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China se reserva «el derecho a tomar medidas adicionales» contra Japón

China aseguró ayer que se reserva el derecho a tomar «medidas adicionales» en la disputa que mantiene con Japón por el archipiélago Diaoyu/Senkaku, aunque siguió apelando al diálogo, mientras EEUU llamaba a la calma y la moderación a ambas potencias asiáticas. Decenas de miles de chinos volvieron a movilizarse contra Japón y una decena de multinacionales japonesas, sobre todo de automoción, cerraron sus plantas.

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GARA | BEIJING

El Gobierno de Beijing «se reserva el derecho de adoptar medidas adicionales, aunque esperamos resolver el asunto mediante la negociación pacífica», afirmó el ministro chino de Defensa, Liang Guanglie, tras reunirse con su homólogo estadounidense, Leon Panetta, quien reiteró la neutralidad de EEUU, cuestionada por los medios chinos, y llamó a «la calma y la moderación de todas las partes». La tensión se disparó la semana pasada por la compra por parte de Japón de tres de las cinco islas del archipiélago.

Las declaraciones de Liang coincidieron con las numerosas manfestaciones antijaponesas en China para reclamar la soberanía sobre el disputado archipiélago Diaoyu/ Senkaku y para conmemorar el aniversario del «incidente de Mukden», que propició la invasión japonesa del territorio chino de Manchuria en 1931, considerado una humillación por Beijing. Las manifestaciones han sacado a relucir públicamente en China el mayor sentimiento antijaponés desde hace años.

En una rueda de prensa conjunta ofrecida con Panetta, Liang insistió en que «siempre hay esperanza para una solución pacífica y negociada», pero responsabilizó a Tokio del incremento de la tensión entre ambos países.

Igual que había hecho en Tokio, Panetta sostuvo que a nadie le interesa que el enfrentamiento entre China y Japón «degenere en un conflicto que perjudique la paz y la estabilidad en esta región tan importante». Aseguró que su país mantiene una posición neutral en el conflicto, aunque los medios oficiales chinos le acusan de hacer un doble juego. El propio Japón, su aliado en la zona, mantiene que la Casa Blanca está de acuerdo en el que su tratado de seguridad bilateral incluya también al archipiélago en disputa, lo que en la práctica supone que tendría que defender a Japón en caso de conflicto militar.

La visita de Panetta a Beijing, que buscaba ampliar los lazos militares bilaterales, que siguen siendo difíciles, para evitar malentendidos que puedan derivar en un enfrentamiento, coincidió con el punto álgido de la tensión chino-japonesa.

«Los odio a muerte»

Decenas de miles de chinos volvieron a tomar ayer las calles en varias ciudades del país, sobre todo en Beijing, Shanghai, Chengdu y Shenzhen. En la capital china, las protestas se concentraron en las inmediaciones de la Embajada japonesa, protegida por seis filas de policías antidisturbios y vallas metálicas de dos metros de altura y contra la que los manifestantes, que portaban banderas rojas y retratos de Mao Tse-tung, descargaron su ira con el lanzamiento de botellas de plástico, tomates y huevos. «Los odio a muerte», espetaban algunos manifestantes rememorando la larga guerra de invasión iniciada hace 81 años.

Al menos una decena de multinacionales niponas paralizaron ayer su actividad, sobre todo las firmas de automoción: Honda cerró sus cinco plantas, Nissan dos de las tres que tiene y Toyota redujo su actividad en sus nueve centros productivos. Mazda paró su fábrica de Nankin, al igual hizo Yamaha en sus cuatro centros.

También 30 de los 35 centros comerciales de Aeon cerraron sus puertas en Shenzhen y Cantón, al igual que hizo la cadena de ropa Uniqlo en 19 de sus 145 tiendas. Otras cadenas japonesas cerraron todos o algunos de sus locales, mientras otras recordaban a sus clientes que se trataba de franquicias gestionadas por un grupo chino o se protegían con banderas chinas en la entrada y el interior.

Ayer por la tarde, once patrulleras chinas se acercaron al archipiélago en disputa, en cuyas inmediaciones se espera la llegada de dos mil pesqueros, una vez finalizada la moratoria china a la actividad pesquera en esas aguas. Tokio, por su parte, extremó la vigilancia de los movimientos en la zona y pretende establecer una «zona de defensa» con unos 30 barcos de la guardia costera.

El «incidente de Mukden», preludio de la invasión japonesa de China

El «incidente de Mukden», conmemorado ayer por decenas de miles de chinos, fue protagonizado el 18 de setiembre de 1931 por el Ejército japonés para invadir Manchuria y fue el preludio de la guerra sino-japonesa y de la II Guerra Mundial.

Japón, que extendía su influencia y su presencia militar en Asia desde hacía décadas, se interesaba por Manchuria, rica en reservas naturales, después de haber ganado en 1905 una guerra contra Rusia y colonizado Corea en 1910.

Las autoridades japonesas de la región estaban dispuestas a tomar el control de ese territorio, cuna de la dinastía manchú Qing, cuyo dominio obre China finalizó en 1911. Con su terreno propicio para cultivar trigo, sus bosques y su petróleo, Manchuria se había convertido a lo largo del siglo XIX en tierra de inmigración para los han.

En 1928, los nipones vieron con malos ojos el juramento del señor de la guerra Zhang Xueliang al Gobierno nacionalista del Kuomintang dirigido por Tchang Kai-chek, que reforzaba los lazos entre Manchuria y el resto de China.

Oficiales japoneses enviados a Mukden, el actual Shenyang, decidieron actuar, pese a la vacilación de Tokio y volaron un tramo de la línea ferroviaria de Manchuria, construida por japoneses, atribuyendo el atentado a los chinos.

El Ejército nipón tomó el control de la región y en 1932 se proclamó el Estado títere de Manchukuo, formalmente dirigido por Pu Yi, el heredero al trono de la dinastía Qing, pero en realidad administrado por japoneses.

Tras tomar el control de Manchuria, Japón lanzó en 1937 una ofensiva para someter a China en su totalidad, una agresión que fue combatida por una alianza formal entre los nacionalistas de Tchang Kai-chek, en el poder, y los comunistas de Mao Tse-tung, hasta la derrota de Japón en 1945. GARA

Desembarco

Dos activistas japoneses procedentes de Okinawa a bordo de un pesquero alcanzaron ayer a nado la isla de Uotsuri, la más grande del archipiélago de las Senkaku/Diaoyu, tras fondear en las inmediaciones. Después de hora y media abandonaron el lugar.

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