El habitualmente tranquilo recibidor de la sede de EiTB en Bilbo se convirtió ayer por la tarde en un hervidero de periodistas, cámaras y cargos políticos durante el homenaje a Miguel Ángel Blanco, que se celebró dos meses más tarde del decimoquinto aniversario, y que se presentaba como el acto de acercamiento entre el presidente del Gobierno español y la AVT, tras el duro enfrentamiento mantenido por la libertad de Iosu Uribetxebarria.

La llegada de los protagonistas prometía. Las primeras en llegar fueron las presidentas de las distintas asociaciones de «víctimas del terrorismo». Mari Mar Blanco, presidenta de la Fundación Miguel Ángel Blanco, lo hizo en primer lugar y actuó como anfitriona de los diferentes cargos políticos del PP, de la que ella es parlamentaria en Gasteiz, y de otros partidos, como Jesús Loza, Comisionado para las víctimas de Lakua.

En solitario, como queriendo lanzar un claro mensaje, llegaron después Maite Pagazaurtundua, presidenta de la Fundación de Víctimas del Terrorismo, y Ángeles Pedraza, una de las grandes protagonistas de la tarde, que decidió personarse sin compañía.

El último en llegar fue Mariano Rajoy, que lo hizo acompañado de la plana mayor del PP en la CAV; Antonio Basagoiti, Iñaki Oyarzábal o Javier Maroto, junto a otros «ilustres» veteranos como Carlos Iturgaiz y Leopoldo Barreda.

«Superioridad moral»

En el discurso que puso fin al homenaje al corporativo de Ermua, Rajoy defendió la postura inmovilista de su Ejecutivo, afirmando que «nunca, y repito, nunca, vamos a negociar con terroristas», ya que el presidente español entiende que «negociar es acercarse a la razón de la otra parte, y ETA no tiene ninguna razón».

Además, afirmó que «los demócratas no solo luchamos contra el terrorismo de ETA», dejando claro que su auténtico enemigo «es la pretensión totalitaria, el proyecto secesionista, independentista y sectarista de los que han sido conniventes con el terror, de los que han defendido esos métodos».

Mariano Rajoy también se refirió a la política penitenciaria a la que llevan sometiendo durante décadas a los prisioneros políticos vascos. Y lo hizo reafirmando su apuesta por «cumplir las leyes que nos hemos dado, aunque nos duela y nos cueste su aplicación» ya que, a su juicio, esto «nos da una superioridad moral respecto a los que no respetan la democracia».

Por último, y en un tono claramente electoral a un mes de la cita con las urnas, animó «a todos los vascos y españoles de bien», a apostar por «el único modelo que funciona, el de la Constitución y el del Estatuto de Gernika, el de la concordia».