Salhaketa denunció ayer el suicidio de un preso en la nueva macrocárcel de Iruñea. Según comunicó esta organización, el deceso se produjo el pasado miércoles, pero no existe notificación oficial de Instituciones Penitenciarias (que sí avisó a la familia y explicó detalles). Salhaketa se enteró del fallecimiento gracias a comentarios de otros reclusos del centro penitenciario, que les llevaron a investigar a fondo los hechos. A consecuencia de este mutismo por parte de las autoridades, poco se sabe de la identidad del preso y sólo ha trascendido tendría «unos 40 años» y que era de Iruñea.

El fallecido fue trasladado a la nueva cárcel hace tan sólo unos días. Según ha podido saber este periódico, este traslado se produjo desde una prisión catalana. Al parecer, los hechos que le habían llevado a la cárcel eran de poca entidad y tenía causas pendientes. La autopsia le fue practicada después de su traslado al hospital, cosa que se produjo el miércoles por la mañana

El mutismo de Instituciones Penitenciarias tampoco aclara si fue un carcelero el que lo encontró o fueron sus propios compañeros reclusos.

Salhaketa denuncia el reiterativo intento de silenciar hechos como estos por parte de Instituciones Penitenciarias, bajo la excusa fútil de que «son contagiosos». Esta asociación dice que esta muerte revela que «no tenemos una regulación penitenciaria humana, sino que la prisión mata y que impone sentencias de muerte por vía de hecho». Asimismo, insiste en que la Administración Penitenciaria «tiene la obligación de velar por la vida de las personas presas y por el respeto de sus derechos y porque las penas privativas de la libertad se ejecuten en pro de la finalidad que le han atribuido, la `reinserción'».