El Gobierno chileno se vio obligado a reconocer el éxito de las movilizaciones estudiantiles a favor de una educación pública y de calidad, aunque no se movió de su posicionamiento habitual. El ministro de Educación, Harald Beyer, reiteró que el espacio para dialogar sobre una reforma del sistema educativo es el Congreso. «Queremos que hagan sus aportes a la discusión de los proyectos de ley. Esta es la forma de avanzar en democracia», indicó. Negó que el Gobierno quiera «imponer» sus criterios y aseguró que el Gobierno «está receptivo. Ya hemos recogido muchas de las demandas que nos han planteado».

La marcha celebrada el martes en Santiago de Chile, que según los organizadores reunió a 150.000 personas, acabó con 200 detenidos y la actuación represiva de los Carabineros, que volvieron a utilizar tanquetas con agua a presión. «La multitudinaria asistencia es una clara señal de que el movimiento estudiantil no es una minoría, de que estamos todos juntos avanzando hacia un mismo objetivo», valoró el presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, Gabriel Boric. «Ojalá el Gobierno dé una muestra de humildad y, de una vez por todas, terminemos con este teatro de lo absurdo. Ministro, usted tiene la palabra ahora», resaltó en alusión a Beyer. En la misma línea se pronunció el presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica, Noam Titelman, para quien esta nueva protesta «marca un punto de inflexión».

La vicepresidenta de la Federación de Estudiante, Camila Vallejo, destacó que «una mayoría del pueblo está luchando por un objetivo en común, que es recuperar nuestro derecho a la educación pública, gratuita y de calidad para todos».

El mes de agosto ha sido especialmente activo en cuanto a las protestas estudiantiles, con ocupaciones de instalaciones educativas y su posterior desalojo por los Carabineros, acusados de maltrato e, incluso, agresiones sexuales a los detenidos.