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Iker Bizkarguenaga Periodista

El vecino del quinto

Todav�a no se ha apagado el eco de la enorme movilizaci�n del once de setiembre en Barcelona, pero entre todo lo que se ha dicho y escrito estos d�as creo que sobresale el poso de inmadurez que ha vuelto a mostrar la clase pol�tica y period�stica espa�ola. Y no me refiero a esa caterva de fachas que no tardaron ni un minuto en amenazar con constituciones y ej�rcitos. No, hablo sobre todo de ciertos pol�ticos y creadores de opini�n a los que la sociedad catalana lleva a�os se�al�ndoles la luna mientras ellos, con una terqueza proverbial, insisten en mirar el dedo. Con un aire de superioridad intelectual adem�s que no s� bien si asusta o causa hilaridad.

As�, algunos no se han cansado de repetir que la independencia sacar�a a Catalunya de la UE, que har�a a los catalanes infinitamente m�s pobres y, por si fuera poco, que el Bar�a ser�a expulsado de la Liga BBVA, antes conocida como Liga espa�ola. Como si la riada que ocup� las avenidas de la ciudad ol�mpica estuviera formada por menores de edad, por cr�os incapaces de calibrar las consecuencias de sus actos. El mi�rcoles, en una emisora progre de �mbito estatal, un opinador que por supuesto no era catal�n, como ninguno de los dem�s tertulianos que le acompa�aban, lleg� a decir que los asistentes a la Diada hab�an traicionado su esp�ritu original, �aquel que demandaba libertad, amnist�a y Estatut de autonom�a�. Qu� pereza... �pero d�nde ha estado esta gente durante los �ltimos 35 a�os?

Acostumbrados a opinar sobre los Pa�sos Catalans (aunque jam�s hablar�n de Pa�sos Catalans), de Euskal Herria (aunque jam�s hablar�n de Euskal Herria) en base a clich�s y t�picos con mala leche, resulta que ha llegado 2012 y algunos no saben ni por d�nde les pega el viento.

El independentismo se ha instalado en la sociedad catalana y ya no hay marcha atr�s. Es cierto que la movilizaci�n del martes pudo tener un tono festivo-populista poco militante, como me recordaba una amiga que estuvo presente. Pero puede que esa sea precisamente una de sus virtudes. Porque para conducir a un pa�s a la independencia, adem�s de contar con un grupo organizado de personas comprometidas y con una firme base ideol�gica, para que tire del carro, tambi�n es necesario convencer luego al vecino del quinto, el que siempre ha pasado -y seguir� pasando- de la �pol�tica�, para que le siga. Y en Catalunya casi todos los vecinos del quinto gritan ya independ�ncia.

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