Situado en plena Costa da Morte, muy cerca de Fisterra y con rampas que en algún instante se acercaban al 30%, la novedosa y durísima ascensión al Mirador de Ézaro estaba predestinada a ampliar las diferencias que no se habían conseguido abrir en la contrarreloj de la víspera. Sin embargo, a pesar de que la subida resultó muy espectacular para el espectador, la Vuelta sigue con tres corredores -Purito Rodríguez, Contador y Froome- en menos de un minuto de diferencia, y un cuarto -Valverde- a 1.20, por lo que la emoción sigue por todo lo alto.

Eso sí, la lectura de la trepidante etapa de ayer no es la misma para unos y para otros. Entre los vencedores se encuentra, cómo no, Joaquín Rodríguez, que un día después de conseguir mantener el liderato por un segundo en un recorrido adverso como la contrarreloj, aprovechó un final de etapa que parecía diseñado a su medida para reforzar su liderato con los 8 segundos que sacó a Contador en línea de meta, y los cuatro que le arañó con a las bonificaciones. Gracias a su explosividad, el corredor del Katusha aprovechó las rampas más salvajes, las de pendientes superiores al 20%, para atacar a sus rivales más directos y cazar a Mikel Astarloza, superviviente de la escapada del día, dentro del último kilómetro, y logró su segundo triunfo de la Vuelta.

Su primer ataque incluso llegó a romper a Froome y Valverde, pero el miedo de que Contador, el único que consiguió seguir su rueda, le arrebatara el liderato en el último suspiro le hizo pararse a pensar y recuperar y de ahí que la fractura no fuera mayor. Viendo que el primer Sky que se les acercaba por detrás era el colombiano Henao y no Chris Froome, el líder del Saxo Bank tomó la responsabilidad de dar continuidad a la fuga, y se puede decir que su apuesta le dio sus réditos.

Ataque final de Purito

Porque es verdad que pagó el esfuerzo y fue el líder de la general el que le atacó a pocos metros de la meta con lo que, entre una cosa y otra, le terminó cogiendo 11 segundos en la general, pero el de Pinto está estratégicamente colocado a la espera de que llegue su terreno.

Y es que, por mucho que sea uno de los más reputados escaladores del panorama internacional, el ciclista madrileño, que sigue recuperando la chispa tras su sanción por dopaje, necesita puertos mucho más largos -el de ayer apenas contaba con dos kilómetros- y constantes para distanciar a sus rivales y en esta Vuelta esas ascensiones se concentran a partir de mañana hasta el lunes con los finales en Andares, Lagos de Covadonga y Cuitunegro, y la penúltima etapa a la Bola del Mundo.

Tras pasar por momentos de crisis, Alejandro Valverde capeó bastante bien el temporal, pero se dejó 13 segundos en meta que, sumados a las bonificaciones, lo dejan a 1.20 del líder. Sin embargo, sus sensaciones son algo mejores que las de un Chris Froome que aguanta a 51 segundos, pero que ha dado algunas muestras de que la temporada empieza a hacérsele larga.

Esta encarnizada lucha por la general dejó con la miel en los labios a un Mikel Astarloza que fue el más fuerte de los cuatro integrantes de la fuga del día. La jornada comenzó lanzada desde el inicio. Conscientes de que podía ser un día propicio para la llegada de una fuga, fueron muchos los corredores -Markel Irizar estuvo prácticamente en todas las escaramuzas- que intentaron buscar la escapada en los primeros kilómetros.

Tras diversos intentos, rodando siempre a velocidad de vértigo -se corrieron 92 kilómetros en las dos primeras horas-, fueron finalmente Mikel Astarloza, Amael Moinard, Kevin de Weert y Cameron Meyer quienes obtuvieron el beneplácito del pelotón tras casi 80 kilómetros de constantes intentonas.

El grupo de fugados llegó a tener hasta siete minutos de renta, lo que les hizo albergar esperanzas de victoria. Sin embargo, Katusha, con la colaboración de Movistar, acercó al pelotón lo suficiente. Mikel Astarloza, e incluso Igor Antón, con un ataque quizá a destiempo, trataron de poner en solfa la jerarquía, pero los líderes no se lo permitieron.