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Raimundo Fitero

Princesitas

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Bragas Princesa. Tetas Princesa. Hace unas décadas hubo un anuncio de una marca de calzoncillos que se pasó a la ropa interior femenina con una frase de fortuna popular: «bragas Princesa». Uno asiste estupefacto al indecente montaje publicitario sobre los cuarenta años de la periodista que es cuñada de Urdangarin. Es portada de algunos periódicos. Es noticia en muchos informativos televisivos. Lo fue hace unos días cuando ella y el Príncipe, llevaban a sus princesitas al primer día de curso a la escuela, privada, católica, ultra, naturalmente, en un ejercicio de soberbia borbónica imposible de tragarse. Aupada por un gobierno que busca cualquier distracción de la ciudadanía más inerte para que no se fijen en la realidad que les ha arrollado como dice ese supuesto presidente escondido.

Pero los medios se han refocilado estos días con el toples de otra princesa, duquesa de Cambridge, para más señas, la afamada Kate Middleton. Se monta un escándalo porque le han hecho una fotos en la Provenza francesa, con su príncipe, luciendo un cuerpo joven y sano. Es otro concepto monárquico. Los ingleses van mostrándose por partes y con sus cuerpos reales, recuérdese hace unas semanas el desnudo del príncipe Enrique, y no como la realeza zarzuelera que pivota alrededor del conseguidor Urdangarin, que solamente puede mostrar a la periodista con más retoques de cirugía que Carmen de Mairena, eso sí muy perfilada, como si ya reinase. Es una pose altiva, ridícula para una circunstancia como la suya, pero que intentan vender como una familia estable con princesitas rubias, eso sí, «sosas» según su propia madre.

Lo bueno de estos personajes corruptos integrales por definición es que hacen la campaña republicana ellos solos. Este impulso propagandístico tan insultante, con la situación económica actual, es una grosería tan asquerosa, que si tuvieran un gramo de inteligencia, se dejarían aconsejar por el cuñado para que les pusiese dinerito en sus paraísos fiscales, porque el exilio de estos mangantes rubios como la meada de cerveza es tan seguro como el rescate que niega De Guindos, cada día más banquero y menos ministro.

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