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«Que Escudero llegue a ser una figura internacional dependerá de nosotros»

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Itziar Larrinaga

Musicóloga

La musicóloga Itziar Larrinaga es la mayor autoridad en la figura del compositor zarauztarra Francisco Escudero, cuyo centenario se está celebrando en el 2012. Ganadora del premio extraordinario de doctorado y el galardón UPV-Orfeón Donostiarra por sus investigaciones, cree que aún hay mucho trabajo por hacer en torno a la vida y obra de Escudero.

Mikel CHAMIZO | DONOSTIA

Durante la mañana de hoy la figura del compositor Francisco Escudero está siendo objeto de homenaje en los Cursos de Verano de la Universidad del País Vasco, que tienen lugar en el Palacio Miramar de Donostia. Con motivo del centenario de su nacimiento y los 10 años desde su desaparición, el acto, organizado por Musikene, el Archivo de la Música Vasca Eresbil, la Quincena Musical y la UPV, busca contribuir al conocimiento de la figura y la música de Escudero.

Tras la proyección de un documental sobre el compositor, rodado por Jose Mari Agirre, tendrá lugar una conferencia a cargo de la musicóloga Itziar Larrinaga, máxima autoridad en la figura de Escudero. Versará en torno al papel del zarauztarra como renovador en la transmisión de la música tradicional de Euskal Herria. Después se procederá a una mesa redonda en la que se estudiará el papel del compositor como puente hacia la modernidad en la música vasca del Siglo XX Los actos comenzarán a las 10:00 y serán de libre acceso para el público.

La muerte de un compositor es algo muy delicado para su obra, que corre el riesgo de desaparecer del repertorio cuando el autor ya no está para ahí para defenderla. ¿Se ha seguido tocando la música de Escudero en estos 10 años desde su fallecimiento?

Yo diría que, desde la muerte de Escudero su reconomiento ha ido in crescendo. Para ello ha sido muy importante la labor que ha realizado la Orquesta de Euskadi, con la grabación de un doble CD que recoge su música sinfónica y otro con «Gernika», que además ha distribuido por Decca, un importante sello internacional. A eso hay que unir las investigaciones que se han ido realizando en torno a su figura, paralelamente a la publicación de sus obras, con el apoyo vital de la Diputación Foral de Gipuzkoa.

Un signo claro de que Escudero ha pasado a ocupar un lugar destacado en nuestro ámbito lo estamos viendo ahora, con toda la atención y resonancia que le están dando los medios de comunicación al centenario de su nacimiento.

Con la perspectiva que ya empezamos a tener sobre su figura, ¿qué papel se le puede otorgar a Escudero en la evolución de la música vasca?

En la mesa redonda vamos a estudiar una idea que se está asentando en torno a Escudero como la figura puente entre la generación de 1886, de los Guridi, Usandizaga, etcétera, y la del 51 de Bernaola, Larrauri, Ibarrondo o Luis de Pablo. Pero es una idea sobre la que todavía hay que reflexionar mucho, porque la del 51 es una generación que más bien rompe con todo lo anterior. Escudero representaría la modernidad en continuidad con el movimiento nacionalista anterior, algo que es muy apreciable en la evolución de su obra, pero los creadores del 51 representan más bien una ruptura, la vanguardia. Escudero no ejerce para ellos un papel similar al que sí tuvo Messiaen en Francia sobre autores como Grisey o Boulez.

Pero Escudero tuvo muchos alumnos de composición. ¿Dónde ha quedado esa influencia que ejerció como maestro?

Escudero jugó un importante papel como pedagogo, pero fue sobre las generaciones posteriores a la del 51. De todas formas, su escuela de composición es bastante independiente y su estela muy difícil de rastrear. Hasta que lo estudiemos más a fondo no podremos aclarar con exactitud si hay realmente una escuela de composición, entendida como tal, que surge de Escudero. Con más razón aún si pensamos que su método de enseñanza consistía en ayudar a cada uno a encontrar su verdadera personalidad como compositor, no hacerles seguir sus propias ideas a pies juntillas. Y si repasamos la lista de sus alumnos, nos damos cuenta de la heterogeneidad musical de los nombres que la forman: ahí están Ramón Lazkano, Alberto Iglesias, Angel Illarramendi, Iñaki Salvador, Lorenzo Ondarra... Al margen de los compositores, su influencia llega más allá porque la práctica totalidad de los músicos profesionales guipuzcoanos que ahora están en activo pasaron por sus clases de armonía en el Conservatorio de Donostia. En total tuvo más de dos mil alumnos.

¿Además de como compositor y maestro, fue Escudero importante en otros ámbitos de la vida musical vasca?

Su labor, sobre todo en el ámbito de la vida musical guipuzcoana, es muy subrayable. En los años 50, por ejemplo, refundó la Banda Ciudad de San Sebastián, que no tenía banda desde la disolución de la anterior, en 1938, por la Guerra Civil. Escudero creó una cooperativa de trabajadores para formar la nueva banda, que tuvo una importancia sobresaliente en la vida musical de la ciudad durante muchos años. Fue también el director de la Orquesta de Cámara de Gipuzkoa, la única orquesta que había en Donostia antes de que existiese la Orquesta de Euskadi. También tuvo un papel importante en Bilbo: colaboró muchas veces con la Orquesta Municipal de Bilbao -la que luego sería la BOS- y fue director de la Sociedad Coral en los años 40. Su labor como profesor de música de la Misericordia fue también muy reseñable. Él escribía las obras y ballets que interpretaban los alumnos en el fin de curso, a los que asistían la alta aristocracia vizcaína, la burguesía y las autoridades civiles.

¿Cree que la obra de Escudero llegará en el futuro a tener un reconocimiento estatal e internacional, o es un autor que quedará vinculado expresamente a Euskal Herria?

La respuesta a eso es que, en buena medida, dependerá de todos nosotros. El otro día, durante el concierto de «Iván el Terrible» en la Quincena Musical, me preguntaba por qué si estábamos escuchando esa obra de un autor ruso en Donostia, no podría ocurrir lo contrario y que en Rusia escucharan también una cantanta de Escudero. Pero hay muchos intereses tras cómo se mueve el repertorio en el mercado de la música, influyen demasiado factores fuera de nuestro alcance.

Hay que dar pasos también para conseguir que el repertorio de Escudero sea más cómo de programar para las orquestas. A ese respecto, Ramón Lazkano acaba de terminar una suite orquestal de su ópera «Zigor», que va a estrenar la Orquesta de Bilbao en su nueva temporada.

¿Qué otras iniciativas se están planeando para reivindicar su figura?

Lo que está pensado de momento es distribuir internacionalmente el estudio científico que yo he realizado y el catálogo de obras razonado, para que llegue a manos de las orquestas y centros de documentación de todo el mundo. Más adelante tendrán que llegar también las publicaciones divulgativas en torno a su vida y obra, que puedan favorecer su conocimiento entre el público. Pero es verdad que hace falta toda una labor de marketing en torno a Escudero, una estrategia inteligente para dar a conocer el valor de su producción. Aunque me temo que eso queda fuera del ámbito de mi especialidad.

A título personal, ¿qué es lo que le fascinó tanto de Escudero para decidir especializarse en él como musicóloga?

Creo que lo que más me fascinó de él fue su vivencia de la música. Vivía la música de una manera tan intensa que tú podía percibir como la sentía, como era capaz de emocionarse con ella y con qué amor la trasmitía. Cada uno de sus recuerdos le llegaban acompañados de sonidos. Yo le conocí al final de su vida, y fue esa cualidad musical tan desbordante de su persona lo que luego me hizo descubrir su música y decantar mi especialidad.

 
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