La sociedad catalana toma la palabra a Mas
Con un efecto catalizador inmediato, la multitudinaria manifestación del martes con motivo de la Diada ha desencadenado todo tipo de reacciones políticas. El nítido mensaje independentista de la movilización, insoslayable, ha obligado a todas las partes concernidas a marcar posición, y entre ellas destaca, por su importancia institucional, la del president, Artur Mas. El mandatario catalán intervino el miércoles en Barcelona y ayer en Madrid, y en ambas comparecencias dio muestras de haber tomado nota de la trascendencia histórica del momento.
El líder de CiU y jefe del Ejecutivo autonómico ha hecho un llamamiento a la transición nacional, ha declarado que Catalunya necesita constituirse en estado independiente y ha propuesto hacer una consulta en tal sentido. Es cierto que Mas adopta esta posición empujado por las circunstancias, que le obligan a dar una respuesta al clamor expresado hace apenas unos días. Él no es independentista, su trayectoria es elocuente al respecto. Pero este hecho no debe restar importancia a su pronunciamiento. Al contrario, seguramente a sus palabras les da más fuerza el hecho de que haya sido la sociedad quien las ha puesto en su boca, y minusvalorar su relevancia sería un error.
La movilización del 11 de setiembre supone un salto cualitativo para una sociedad que se ha acostumbrado a hablar de independencia con normalidad y que ha sido capaz de arrastrar a su clase política a asumirla. Sin embargo, no serán pocos los obstáculos que le salgan al paso. Entre ellos estarán la incomprensión y la amenaza que, una vez más, caracterizan la respuesta de Madrid, pero también el cauce que los partidos e instituciones de su propio país den a ese mandato social. Porque, sin duda, muchos intentarán tergiversarlo y utilizarlo en su interés. Ahora, los ciudadanos y ciudadanas de Catalunya tienen ante sí el reto de impedir que eso suceda y de obligar a su clase política a que sea consecuente con lo que hoy está proclamando.