ZINEMALDIA SE PREPARA PARA SU 60 EDICIÓN
«Hay que convencer a las instituciones de que la cultura genera dinero»
JOSÉ LUIS REBORDINOS
Director del Festival Internacional de Cine de Donostia
Director de la Unidad de Cine de Donostia Kultura durante más de dos décadas, director de la Semana de Terror durante otro tanto y ocho años al frente del Festival de Cine de Derechos Humanos, el pasado año José Luis Rebordinos asumía la dirección de Zinemaldia. El próximo viernes 21 inaugura la 60 edición del festival y el 22 cumple 51 años.
Amaia EREÑAGA | DONOSTIA
«Yo, hasta que empiece el festival vivo aterrorizado, porque tenemos una parrilla de salida espectacular de premios, pero si mañana me cambian un rodaje..., porque absolutamente todos están en activo, que es otra de las apuestas que queríamos hacer: Queríamos premios de gente muy consagrada, pero que estuviera en activo. No queríamos viejas glorias. Dustin Hoffman, a su edad, dirige su primera película como director y además ya está en otros proyectos como actor; Tommy Lee Jones también está haciendo nuevas películas... Buscábamos ese perfil, un poco como el cartel del 60 aniversario: gente con historia, pero que estuviera viva, que estuviera cambiando y probando». A José Luis Rebordinos parece como si la cabeza le fuera a cien; aunque tal vez no sea producto únicamente de que el viernes arranca una edición especial, la 60, si no a que le va con el carácter. Desde que asumió la dirección del festival, ha emprendido una serie de cambios estructurales. El más importante: intentar conseguir que Donostia atraiga a la industria del cine, con iniciativas como el Foro de Coproducción entre Europa y América Latina, una «operación» -la de convertirse en puerta de entrada a la pujante producción latinoamericana- con un objetivo a 4-5 años. La huelga general del día 26 -el festival hará servicios mínimos, con la proyección únicamente de las películas a competición- y la subida del IVA son los dos dolores de cabeza de una edición marcada por la crisis económica.
«He dedicado el primer semestre de este año más a buscar dinero que a la parte artística», confiesa, aunque con buenos resultados: pese a la bajada de la subvenciones, el festival cuenta con un presupuesto parecido al del año pasado y la pérdida de los 480.00 euros de patrocinadores que tenían el año pasado, la han subsanado con 660.000 en nuevos patrocinios. «Yo soy como una especie de director de orquesta, pero un festival como este no sería posible sin el trabajo de todo el equipo. Además, hay una cosa que decir: que los directores de festivales, igual que los políticos, pasamos; es decir, vienen otros, y el festival se queda».
Inaugurar el festival con Richard Gere y Susan Sarandon y cerrarlo con Dustin Hoffman no es nada fácil. ¿Cuánto tiene de seducción y de contactos?
Estamos muy contentos. Hemos trabajado mucho y lo tengo que decir, porque no soy yo: ha trabajado todo el equipo del festival por encima de sus posibilidades. De hecho, ha sido un año muy duro para todos los equipos. Están muy tensionados, porque estamos haciendo un festival por encima de lo que es habitual. Luego, hemos tenido un punto de suerte: otros años peleamos y no nos coincide, nadie puede venir, y este año ya en abril vimos «The Arbitrage» y nos gustó mucho. Enseguida Richard Gere dijo que venía, ya nos lanzamos a por la película... y luego Susan Sarandon. Inaugurar con dos premios Donostia compitiendo es un lujo, y de Dustin Hoffamn no hace falta decir nada.
Vivimos tiempos difíciles, de crisis económica, ¿por dónde cree que tiene que ir el futuro de Zinemaldia?
En este momento en el que parece que la cultura sobra, yo creo que hay que convencer a las instituciones de dos cosas: primero, que la cultura, como la educación, como la sanidad, son cosas que nos hacen a las personas y a las sociedades mejores, pero, aparte, la cultura genera dinero. Le oí a mi colega de Venecia, Barberá, hablar hace poco en una entrevista de que los festivales de cine y las industrias culturales van a ayudar de salir de la crisis; es decir, que las industrias culturales son un polo de desarrollo muy importante. Creo que hay que insistir en ello. Por ejemplo, este año nosotros estamos desarrollando por primera vez con fuerza las actividades de industria en el seno del festival y nos ha apoyado el departamento de Industria del Gobierno Vasco. Esto es muy importante, porque es la primera vez que un departamento de Industria, que yo sepa, en el Estado apuesta por un festival de cine, es una novedad.
¿Y respecto al resto de los festivales? Alguna vez ha comentado que hay demasiada oferta.
Esto es un poco complicado. Yo he dicho alguna vez que me da la impresión de que sobran festivales de cine en el Estado y en Euskadi también, que es un poco reflejo de lo mismo. Esto puede sonar muy fuerte, pero ¿cuál es el problema de la crisis? Se va a llevar por delante propuestas estupendas, pero se va a llevar otras que estupendo se las lleve. Lo que pasa es que creo que, al final, las crisis terminan siendo negativas. A veces se dice que sirven para poner las cosas en su sitio, pero desgraciamente se llevan por delante demasiadas cosas buenas que luego costará mucho ponerlas. Yo creo los festivales vamos a tener que cambiar un concepto: y es algo que he defendido desde que hago festivales pequeñitos, que es que el director de un festival es un director para todo: es también un gerente. A mí no me valen las figuras de los directores artísticos. ¿Por qué? Porque un festival es una empresa como cualquier otra, donde tienes que gestionar personal, contratación, ingresos y gastos... Y creo que se ha tendido mucho a recibir un dinero público y a un director que era puramente artístico y que hacía una programación y no se preocupaba de nada más. Así es muy complicado sacar festivales competitivos que tengan un alto porcentaje de inversión privada. Y lo público tiene que combinarse con una buena gestión. Ayudará a encauzar un poco por ahí, pero me temo que recortarán las ayudas públicas hasta extremos muy difíciles de soportar.
No han podido asumir la subida del IVA. ¿Creen que reperturiá en taquilla? Tendrán ya hechos sus cálculos.
Estamos convencidos de ello. Ojalá nos equivoquemos. Yo creo que este año tenemos dos cosas que nos perjudican en términos económicos: la huelga, que probablemente nos suponga en taquilla 40.000-50.000 euros, y luego el IVA, que nosotros tenemos cifrado en otros 30.000 euros. Manteniendo el mismo número de taquilla, que era difícil, nos suponía ya perder cerca de 40.000 euros. Porque hacemos una taquilla de 600.00 euros: la taquilla es muy importante. Entonces lo que hemos hecho es mantener el precio, no subir el IPC como el año anterior, y repercutir el IVA. Luego, sacamos el abono al 25%, en vez del 20%, para que al que vaya al cine le salga la entrada a 5,35 euros. Mantener el 50% para los jóvenes, que les sale a 3 y pico euros y la películas subtituladas en euskara a 1 euro, para los que tienen la tarjeta joven de Kutxabank, para intentar que se vayan acostumbrando a verlas subtituladas en euskara, porque todos ellos hablan euskara perfectamente.
A conseguir que vengan películas lo denomina «operaciones».
Sí, porque cada película es como una operación diferente y tiene una mezcla de investigación policiaca y un punto de seducción. Tienes que ponerte tus mejores galas, no las tuyas, pero de lo que ofreces e intentas convencerle de que San Sebastián es mejor que irse a Venecia a competición. Y hay que demostrarles porqué.
¿Y qué es lo que tiene Donostia? ¿Qué baza tiene: el público?
Sí. San Sebastián tiene mucho prestigio como festival cinéfilo. En todo el mundo nos consideran un festival que quiere y cuida mucho al cine, y de eso, parte fundamental es el público. Nos parecemos bastante a Berlín. Creo que hay dos festivales de los grandes que cuidan al público, que son Berlín y San Sebastián, porque Cannes es solo para profesionales -el público no puede acceder con entrada- y Venecia es un festival con muy poquito eco. Cuando un director sale del Kursaal y sabe que su película ha gustado y hay 1.500 personas ovacionándole, eso le impresiona mucho. O si tú has hecho una ópera prima y estás en nuevos directores y al acabar un debate y se quedan 400 personas y discuten contigo, eso impresiona. Eso en Berlín lo tienen. Es una forma muy parecida a la nuestra, con debates y el modelo de festival a mí me gusta: cuida mucho al cine. San Sebastián lo que puede vender es que es un festival muy cinéfilo, que si una película gusta sale arropada con prestigio en el mundo cinematográfico. En nuestro «debe» aparece que tenemos poca industria, que se venden pocas películas, que hay poco negocio. Eso es lo que estamos intentado reforzar, porque lo otro ya lo tenemos.
Nuevos Directores se convierte este año en sección propia. ¿Es una apuesta del festival para convertirse en cantera?
Cuando yo cogí la dirección, había algunas cosas que me gustaría cambiar. He trabajando con Mikel (Olaciregui) diez años estupendamente, y además asumo todo lo que hemos hecho, yo estoy muy orgulloso y muy contento de haber trabajado bajo su dirección, pero es verdad que dentro del equipo tenemos diferentes formas de entender la realidad y el propio festival, aunque discutimos y llegamos a consensos. Cuando yo cogí la dirección tenía muy claro que Zabaltegi tiene que ser esa sección que se convierta en alternativa, donde todo cabe, porque hay una propuesta desde la organización de que hay algo curioso para ver. Sin embargo, hasta ahora Zabaltegi, con muy buenos resultados durante años, era donde estaban Nuevos Directores, Perlas y todos los especiales, normalmente documentales. Ya este año Nuevos Directores se ha convertido en una sección nueva con un premio de 90.000 euros, que lo tenía antes, pero que muchas veces no destacaba lo suficiente, y en este momento es la sección más importante del festival después de la competición. De hecho, me planteo para el año que viene, que tendremos que discutirlo en el equipo, que Perlas sea una sección en sí misma y que Zabaltegi responda más a lo que es este año Zabaltegi especiales, que lo mismo hay el estreno mundial de «As linhas de torres», de Valeria Sarmiento, que en Venecia se ha visto el largometraje, pero aquí se podrá ver la serie de tres horas en prémier mundial; el anime japonés «Asura» o la serie de televisión de Kysoshi Kurosawa. Que sea una sección donde todo está permitido y donde da igual si la película se haya dado en 18 festivales, con tal de que no se haya estrenado en el Estado.
Rebordinos niega tajantemente que hayan sufrido presiones para no seleccionar a “Barrura begiratzeko leihoak/ Ventanas al interior”, el documental sobre cinco presos vascos y reivindica la capacidad de «acertar o no» del comité de selección. Considera «perfectamente legítimo que alguien diga ‘hemos presentado la película al festival y pensamos que…’ . Mientras sea ‘pensamos que…’. Siento mucho en lo personal que algunos de los directores que integran esa película, a los que conozco y aprecio, piensen, si me conocen un poco, que hemos podido estar influenciados por cualquier tipo de presión. Lo siento en lo personal, me da mucha pena».
Respecto a la selección, explica que «las películas no se juzgan por separado», que es una especie de puzzle en la que juegan diferentes criterios: «En una selección siempre hay criterios políticos, porque el tema siempre se mezcla con la forma. Lo que hace ver una película no es que tenga una fotografía estupenda o un tema estupendamente tratado, es que ambas cosas funcionen y cuando nosotros buscamos películas que tengan un tema, que el tema sea importante, buscamos que haya una dialéctica. Es decir, no buscamos películas que respondan a nuestra forma de entender la realidad, primero porque dentro del equipo hay formas de pensar totalmente diferentes. No tenemos la misma opinión sobre la realidad del mundo, la realidad social, del conflicto de Euskadi… Os lo podemos asegurar. Pero sí tenemos algo en común y es que intentamos buscar películas, y ahora ya no refiriéndome a esta, porque de una en concreto no quiero hablar, cuando son películas cuando el tema es muy importante, intentamos buscar películas que ofrezcan diferentes puntos de vista, que den un mínimo de dialéctica, que dentro de la película haya contrastes… eso lo buscamos, luego acertaremos o no».
Los directores del documental, en su carta pública, acusaron al festival de no haberse atrevido a romper tabúes.
Es muy curioso que se diga eso, porque este mismo equipo ha programado las dos anteriores películas de Josu Martínez (uno de los directores). Y una era sobre Txapela, militante de ETA. ¿A nadie se le ha ocurrido pensar que igual se ha pensado que este año la película no encajaba porque había otra? ¿A nadie se le ha ocurrido pensar que, si las anteriores pudieron estar, esta ya ha parecido que no? Los mismos censores represores lo lógico es que hubieran rechazado todas las películas. ¿No se si se sabe que, como cualquier película de productores inscritos en The Industry Club, van a poder estar en nuestra videoteca para profesionales y van a tener acceso a la videoteca del Festival de Cannes en la página del festival de cine y cualquier profesional del mundo la va a poder ver? Si quisiéramos censurar una película no le daríamos acceso. Simplemente no hemos seleccionado la película y reivindicamos el derecho de un comité de selección a seleccionar la películas que le den la gana y a equivocarse. Si lo hace mal, lo que hay que hacer es poner otro comité de selección. Pero cualquier comité de selección tiene que ser soberano y lo grave es que se haya puesto en duda que lo sea. Que se juzgue la labor de este equipo, y si no gusta como trabajan, pues que se cambie. Yo he sido elegido por unas instituciones a dedo, exactamente igual me pueden cambiar. Pero que se juzgue un trabajo, no un a priori. Y el comité tiene derecho a hacer lo que quiera y tiene que tener el derecho a acertar o equivocarse, porque nos habremos equivocado en un montón de películas y habremos puesto muchas que muchos habrán pensado que no tienen que estar y se han quedado fuera otras que sí, seguro, como todos los años. Cuando tú ves mil y pico películas y seleccionas ciento y pico es imposible que no te equivoques. En mis quince años de selección oficial conozco equivocaciones gloriosas, yo he metido la pata hasta el fondo, yo he rechazado alguna película que años después le pedí perdón al director. Aquí hay muchas cosas que influyen. Lo único que quiero dejar claro y no quiero entrar en ninguna polémica, es que nosotros no hemos tenido ninguna presión, que el comité de selección ha actuado con total libertad y que, en este caso, ha elegido unas películas y no otras, sin ninguna presión para ninguna película, para que entre y para que no entre. Me sorprende mucho, ¿además, no me hago ni idea de quién me puede presionar ni cómo?Esta película está pasando una especie de vía crucis, con piedras continuamente en su camino. De hecho, el mismo delegado de Gobierno ha pedido su ilegalización.
No tengo ningún problema en decir públicamente que el que se intente que esta película no se proyecte públicamente me parece un disparate y un atentado a la libertad de expresión. Porque pienso que las personas que hablan en esa película, incluso el señor Mikel Antza, tienen derecho a expresar sus opiniones, dejando muy claro también que son opiniones que la organización a la que pertenecía el señor Mikel Antza no dejaba ejercer a algunos ciudadanos a los que asesinaba. Y que, desde luego, ante cualquier intento por prohibir que la película se exhiba, desde luego yo me posesionaría a favor de que se exhibiera. A.E.
Tengo que hacerle una crítica como mujer: los cinco premios Donostia son hombres.
Hay muchas mujeres que están encantadas de que sean estos cinco hombres. Pero es una crítica que la entiendo perfectamente, es lógico. Es una casualidad; es verdad que llama la atención que sean cinco hombres, pero ellos como tales son indiscutibles. Siempre estás echando la caña a diferentes cosas y, fíjate, los dos últimos años fueron Glen Close y Mery Streep, y este año, de pronto, cinco hombres.
¿O sea, que podrían haber sido todas mujeres?
No sé si cinco, pero varias sí. En la sección oficial solo hay dos películas dirigidas por mujeres, pero es que en Cannes no había ninguna. La situación es la que es, y lo doloroso y lo terrible es que hay muy pocas películas dirigidas por mujeres que estén en grandes circuitos, porque hay muy pocas con el nivel que se está exigiendo. Esto nos lleva a una reflexión previa: ¿qué pasa en esta sociedad para que no haya un flujo normal de mujeres y hombres directores? Curiosamente hay más productoras.