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El presidente sirio reconoce que «ganar la guerra llevará tiempo»

El presidente sirio, Bashar al-Assad, quien desde un principio optó por la solución militar, pide más tiempo para ganar su guerra. El mismo del que abusan los rebeldes armados con su negativa a negociar sin condiciones previas y su táctica de desgaste y guerra de guerrillas. Quienes ya no tienen tiempo son los miles de civiles masacrados y que, día tras día, mueren sin saber en muchos casos quién es su verdugo.

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GARA | DAMASCO

El presidente sirio, Bashar al-Assad, reitera su resolución para ganar la guerra, aunque reconoce que llevará su tiempo. «Puedo resumirlo en una frase: estamos progresando y la situación sobre el terreno es mejor, pero todavía no hemos ganado y necesitamos más tiempo», señala en una entrevista a la cadena Ad-Dunia.

Al-Assad reconoce que su régimen ha cometido «numerosos errores», pero, «pese a todo, existe una sólida conexión» con el pueblo. «Todo el mundo está preocupado por el futuro de su patria. Pero ellos (los rebeldes) no lograrán extender el terror, no lo lograrán nunca», sentencia, para arengar a los sirios: «Yo os digo que el futuro está en vuestras manos, en las de nadie más». En esa línea, Al-Assad añade que «Siria no necesita lecciones de nadie, sean países amigos o enemigos».

El entrevistado minimiza, asimismo, el alcance de las deserciones en el seno del régimen y llega a calificarlas, irónicamente, de positivas. «Los patriotas y las gentes de bien no huyen, no abandonan la patria. Al final, esta situación es positiva, es una operación de autolimpieza del Estado, en concreto, y de la nación, en general», sostiene.

Ataque a un helipuerto

Que la guerra no será cosa de días quedó patente con el ataque rebelde ayer a uno de los mayores helipuertos del país, el de Taftanaz, en la provincia septentrional de Idleb. «Hemos destruido entre siete y diez helicópteros y hemos dañado el resto, hasta 48», señaló el responsable de las Brigadas de los Libres de Sham, Abul Hasan, quien añadió que «es un golpe fuerte para el Ejército, que necesitará tiempo para recuperarse».

Durante mucho tiempo al abrigo de los combates, Damasco vive en guerra desde julio. El Ejército no logra acabar con los rebeldes, habida cuenta de la porosa frontera entre la capital y el extrarradio, donde la oposición tiene bastiones.

En Barzé, en el nordeste, Ahmad narra cómo ha sido varias veces retenido por hombres con uniforme que no puede identificar como soldados o rebeldes. «Siempre están tensos y te matan si no les gusta tu respuesta o, simplemente, tu cara. Es lo que le pasó a un joven de 24 años. Murió abatido sin saber por qué ni por quién», señala este trabajador de imprenta.

La vida vale lo que una bala

Michel, empleado de un restaurante, se lamenta de que «cada mañana, cuando me despido de mi esposa para ir al trabajo, pienso que si vuelvo habré ganado un nuevo día a la muerte. Porque hoy nuestra vida vale 30 libras sirias (0,5 dólares), el precio de una bala de kalashnikov». Este cristiano que ronda la treintena creía que Al-Assad acabaría rápidamente con la revuelta, pero insta ahora a una solución negociada. «Cuando digo a los pro o antirégimen que no estoy ni con unos ni con los otros, solo escuchan la primera parte de mi frase y me consideran siempre enemigo», añade.

Director de una fábrica en el sudeste de Damasco, Mohamed, un suní de 52 años, era un partidario ardiente de la revolución. Pero ahora no puede ir regularmente a su empresa. «Sigo en contra del régimen, pero si sigue la guerra esto es un suicidio coletivo», advierte.

En su mansión en el barrio damasceno de Abu Remmane, un antiguo diplomático sirio vaticina más muertos hasta que los rivales bajen las armas. Se apoya en un adagio del poeta palestino Mahmud Darwish. «Todas las guerras comienzan con un `soy yo o él' y terminan con el reconocimiento avergonzado de que «soy yo y él». Siempre tarde.

zona tapón

Bashar al-Assad tildó de irreal la creación de una zona tapón en Siria para acoger a refugiados. «Ni está sobre la mesa ni los estados hostiles y enemigos de Siria lo ven factible», afirmó.

COMBATES

El opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos informó de combates en la zona este de Damasco, en Alepo y en Idleb (noroeste) y ofreció un balance de nueve muertos en la jornada de ayer, siete de ellos civiles.

Los civiles mueren en el fuego cruzado en la ciudad de Alepo

En el hospital de Alepo, los cadáveres de mujeres y menores desfigurados y recogidos de entre los escombros de edificios derruídos testimonian la violencia de los combates y bombardeos en los barrios residenciales de la segunda ciudad siria.

«La mayoría de las víctimas son civiles muertos al desplomarse las casas», asegura Abu abdu, cirujano del hospital Al-Chifa. El doctor Abu Ismail asegura que la cifra de víctimas es mucho mayor que la de los balances oficiales y estima una media de 25 civiles muertos diariamente desde que la guerra llegó a Alepo.

«Recibimos a todo tipo de víctimas», explica Um Suheib, una voluntaria. «Lo único que queremos es que nuestros hijos y los civiles estén seguros. Que los ejércitos se maten entre ellos y nos dejen tranquilos».

Pero Ejército y rebeldes se enfrentan en las calles adoquinadas de la Ciudad Vieja y en líneas del frente que cambian todos los días por el desplazamiento de los puntos de control y de los francotiradores.

Los combates más duros tienen como escenario el barrio de Maysalune, al lado de la Ciudad Vieja, y el de Bab al-Nayrab, en la ruta al aeropuerto. D. SOGUEL (AFP)

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