La retirada de los 33.000 soldados de refuerzo enviados en 2010 a Afganistán por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ya ha concluido con la salida de los últimos efectivos, según informaron ayer fuentes del Pentágono.

El objetivo de este contingente era reforzar la lucha contra las milicias de los talibán, impedir la implantación de Al Qaeda y ayudar a las fuerzas de la OTAN en la tarea de consolidar el Ejército afgano con vistas a la futura retirada de las tropas internacionales.

De hecho, el refuerzo ha ayudado a recuperar terreno en el sur y el suroeste del país contra los talibanes, que han intensificado sus operaciones en el este, la frontera con Pakistán. No obstante, la retirada, que comenzó en julio, llega cuando la situación en el país se complica tras 11 años de guerra, y los ataques contra la ISAF por parte de soldados y policías afganos están aumentando con 51 muertes desde el inicio de la año.

Por otro lado, cinco civiles murieron y una docena resultaron heridos ayer por la explosión de una bomba en el distrito de Nawa, en la provincia de Helmand, según informó la Policía.