Alberto Contador subió ayer al podio final de la Vuelta por séptima vez como ganador de una grande -aunque luego perdió dos por su positivo en el Tour de 2010- y de todos ellos el de ayer ha sido el triunfo que más ha tenido que pelear y el más meritorio porque por vez primera ganó sin ser el mejor.

Fue una Vuelta que dejó un gran ganador en la figura del madrileño y un gran derrotado en la de Joaquim Rodríguez, que comenzaba la semana tras las etapas más duras con todos los maillots en su mano y perdió ayer los dos últimos que le quedaban al entrar Valverde en el sprint para lograr un sexto puesto que le permitía ganar el verde de la regularidad y, con él, el blanco de la combinada.

Si hubiera querido Joaquim Rodríguez habría ganado todos los maillots de la Vuelta, incluido el rojo del líder de la general, porque le bastaba con seguir la rueda de un ciclista que ha sido inferior a él en las tres semanas de la carrera. Es difícil de entender cómo con una escapada por delante y un solo compañero a su lado Joaquim Rodríguez no salió a buscar al madrileño en el enésimo de los ataques que ha protagonizado en toda la Vuelta desde el inicio de Arrate.

En un ciclismo en el que muchos quieren defender sus puestos, Contador lo apostó todo a la victoria final y eso le dio el triunfo. Joaquim quiso especular en fases de la carrera y podía dejar salir al madrileño con Dani Moreno a su lado a tres kilómetros de una llegada en alto, pero no el día en el que su mejor compañero estaba lastimado por una caída y a 50 de meta...

Esa etapa recuperó la grandeza del ciclismo y ha demostrado que la espectacularidad no es mayor por poner diez finales en alto. Al final un puerto de Segunda en una etapa de media montaña fue lo más espectacular de toda la temporada.

La quinta de Degenkolb

Un recorrido montañoso que, paradójicamente, al corredor al que más ha beneficiado es a un sprinter, John Degenkolb, que aprovechó la ausencia de los mejores velocistas del pelotón, asustados por un trazado con once finales en subida, para lograr ayer en Madrid su quinta victoria de etapa al sprint.

El alemán se impuso a Viviani, Bennati, Allan Davis y Koldo Fernández de Larrea, que consiguió su mejor puesto en Madrid por delante de un Valverde que también demostró su carácter ganador al entrar en el sprint parar llevarse dos maillots, que se suman a sus dos triunfos de etapa y al segundo puesto en la general individual.

Ha sido el denominador común de la Vuelta, en la que todo el botín se lo han repartido entre muy pocos equipos y corredores. Ha ganado cinco etapas el Argos con Degenkolb; cuatro Katusha con Joaquim (3) y Menchov; tres BMC con Gilbert (2) y Cummings; y Movistar (con Valverde (2) y la crono por equipos; y una Saxo Bank (Contador), Omega (Cataldo), Caja Rural (Piedra), RadioShack (Bennati), Astana (Kessiakov) y Orica (Clarke, que además ganó la montaña). Es decir, doce de los veintidós equipos se han ido de vacío.

La última etapa no tuvo más historia que el sprint y una fuga en la que Mikel Astarloza y Javier Aramendia dieron representación a Euskaltel y Caja Rural en un sexteto completado por los Andalucía Carrasco y Chacón, Lagutin (Vacansoleil) y Seeldraeyers (Omega). Saltaron a falta de 50 kilómetros y no llegaron a tener más de un minuto de ventaja y fueron cazados cuando quisieron los equipos de los sprinters a seis de la llegada dominada por Degenkolb.

El segundo vasco de la etapa fue Gorka Verdugo, en un sorprendente décimo puesto en el sprint masivo. Quizás movido por la esperanza de que se pudiera registrar algún corte en el gran grupo que le permitiera recuperar los escasos nueve segundos en los que le ha aventajado en la general final Beñat Intxausti, y que le han impedido entrar por vez primera en un Top 10 en una gran vuelta. Los dos lo merecían, porque han logrado sus puestos tras trabajar mucho para sus dos líderes.