina que hacen de matarifes en público acompañados de moscas, charangas y bocadillos de morcilla.
La consideración de los toros como cultura tiene bastante más importancia que una toma de postura intelectual, sentimental o ideológica. Si son cultura, se deben proteger, subvencionar, potenciar. Si son una actividad anacrónica, salvaje, inculta en el sentido más profundo del término, es decir un simple negocio, muy turbio para más señas, entonces que sea ese pueblo tan aficionado el que se lo pague. Y ahí es donde les duele. No podrían vivir como viven los toreos de postín con esas millonadas que ganan, simplemente con el importe porcentual de las entradas. Las plazas, con excepciones a analizar, como es el caso de los sanfermines, están medio vacías, se mantienen en los programas oficiales como una rutina, una reminiscencia de unas fiestas rurales, de tocino y bota de vino, clasista hasta la médula y sin jóvenes en sus gradas.
Pero aquí han llegado las huestes reaccionarias, van volver a colocar los toros en horario infantil en la televisión pública estatal, para ir creando un nuevo espíritu nacional, que han sido los catalanes y ahora los vascos de Donostia, los que van a poner problemas a esta actividad penosa. Un poco más de retorno al pasado. No hacen otra cosa que reconquistar sus principios franquistas, estéticos, éticos, ideológicos y económicos. Si siguen así van a instaurar la televisión en blanco y negro otra vez. Me parece que el rescate europeo tendría que ser económico, pero sobre todo, democrático.