Mikel INSAUSTI

Algún día la saga «The Expendables» será estudiada como todo un tratado sobre la resistencia humana a envejecer. Las competiciones atléticas de veteranos suelen tener muy poco público, apenas algún que otro familiar resignado en las gradas. Es una realidad desoladora a la que Sylvester Stallone se está enfrentado con un éxito innegable, aprovechando el factor nostálgico que tanto influye en la sociedad actual. Al público joven no le molestan las batallitas de los abuelos, siempre y cuando estén contadas de forma que revivan lo que fue el cine de acción violenta de los 80, cuando las escenas de riesgo se rodaban con especialistas y sin recurrir a los efectos digitales. Asimismo, Stallone sabe que hoy en día existe un culto al cuerpo, y que los gimnasios están llenos, por lo que no duda en explotar el atractivo del puro músculo.

Lo que no ha sabido o no ha querido resolver el impulsor de «The Expendables» es el abismo que se abre entre el machismo que dominaba las pantallas comerciales hace tres décadas y la irrupción reciente de la mujer de acción. Claro que también le entiendo, porque si pone a la Gina Carano descubierta por Steven Soderbergh en «Indomable» a repartir patadas en los «Mercenarios 2», me desgracia a toda esta pandilla de geriátrico. La representación solitaria de la luchadora oriental Yu Nan no pasa del toque exótico y, desde luego, no cubre la cuota de igualdad de sexos. El vacío feminista ha sido rápidamente aprovechado por la industria, y el productor Adi Shankar ya anuncia «Las mercenarias», un nuevo proyecto con una provisional lista de poderosas actrices encabezada por Linda Hamilton y Sigourney Weaver.

En espera de que las abuelas den la guerra a los machos alfa del Cromañón conviene tomarse esta segunda entrega como lo que es, simplemente un divertido entretenimiento. La sola presencia del inglés Simon West en la realización ya implica una mejoría con respecto a la anterior, y no sólo porque haya contado con más presupuesto pudiendo incrementar el número de viejas glorias en el cartel. Las presentaciones de las estrellas invitadas son de traca, sobretodo la del autoparódico Chuck Norris.