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REIVINDICACIÓN DE SOBERANÍA

Una alerta de marejada en el Mar del Sur de China

Las aguas del Mar del Sur de China, o de la China Meridional, han estado muy revueltas este verano. Múltiples enfrentamientos y tensiones en torno a la reclamación de soberanía de algunas islas de la zona por parte de distintos estados han llevado a la región a una situación cuando menos delicada. El control del comercio que atraviesa la región, de la riqueza pesquera y de las reservas de gas y petróleo explicaría en gran parte los enfrentamientos entre los distintos estados de la región, que recurren a la retórica nacionalista y a la utilización de las tensiones territoriales para aliviar sus problemas locales.

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Txente REKONDO Gabinete vasco de Análisis Internacional (GAIN)

Hasta siete estados asiáticos mantienen disputas en torno a la propiedad territorial de las islas del Mar del Sur de China. China, Japón, Corea del Sur, Filipinas, Vietnam, Brunei y Malasia son los actores locales citados, pero en estos conflictos también conviven intereses de otros agentes como EEUU o Rusia. En el pasado los enfrentamientos, la mayoría dialécticos, han sido una constante, sin embargo este verano las maniobras de unos y otros han elevado la tensión en la región.

La atención mediática ha estado centrada en la disputa que mantienen China y Japón en torno a las islas Diaoyu/Senkaku, pero no ha sido la única. A comienzos de agosto la visita del presidente surcoreano a Dokdo/ Takeshima, enojó a Tokio, que sigue reivindicando como propio ese territorio controlado por Seúl.

Poco después, un grupo de chinos (provenientes de Hong Kong y Taiwán) fueron detenidos tras desembarcar en Senkaku y días más tarde un grupo de japoneses se concentró en el mismo lugar, lo que dio origen a manifestaciones de la comunidad china en toda la región.

Paralelamente, las disputas entre China y Vietnam subieron de tono, igual que las que mantienen Beijing y Manila. Sin olvidar que Brunei y Malasia mantienen su propio pulso con China, aunque en estos casos sus buenas relaciones rebajan al mínimo nivel de enfrentamiento.

Y en pleno julio, la visita de Dmitri Medvedev a Kunashiri (una de las cuatro islas de Hokkaido que reclama Japón), junto a la venta de seis submarinos a Vietnam (aumentando la capacidad marítima de Hanoi), dejaba entrever que Rusia también estaba dispuesta a defender sus intereses en la región.

EEUU también ha maniobrado en pro de sus intereses, aunque esos movimientos le pueden hacer perder alguno de sus preciados aliados locales. Fue el propio Barack Obama el que anunció hace algún tiempo que una de las prioridades en la política exterior de Washington se iba a centrar en el Pacífico, y desde entonces los movimientos norteamericanos han ido en la línea de fortalecer su presencia y sus alianzas en esa zona.

Por un lado, los dirigentes estadounidenses se encuentran ante la complicada disyuntiva, sobre todo a raíz del enfrentamiento entre sus preciados aliados regionales, Japón y Corea del Sur. Un apoyo abierto y decidido a las reclamaciones de Tokio aumentará el siempre latente rechazo de las generaciones de surcoreanos más jóvenes hacia la alianza de su país con EEUU. Al mismo tiempo, puede echar por tierra los intentos de Washington de unir fuerzas frente al imparable auge de China tanto en la región como a nivel mundial. Sin olvidar tampoco que incluso su relación con Taiwán puede entrar en una nueva fase nada favorable para EEUU.

El gigante asiático ha sabido mover fichas con astucia. La actual coyuntura le permite maniobrar con mayor firmeza, y consciente de que la percepción de la comunidad internacional en torno a los múltiples conflictos regionales parece algo difusa, ha buscado también reforzar su posición e intereses regionales.

En cierta medida, los enfrentamientos de este verano le han permitido a Beijing desviar la atención de otros problemas de índole interna, así como escenificar una unión de la llamada comunidad china más allá de las fronteras de la República Popular China, por ejemplo con manifestaciones en Hong Kong o Taiwán.

La memoria histórica en torno a las atrocidades japonesas durante el siglo pasado en la región ha sido otro factor que ha ayudado a la hora de comprender mejor las pugnas entre esos estados de la región y la propia estrategia china.

El pulso que mantienen China y EEUU en el nuevo orden mundial ha tenido también su reflejo en esta sucesión de crisis regionales. Los intentos de Washington por rodear militarmente a China han encontrado respuesta en la decisión de Beijing de militarizar alguna de las islas que controla.

Lograr que los intereses y las ambiciones de estas dos potencias encuentren un sencillo acomodo en la región no es tarea fácil. Y menos todavía a la vista de las declaraciones y propuestas que hace EEUU. Las manifestaciones más recientes de Hillary Clinton («el Pacífico es lo suficientemente grande para los dos») y la propuesta estadounidense de vehiculizar una especie de zona de libre comercio en la región, a pesar de sus desmentidos, es una maniobra destinada a debilitar a China o al menos contener su crecimiento económico y comercial.

La importancia de esa zona es económica, comercial y geopolítica. Esta lucha busca en parte controlar las líneas de comercio marítimo de la región (lo que algunos definen como la superautopista del mar) y, al mismo tiempo, del comercio mundial que atraviesa por ahí.

La riqueza pesquera, con importantes bancos de peces, y sobre todo su control, es otro de los factores clave en estas disputas y de vital importancia para países como Vietnam o Filipinas, que han visto cómo su economía es muy dependiente del sector pesquero. E incluso para países industrializados como Japón, donde ese sector todavía sigue teniendo gran peso económico.

Y a ello habría que sumar la carrera por hacerse con el control de las importantes reservas de gas y petróleo de la región, que, según algunos expertos, son incluso mayores que las que existen en Kuwait.

La pugna que China y EEUU, las elecciones para acceder a la Casa Blanca en noviembre o el XVIII Congreso del Partido Comunista de China que se celebra este otoño también condicionan los movimientos de unos y otros.

Todos estos aspectos, junto al uso interesado por parte de los diferentes actores de una retórica nacionalista y, sobre todo, a la utilización de dichas tensiones territoriales para aliviar las preocupaciones o problemas de las agendas locales, son factores que pueden ayudar a la hora de comprender mejor el enjambre de intereses y maniobras que a día de hoy amenazan en convertirse en una marejada en las aguas del llamado Mar del Sur de China.

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