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Quim Monzó 2012/9/6. La Vanguardia

Va, pensiero...!

El domingo por la noche, en el Gran Teatre del Liceu se celebró la primera de dos interpretaciones de Lohengrin, la ópera de Wagner (...).

Cuando el domingo por la noche acabó la representación, el señor Miquel Llobet, cirujano y traumatólogo, colgó en su perfil de Twitter un texto -«En el Liceu, al acabar Lohengrin el público ha sacado la estelada»- y una foto. Se ve al público de pie, ovacionando a los intérpretes, con las lámparas de las barandillas de los pisos encendidas y, justo en medio, en el segundo piso, una bandera catalana estelada. La hora: las 11:40.

(...) Enseguida me vinieron las imágenes de cuando, a finales de los sesenta, muchos jóvenes iban a la puerta del teatro, a abuchear la llegada de los liceístas; los hombres vestidos con esmoquin, las mujeres con vestido largo y un abrigo de pieles. Pensé en el mundo de la Vida privada de Josep Maria de Sagarra, en el incendio de hace dos décadas, en la bomba de 1893 y en el sentido que siempre tuvieron las óperas de Verdi en Italia, durante el Risorgimento... Poca guasa con la estelada del Liceu. La espuma independentista crece día a día y, tal como nos maltratan, es lógico que así sea, pero no puedo evitar mirarla con escepticismo. Hay muchos que piensan que eso estará chupado y, si al final se consigue, no será tan fácilmente. Se habla mucho de la transversalidad del independentismo actual. Es la gran novedad de esta última década, y esa bandera es una prueba más, en un teatro muchos de cuyos habituales han demostrado a lo largo del tiempo gran habilidad a intuir cuándo hay que cambiar de indumentaria. La misma Vida privada deja claro cómo de la dictadura de Primo de Rivera supieron pasar sutilmente a la Segunda República. Evidentemente, la novela no habla de Franco porque no se puede anticipar a los acontecimientos, pero, con el mismo savoir faire, cuando llegó todos los habituales se acomodaron al nuevo régimen. Por eso no me parece una fruslería la estelada del Liceu, el domingo, después de Lohengrin. Los liceístas siempre ha tenido muy buen olfato para esas cosas.

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