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Udate

«Me ha tocado estar debajo de la sombrilla»

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Enrique Villarreal «El Drogas»

Músico

Después de pasar toda su andadura profesional entre dos de los grupos más influyentes de nuestra música, Txarrena y Barricada, Enrique Villarreal (Iruñea, 1959) ha decidido embarcarse en su nuevo proyecto que lleva por nombre su seudonimo «El Drogas». Sin embargo, no se desvincula de su pasado y sigue recordando sus temas míticos en su gira actual.

Nagore BELASTEGI | DONOSTIA

Enrique Villarreal confiesa no ser demasiado amante de los viajes, pero su trabajo le obliga a desplazarse. A veces cerca de casa, con la furgoneta, y otras veces a lugares lejanos donde se ha llevado gratas sorpresas.

A pesar de que no le guste viajar tiene que hacerlo, ¿verdad?

Tengo la suerte de que me gusta tanto mi oficio que el montarme en la furgoneta y hacer kilómetros para llegar a cualquier lugar para mí supone un lujo. Para mí y para mi familia, porque yo en casa metido soy inaguantable (bromea). Cualquier sitio me resulta acogedor. Quizá cuente mucho cómo te recibe la gente cuando vas a tocar a un sitio y eres el protagonista. Puede que ahí se vea la cara amable de las personas.

Me gusta llegar a los sitios y dar una vueltica, ver las cosas de día. Hace un puñadico de años veía las ciudades de noche y todos los bares son iguales en un sitio y en otro.

¿Con qué ciudad se quedas?

A mí lo que me gusta es la diferencia que hay entre unos lugares y otros. Ciudades bonitas hay muchas pero podría decirte cualquier pueblo de Cáceres o Badajoz. Para mi es un descubrimiento mucho más interesante que las típicas ciudades.

También me gustan las ciudades en las que empecé mis andadas. Por ejemplo, Bilbo me gusta mucho. Me gustaba más antes de la reconversión, por ese aire gris que tenía. El pasearme por la margen izquierda, ver esa ambientación tan especial que tenía. No es que sea un experto, apenas había salido de mi barrio hasta que empecé con el grupo. He ido descubriendo historias que para mi eran muy grandes. Al llegar a Madrid por primera vez me entraron escalofríos al ver los edificios tan altos.

No le veo muy de playa y sombrilla...

En los últimos años sí que me ha cogido la socia y me ha llevado a la playa, y a mi me ha tocado estar debajo de la sombrilla moviendome con la sombra. La verdad es que también lo paso bien, porque cuando se mete el sol paseas y ves que los lugares no son tan bonitos como te habían contado, como me sucedió con Lanzarote. Es un lugar donde los guiris van a hacer lo que hacen en cualquier sitio: botellón y escuchar música a tope.

¿Qué se sueles llevar de viaje?

Para mi llevar la guitarra y un libro es indispensable. Con eso soy feliz. No sé a veces si llamarle trabajo o vacaciones. Para mí escribir una letra es un placer, no supone un sacrificio.

¿Tienes alguna vivencia que le guste recordar?

El año pasado estuve a finales de verano con una ONG en una escuela de música en Ciudad Darío (Nicaragua) y para mí fue una experiencia vivida de manera tan intensa con los alumnos que volví muy tocado. Aprendí el ritmo que ellos tienen y cómo ven la historia de la música, y ver como a pesar de la la pobreza, de las catástrofes familiares, no perdían la sonrisa en cada jornada que trabajábamos.

La verdad es que yo iría allí por lo menos una vez al año porque ha sido algo muy bonito y gratificante. Vivir en occidente es un verdadero lujo a pesar de las historias que tenemos ahora gracias a los que nos están jodiendo la manta.

 
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