La inconsistencia mantiene impoluto el casillero rojillo
Un flojísimo encuentro se traduce en la tercera derrota consecutiva de Osasuna, condenado a permanecer en descenso. Los rojllos, que acabaron con diez, fueron incapaces de reaccionar tras el gol de Aspas.
Tres partidos, tres derrotas. Cada una con sus circunstancias y en su estilo, pero derrotas a fin de cuentas. Ese es el bagaje de Osasuna en este arranque liguero. Tan arranque que es demasiado pronto para hablar de urgencias, como advertía José Luis Mendilibar antes de partir rumbo a Vigo, pero tan negativo que es inevitable sentir la presión, como también reconocía Patxi Puñal, antes incluso de encadenar este tercer tropiezo.
Bastante más lacerante, en realidad, que el de siete días atrás. La derrota ante el Barcelona escoció mucho, muchísimo, al mezclarse las sensaciones de injusticia y oportunidad única perdida, con influencia decisiva, además, de factores externos. Pero, dejando de lado los ardores del momento, lo de Balaídos fue peor. Sobre todo porque Osasuna cayó por sus propios deméritos. Fue, sobre todo, un equipo inconsistente, absolutamente falto de solidez, que además cayó ante un Celta, téorico candidato al sufrimiento, que tampoco tuvo que realizar un alarde de fútbol para sumar sus primeros puntos de la temporada. El hecho de que los dos goles albicelestes llegaran en otros tantos errores garrafales del cuadro navarro y que Osasuna, lejos de reaccionar tras el primer golpe, se diluyera como un azucarillo en el agua, tampoco contribuyen a que el viaje de regreso de Vigo resulte especialmente alegre.
El equipo de José Luis Mendilibar saltó al despoblado estadio gallego con la actuación del pasado domingo en la retina y en la moral. El único cambio -en el once, se entiende- respecto a aquel choque, forzoso y previsto: Anthony Annan sustituyó a Patxi Puñal en el centro del campo, debutando así como jugador rojillo. Culpar de esa variación a la que sufrió el equipo en general resultaría tan simple como incierto. Como que el futbolista ghanés fue, probablemente, el mejor de su equipo.
No fue tan mal la primera parte. Al menos -y pese a que ya se veía por donde podían llegar los mayores problemas para los rojillos, con Augusto Fernández muy entonado en banda derecha y, sobre todo, la movilidad de Iago Aspas enredando a la zaga- estuvo bastante igualada, en cuanto a juego y en cuanto a ocasiones. Con más intención que elaboración, los dos equipos fueron capaces de meter en apuros a la zaga contraria, el punto débil en ambos casos.
Aspas, por supuesto, fue el primer protagonista en el intercambio de golpes, con un buen balón para Mario Bermejo, que entre Annan y Andrés consiguieron despejar. Casi de inmediato llegó, en el área opuesta, la oportunidad más clara del primer tiempo y también la polémica, ambas con la firma de Joseba Llorente. El delantero hondarribiarra cabeceó primero al palo un gran centro de Raoul Loé al larguero y, sin tiempo para lamentarse, cayó ante Túñez al intentar rematar una asistencia de Marc Bertrán. Reclamó penalti Llorente y lo pareció sobre el campo, pero el árbitro no quiso saber nada.
No intervino la madera, pero sí una mano magistral de Andrés, para cercenar la respuesta celtiña. Centro, por supuesto de Augusto Fernández, y remate a bocajarro, por supuestísimo, de Iago Aspas.
Con los jugadores ofensivos aparentemente más entonados que sus compañeros de defensa, la emoción radicaba en saber de qué lado caería el primer gol. Que no llegó, pese a que Sisi y Llorente probaron con intención por parte rojilla y a pesar del libre indirecto del que disfrutó el Celta en el área, en el último suspiro del primer tiempo, por cesión de Marc Bertrán. Afortunadamente, el disparo de Álex López murió en la barrera.
Espejismo
Debió leerse la cartilla en ambas casetas durante el descanso porque unos y otros regresaron al césped con una pátina de seriedad. Líneas más juntas, mayor concentración, menos movimiento en las áreas, más aburrimiento para los espectadores y, probablemente, mayor satisfacción para José Luis Mendilibar y Paco Herrera.
Pero fue un espejismo. Pese a que la primera ruptura en el nuevo escenario corrió a cargo de Osasuna, con una combinación entre Lamah y Llorente que no pudo culminar Cejudo, fue su anfitrión el que, poco a poco, volvió a estirar líneas ante la impotencia de los navarros. A los que ni siquiera les quedaba esta vez el consuelo del perjuicio arbitral. Cantaron los líneas, pero tanto en un lado -gran pase en profunidad para Lamah, que se iba solo hacia el área- como en el otro -buena asistencia para el omnipresente Iago Aspas que también se encaminaba al mano a mano con Andrés-.
Pero aunque el reparto de llegadas se mantuviera más o menos equitativo, las sensaciones eran cada vez peores. También para Mendilibar, que intentó reforzar el centro del campo, uniendo a Timor al trivote. A los diez minutos tuvo que recular porque el Celta eligió ese momento para sacudir el primer golpe. La firma, evidente. Para todos menos para los zagueros rojillos, que permitieron que Aspas se quedara solo en el área para cabecear cruzado un centro de Augusto Fernández, que a su vez retrataba a Damià.
Quedaban veinte minutos por delante, pero la reacción iruindarra brilló por su ausencia. Metió dinamita Mendilibar, con Nino y Kike Sola, pero Javi Varas ni se enteró. Menos aún cuando una rigurosísima decisión del árbitro le suponía la segunda amarilla a Arribas. Osasuna se resignó a la derrota y lo pagó encajando el segundo gol, con un despiste colectivo mayúsculo que agradeció Bermejo.
No es José Luis Mendilibar un hombre que suela esconderse o buscar excusas peregrinas tras las derrotas. Tampoco lo hizo ayer, cuando asumió que Osasuna volvía de vacío de Vigo por haber disputado un mal encuentro, durante la mayor parte del cual fue «una sombra» de su rival. Nada que ver con lo sucedido la semana pasada, que ni siquiera le vale como ejemplo.
«Normalmente, cuando juegas con un equipo grande en tu casa siempre sueles hacer un buen partido pero también pierdes, por eso a mí ese tipo de encuentros no me valen como ejemplo de lo que tenemos que hacer», aseguró el entrenador zaldibartarra. Desde luego, poco tuvo que ver el que protagonizaron ayer sus hombres sobre el verde de Balaídos. «Hoy hemos jugado quince minutos -asumió Mendilibar- y el resto ha sido del Celta. Le hemos metido un poco de miedo al principio del partido, pero no hemos tenido la continuidad necesaria para tener opciones de ganar». «Solo ha habido un equipo sobre el terreno de juego -añadió-. Nosotros hemos sido una sombra del rival a partir de los quince minutos. Muchas veces hemos corrido como pollos sin cabeza, no hemos funcionado como grupo».
A lo que hay que añadir que los dos goles del rival «son errores nuestros». Aunque más incluso que esos errores puntuales, lo que más molestó al técnico vizcaino fue que su equipo no compitiera en un partido en el que tenía que haberlo hecho. «Incluso cuando íbamos perdiendo por un gol a cero. No es lo mismo perder por uno que por dos. Llevamos ya seis goles en contra y eso a final de temporada se nota», lamentó.
La consecuencia es que Osasuna llegará a la cuarta jornada con su casillero de puntos inmaculado. También al parón liguero, algo que suele escocer especialmente a los futbolistas. Lo admitía Mendilibar, aunque trató de restarle trascendencia. «Por supuesto que es mucho mejor ir al parón liguero con los tres puntos, pero no tenemos que volvernos locos con eso. Es verdad que son quince días, demasiado tiempo, porque si pierdes y además no juegas bien, tienes ganas de jugar rápidamente para olvidarte cuanto antes. Ahora tenemos que fastidiarnos y seguir y pensar en qué cosas no hemos hecho bien; el primero yo, por supuesto, y luego los jugadores. Pero también tenemos que pensar en descansar, en entrenar bien y en preparar el próximo partido. No tenemos que volvernos locos», insistió.
En el lado opuesto, Paco Herrera reconocía que «cuando llegas a un parón, ganar así es ideal porque te refuerza moralmente». En lo que respecta al choque, aseguró que la victoria del Celta «ha sido merecida porque el equipo ha jugado para ganar».
GARA
Tras Arribas y Sisi, Anthony Amann se convirtió en el tercer jugador que debuta esta temporada con la camiseta de Osasuna. Restan aún por hacerlo otros dos fichajes, Nano y Armenteros que, bien por lesión, bien por decisión técnica, ni siquiera han entrado aún en una convocatoria oficial.
Osasuna vio en el primer tiempo cómo el larguero le desbarataba una gran ocasión, al repeler un cabezazo de Joseba Llorente. No debió extrañarse. En tres jornadas, la madera de la portería celtiña ha despejado seis balones; los gallegos también han enviado dos a los palos.