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Yimou recupera el drama más intimista con su nueva musa

La penúltima realización de Zhang Yimou es una vuelta a los dramas más intimistas que le hicieron famoso en los 90, descubriendo a una nueva musa llamada Zhou Dongyu, que en la Seminci de Valladolid del pasado año ganó el Premio a la Mejor Actriz.

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Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

Zhang Yimou ya ha estrenado internacionalmente con muy buenas críticas su nueva película «The Flowers of War», sobre la masacre de Nankin, la misma que su compatriota Lu Chuan había llevado antes a la pantalla en la magistral «Ciudad de vida y muerte», ganadora de la Concha de Oro en Donostia. No se le puede acusar de oportunismo, porque el tema de las mujeres en guerra encaja con sus retratos femeninos llenos de tenacidad, más aún al tratarse de una semblanza colectiva.

Ese mismo interés está contenido en su anterior «Amor bajo el espino blanco», que ahora se estrena aquí, pero como una descripción femenina individualizada. Al igual que en su época encontró una musa en Gong Li y, después, en Zhang Ziyi, el cineasta chino de la Quinta Generación nos descubre ahora a Zhou Dongyu. La chica protagonizó la película con 18 años, sin contar con experiencia previa alguna. Pese a no ser profesional ha recibido muchos galardones en su país, así como en la Seminici de Valladolid, donde ganó el premio de Mejor Actriz.

Preparad los pañuelos

La debutante Zhou Dongyu transmite a su personaje de Jing una inocencia y una pureza, imposibles de encontrar en los tiempos que corren, de ahí su excepcional valor. Es imposible no emocionarse y llorar con la tragedia romántica que vive, más aún tratándose de un primer amor imposible a lo Romeo y Julieta, mostrado con absoluto pudor dentro de una forma de ser muy china. Esta misma historia sin sexo no colaría en un contexto occidental.

Lo curioso es que Ai Mi Zhu escribió la novela a raíz de su publicación episódica en un blog iniciado en el 2007, por lo que su carácter biográfico es heredado. Refleja ya desdel el título tradiciones chinas pasadas, en referencia al árbol que dió frutos rojos simbolizando la sangre de los caídos chinos durante la ocupación japonesa. Esa misma coloración se aplica al período de la Revolución cultural, cuando la protagonista es enviada a un campo de trabajo rural para su reeducación, una vez encarcelado su padre y degradada laboralmente su madre. Allí conocerá al hijo de un militar comunista, viviendo un amor oculto marcado por las barreras ideológicas.

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