Por fin un miembro de la plantilla e incluso del cuerpo técnico que habla claro. Lo hizo el capitán Carlos Gurpegi tras la sangrante derrota en el Calderón, para reconocer sin tapujos que «sabemos que la situación no es la deseada, los temas extradeportivos afectan y somos conscientes de que hay muchos cambios en la alineación. Aún buscamos encontrar el punto para arrancar y ganar partidos en Liga». Y es que, como asumió, «el once base del año pasado tiene 5-6 cambios y está claro que todavía nos cuesta estar cohesionados».

El partido europeo ante el HJK Helsinki de hace una semana fue un espejismo, un reflejo. La realidad de este Athletic de comienzos de temporada es la de los choques ante el Betis y el Atlético, con su pareja de centrales titular correteando bajo el sol de Lezama y las miras puestas lejos de San Mamés, su delantero centro haciendo lo propio, un Iker Muniain que no acaba de coger minutos o con su brújula en la medular Ander Herrera fuera de forma y tocado por su lastrante pubalgia. Que el técnico argentino tenga que recurrir, cuando las cosas van mal, a un casi imberbe chaval de 19 años recién cumplidos para dar cuerda al equipo, ¿dónde deja eso el supuesto estado anímico de unos campeones del mundo que les impide estar en condiciones de jugar?

Por mucho que Marcelo Bielsa quiera poner paños calientes a la situación del equipo y hable de nuevos e ilusionantes retos por sustituir a los que puedan irse, este Athletic no es aquel Athletic de hace unos meses. Ni siquiera se parece al de hace un año, porque a aquel que solo sacó dos puntos en las cinco primeras jornadas se le veía apuntar maneras; en este, se ve de todo menos el horizonte.

No es cuestión de hacerse el harakiri a primeras de cambio, renegar de estos jugadores y su entrenador, o de volver a entrar en ese círculo cainita que siempre persigue a los grandes clubes, como tampoco se trata de, tras dos partidos de Liga, trazar gruesos titulares agogeros como que solo tres equipos se salvaron empezando con cero puntos y nueve goles en contra, tras dos jornadas.

De lo que se trata es de que Josu Urrutia en su lugar y Marcelo Bielsa en el suyo pongan orden en la casa, cada cual en su parcela, y que la afición deje de mirar de reojo y con aviesas intenciones a esos que corretean estos días por Lezama mientras sus compañeros les echan de menos en el campo.

Hoy puede ser día clave con Javi

La medianoche del 31 de agosto está ahí y el sábado toda la familia rojiblanca sabrá a qué atenerse, si alguno se va o si todos se quedan. Anoche, algunas fuentes desde Alemania daban por hecho de forma definitiva que hoy Javi Martínez se desligará del Athletic, tras depositar los 40 millones de la cláusula. Habrá que ver si es o no la enésima noticia falsa en ese sentido.

Se confirme o no la noticia, el Athletic necesita tranquilidad ya, como el propio capitán reconoce. Ganar a los pucelanos sería una victoria revitalizadora, máxime cuando la competición descansa el siguiente fin de semana y el margen es suficiente para recomponer no ya heridas, sino a un equipo que como se comprobó en el Calderón sale desarmado, lejos de su mejor imagen.

Ni defensa, ni medio campo y así la vanguardia es un islote. Pero si un factor está lastrando al resto del juego esa es la actitud defensiva, y no solo de la zaga, sino del conjunto en general que se ha olvidado de su presión asfixiante y coordinada que tantos éxitos les dio. Ante el Atlético recibieron 14 remates a puerta, la mayor cifra de todos los partidos jugados en estas dos jornadas de Liga, por delante de los 10 que sumó el Barça tanto ante Real como Osasuna.

Bielsa tiene mucho que apuntalar en el trabajo defensivo. Pero es que, además, hay un problema de juego colectivo, sí, pero lo hay más de individualidades, incluso de fallos muy concretos que lastran luego los encuentros. Ganar al Valladolid debe ser el primer paso, más que hacerlo en Helsinki.