GARA > Idatzia > Iritzia> De reojo

Raimundo Fitero

Funeral

 

Cualquiera que entrase sin saber nada de lo acontecido a las cadenas más afectas a Esperanza Aguirre la noche del lunes diecisiete de setiembre del año dos mil doce de nuestra era, pensaría que le estaban haciendo un obituario, que se asistía a un funeral por la presidenta de la Comunidad de Madrid, una de las más conspicuas representantes del neoliberalismo más radical. Con paciencia, recorrer 13TV, Intereconomía o la propia Tele Madrid, sus televisiones de cabecera, era adentrarse en un espacio acrítico, un laberinto de agradecimientos, una empalagosa sucesión de alabanzas que solamente se dispensan a los muertos. Unanimidad espectral para destacar la supuesta importancia de esta política tan dicharachera.

Probablemente la sorpresa por la dimisión fue tan grande, conmocionó de tal manera la vida fácil de los tertulianos de la mamandurria de Aguirre, los más confesos admiradores sumisos, que no pudieron hacer otra cosa que agradecer públicamente cómo había aumentado sus estómagos desde el poder mediático de esta señora tan propicia al espectáculo mediático-político. Incluso el anuncio de esta dimisión estuvo realizado con una puesta en escena inconmensurable, con sus lloros, su coro de plañideras, recargando de emociones extrañas que remitían a su situación clínica y personal para encapsular en ese ambiente la importancia principal de su decisión política.

Y desde esa hora del mediodía de ese día todo ha pivotado sobre esta dimisión. Ha venido a enrarecer todavía más el ambiente político. Mariano Rajoy, como siempre, no está, porque su preocupación mayor es qué le sucede con su Real Madrid en horas bajas. Escuchar a los tertulianos es colocarse ante un cuadro en blanco. La impresión es que se sienten huérfanos, porque era ella la auténtica lideresa, la que les inspiraba y les amamantaba con sus dineros. Lo peor es que todos tienen anécdotas para contar y en todas Esperanza es casi sobrenatural. Qué fieles vasallos. Qué gente tan formada en el gregarismo confesional al líder. El tiempo nos dirá las consecuencias y alcance político de esta dimisión. Porque esta urgencia por enterrarla políticamente huele muy mal.