El Govern habla de Estado propio mientras CiU dice no ser independentista
Mensajes bidireccionales de CiU en la jornada de resaca tras el desencuentro del jueves entre Rajoy y Mas. Mientras el portavoz del Govern, Francesc Homs, hablaba de la posibilidad de que el Parlament proclame el Estado propio, el secretario general de CiU, Oriol Pujol, aseguraba que «CiU no es independentista». Catalunya se prepara ya para las elecciones anticipadas, al tiempo que desde Madrid el PP vuelve a utilizar al PNV como ejemplo de «responsabilidad».
Beñat ZALDUA | BARCELONA
«S'ha acabat fer la puta i la ramoneta», sentenció hace pocas semanas el ex president Jordi Pujol, utilizando una expresión muy al uso durante su largo mandato en la Generalitat y que algunos han traducido con el más casto y castellano «tener el pie en dos zapatos».
Se refería de esta manera a la tradicional ambigüedad de CiU respecto a la cuestión nacional, siempre basculante dependiendo del momento político. Pujol defendía así una toma de posición clara a favor de la independencia.
Pese a que en los últimos días estamos viendo a la CiU más independentista de la historia, está por ver si, definitivamente, han enterrado a «la puta i la ramoneta». A primera hora de la mañana de ayer, el portavoz del Govern, Francesc Homs, daba un paso al frente al declarar en la emisora `Rac1' que, «después de un proceso electoral», el Parlament resultante «podría declarar el Estado propio».
Pese a no dar pistas sobre la fecha en la que se podrían celebrar las elecciones anticipadas, Homs otorgó a dichos comicios una «trascendencia histórica», añadiendo, en tono personal, que él siempre ha pensado «que veremos una Catalunya independiente».
Horas más tarde, fue el secretario general de Convergència, Oriol Pujol, el encargado dar un paso atrás en la `Cadena Ser', al declarar que «Convergència i Unió no es independentista», aunque matizó lo dicho aclarando que él, personalmente, sí que lo es. El hijo del ex president tampoco quiso mojarse directamente sobre el adelanto electoral, pero dejó claro que todos se están preparando: «yo creo que estar a punto no es malo».
Desde Madrid, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, volvió a apelar a la «responsabilidad», recurriendo una vez más a Urkullu y al PNV como ejemplo.
Entre elecciones y referéndum
El mismo día en que dieron un nuevo paso centralizador, esta vez en educación, Santamaría calificó de «ilegal» una hipotética declaración unilateral de independencia, mientras que desde el PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho amenazó con declarar ilegales unos comicios plebiscitarios. Uno de los temas estrellas en el día después del desencuentro entre Mas y Rajoy fue el debate sobre cuáles son los pasos a dar ante un escenario que nadie se niega a definir, como mínimo, de inédito.
Con declaraciones veladas como la de Homs, el Govern parece posicionarse por el inmediato adelanto electoral, que le serviría para capitalizar la movilización de la Diada y reforzar su poder, llegando a soñar con la mayoría absoluta. Conocedores del contexto, el resto de partidos ve con más recelo el adelanto electoral.
De hecho, según los analistas más madrugadores, solo el PP e ICV-EUiA podrían salvar la cita con decoro. Los primeros, junto al PSC, se niegan a aceptar el adelanto electoral, sabedores de que el soberanismo no haría más que reforzarse en las urnas.
Por su lado, ERC y SI prefieren explorar otras vías hacia la independencia, que pasarían o bien porque el proceso lo encabece el Parlament actual, que ya cuenta con una mayoría soberanista, o bien por la convocatoria de un referéndum del que emane un nuevo mandato popular para caminar hacia la secesión, sin necesidad de renovar escaños.
Pero sabedora de que es CiU quien tiene la sartén por el mango, Esquerra ya abogó el jueves por un programa de mínimos entre los partidos soberanistas en caso de que lleguen las elecciones.
El portavoz de CiU en el Congreso, Josep Antoni Duran Lleida, acusó al Gobierno de «cargarse» la Constitución con la reforma educativa -que plantea aumentar su capacidad de fijar los contenidos educativos hasta el 65% del currículo en el caso de comunidades con lengua cooficial- y propuso ejercer la «soberanía educativa» en Catalunya.
El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, dijo ayer en Roma que en su encuentro con el president de la Generalitat, Artur Mas, en Moncloa, el político catalán no le habló «ni de independencia ni de Estado propio», sino de pacto fiscal.
Después de que las patronales catalanas apostasen por el pacto fiscal como herramienta para parar la ola independentista, ayer habló, por fin, el presidente de la CEOE, el catalán Joan Rosell.
En un ataque de sinceridad, Rosell declaró que la independencia de Catalunya sería un «tremendo problemón» y apostó por resolver «de una vez» los problemas de financiación de Catalunya, pero proponiendo para ello el mercado único y no nada semejante al pacto fiscal.
La CEOE se alinea así con las tesis de los grandes poderes financieros catalanes, que según han señalado varios medios esta semana, estaría presionando a Mas para calmar una situación que Rosell definió «en ebullición».
El presidente de la Caixa, Isidre Fainé, y el de Banc Sabadell, Josep Oliu, estarían encabezando la presión sobre un Govern que camina con pies de plomo en este sector.
El malestar social también volvió a cobrar protagonismo ayer en Barcelona; por la mañana, con los `yayoflautas' ocupando la Bolsa, y por la tarde, con el pregón de las fiestas de la Mercé en una plaza Sant Jaume ocupada por la protesta de trabajadores municipales, conductores de autobús y activistas del Centro Social Autogestionado de Can Vies, en peligro de desalojo.
Todo el mismo día en que un informe del Síndic de Greuges -defensor del pueblo- señaló que 10.000 menores quedaron sin ayudas tras el recorte que CiU impuso el año pasado a la Renta Mínima de Inserción. B.Z.