
Fede de los R�os
Vienen tiempos interesantes
Quieren volver a las relaciones sociales del siglo XIX. Un siglo plagado de explotaci�n pero tambi�n de revoluciones producidas por la p�rdida del miedo y de la esperanza de los explotadosDe la futurible felicidad prometida por la casta sacerdotal una vez entregada nuestra vida al trabajo asalariado, al esfuerzo y al sacrificio, es decir, al sufrimiento, �qu� fue? Qued� atr�s como el despertar de una pesadilla. La Raz�n, mezcla de ciencia y con-ciencia, desvel� el entramado tramado para el enga�o. Y comprendimos que en la m�s humilde de las c�lulas existe m�s complejidad que en todos los dioses creados por el hombre; no en vano aquella unidad de vida es resultado de millones de a�os de evoluci�n, y estos, fruto de la impotencia y vana esperanza producida por la desesperaci�n. Sabido es que el que desespera, espera. No es, pues, extra�o, que junto con la fe y la caridad, la esperanza forme parte de lo que los cat�licos denominan como tr�ada de �virtudes�. Un intento de invalidar las razonables virtudes �cardinales� de los antiguos griegos y latinos: justicia, prudencia, fortaleza, templanza que conformaban al ciudadano de la polis, es decir, al pol�tico, aquel que se pre-ocupa y ocupa de los asuntos que a todos ata�en; y no al idiota, �nicamente ocupado de s� mismo.
Al vernos reacios a la felicidad de ultratumba, nos prometieron una felicidad adquirida en c�modos plazos mensuales. Hipotecamos nuestra felicidad convirti�ndola en una felicidad aplazada. El pago de los intereses ha impedido su disfrute y, ahora, con el no pago de las cuotas viene el desahucio. Ahora comprobamos que �nicamente form�bamos parte del decorado de la felicidad de otros y a esos otros les apetece reformar el atrezzo.
Ahora ya no necesitan prometernos felicidad. Han conseguido que un miedo espeso y l�quido, inaprensible y, las m�s de las veces, incomprensible, inunde nuestro cuerpo; que la precariedad sea un estado de �nimo permanente y que el futuro sea visto como amenaza. El miedo paraliza la raz�n: prostituye la justicia, acaba con la prudencia, quiebra la fortaleza y desequilibra la templanza. As� volver�n la caridad por falta de justicia, la fe anuladora de la prudencia y la esperanza par�lisis de la acci�n.
Por eso las fuerzas del antiguo r�gimen (en lo que algunos llaman Espa�a nunca desaparecieron, una clericalla apasionada por la hoguera, restos de una aristocracia mal aburguesada, una burgues�a par�sita e incapaz de ver m�s all� de lo inmediato, banqueros trabucaires y pol�ticos al servicio de los anteriores) se muestran ufanos. Quieren volver a las relaciones sociales del siglo XIX. Un siglo plagado de explotaci�n pero tambi�n de revoluciones producidas por la p�rdida del miedo y de la esperanza de los explotados.
M�s paro y corrupci�n que nunca, y nadie en la c�rcel; m�s empobrecidos que nunca, sin visos de mejora, mientras otros aumentan sus lujos. Miles de personas en la calle protestando y el endurecimiento del C�digo Penal como respuesta. Los catalanes manifiestan su deseo de independencia y, como si de vascos se tratase, son insultados y amenazados por don pelayos de izquierda y de derecha. Si vencemos el miedo, si nada espera- mos, vendr� la acci�n y con ella posibles �hondonadas de hostias�. Igual esta vez ganamos.