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Txisko Fernández Periodista

Larga vida de Galindo excarcelado

Voy a seguir el ejemplo del periodismo español -fuente inagotable para conocer cómo no se debe hacer periodismo- para referir la breve historia penitenciaria del comandante Galindo. Y dejo constancia de que las expresiones que irán entrecomilladas a lo largo del texto las han usado en los últimos días periodistas de orientación política tan dispar como Iñaki Gabilondo y Alfonso Ussía; es más, algunas de ellas se vienen repitiendo en los titulares de todo el espectro mediático español, ya sea en «El País» o en Intereconomía.

Esta es la historia que nunca hasta ahora esos medios y periodistas se han atrevido a contar de esta manera. «El secuestrador» de Joxean Lasa y Joxi Zabala fue durante años el jefe de la Guardia Civil en Euskal Herria. «El secuestrador y torturador» de Lasa y Zabala fue condenado a más 75 años de cárcel por los tribunales españoles. «El secuestrador, torturador y asesino» ordenó que los cuerpos de los dos jóvenes tolosarras fueran enterrados en «un zulo» excavado en tierra alicantina después de arrojar cal sobre ellos.

Pues bien, «esa alimaña» fue puesta en libertad en 2004, cuando había cumplido cinco años de cárcel, porque Instituciones Penitenciarias consideró que los problemas de salud que le aquejaban no se podían tratar adecuadamente en prisión. Teniendo en cuenta que no ha mediado un milagro divino -al menos no me consta que El Vaticano lo haya certificado así- ni se ha producido un avance científico que haya posibilitado un nuevo tratamiento médico, está claro que el comandante no sufría una enfermedad terminal, puesto que ya han transcurrido ocho años desde que el Ministerio de Interior le concediera la libertad vigilada, siendo presidente del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero.

Llegando a las conclusiones, no me creo que los medios y periodistas españoles que entonces no utilizaron ni uno solo de esos adjetivos para referirse al comandante hayan cambiado de libro de estilo en estos últimos años. Simplemente, lo archivan en la papelera cuando se trata de hablar de las consecuencias del conflicto político y armado en Euskal Herria.

Y, para no caer en la tentación de usar este caso como un «espectáculo» (que diría Urkullu), no voy a poner calificativos a quienes se han solidarizado con el comandante excarcelado.

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