Un rescate que hará que Catalunya tenga menos autogobierno y más dependencia
Pese a no ser ninguna sorpresa, la oficialización de la solicitud de un rescate al Estado de más de 5.000 millones de euros cayó como un jarro de agua fría sobre unos ánimos caldeados por la próxima celebración de la Diada Nacional del 11 de setiembre. El portavoz del Govern, Francesc Homs, se apresuró a advertir que no aceptarán «ninguna condición política» más allá de las «condiciones técnicas» establecidas por los programas de ajustes. No resulta convincente el argumento: en toda negociación, y más en una donde se juegan tantos millones de euros, lo «técnico» se convierte en eminentemente «político», y en el caso de Catalunya, el resultado es menos autogobierno y más dependencia. En otras palabras, seguir atrapada en un déficit fiscal insostenible, mirando permanentemente al Estado para poder pagar sus políticas, presa de un régimen común de financiación que ya no da más de sí.
Con ese rescate, Catalunya quizá compre tiempo pero sin romper ese círculo vicioso corre el peligro de atascarse en una espiral de frustración, frente al muro de la política de reconquista y restitución que impulsa Madrid. La independencia cobra aquí todo su sentido.