60 DONOSTIA ZINEMALDIA
Zinemaldia se pone nostálgico antes de coger carrerilla
Llegar a cumplir sesenta años, o ediciones en este caso, no es una tontería. La gala inaugural que tuvo lugar anoche en el auditorio Kursaal, con la que arrancó oficialmente esta edición tan especial del Festival Internacional de Cine de Donostia, estuvo marcada, como no puede ser de otra manera, por un cierto tono de nostalgia y de recuerdo hacia quienes estuvieron y ya no están, y a quienes fuimos y ya no seremos... Es el paso del tiempo.
Amaia EREÑAGA | DONOSTIA
Desde aquel 1953, cuando un grupo de comerciantes decidía crear un festival de cine, hasta la actualidad, el mundo, y con él Zinemaldia, han cambiado de forma vertiginosa. Del blanco y negro y los premios de talante ciertamente ingenuo, como el que se concedía al mejor traje o a la simpatía masculina o femenina, se ha pasado a un certamen como el que acaba de empezar que, pese a la crisis económica en la que estamos inmersos, así, visto a vuelapluma, resulta casi agotador: incluye dos secciones competitivas -la principal, la Sección Oficial-, la proyección de títulos ganadores de otros festivales, propuestas de nuevas cinematografías, estrenos que no suelen llegar a las salas comerciales y retrospectivas para recuperar a autores o géneros poco reconocidos. Y, por supuesto, todo ello en color y navegando en las nuevas tecnologías.
Alfombra roja con mucho público esperando desde bastante antes a la llegada de los invitados a la gala. Noche veraniega para tranquilidad de todos. Y, en el interior del Kursaal, una gala algo más larga que las que nos tienen habituados de otros años, ya que el número redondo, el 60, lo pedía; aunque también con unas presentaciones más relajadas, por el «buen rollito» entre los actores José Coronado -por cierto, de agradecer el esfuerzo por hablar en euskara-, Barbara Goenaga y Cayetana Guillén Cuervo.
El repaso de estas sesenta ediciones permitió recordar el paso por el certamen y la ciudad de estrellas como Bette Davies -su imagen recibiendo el premio Donostia días antes de que muriese es una de las emblemáticas de la historia del festival-, cineastas como Orson Welles, de un John Travolta jovencísimo y prietísimo de su época de «Fiebre de sábado noche» o de un Alfred Hitchcock cuyo «Vértigo», pese a todo se fue de aquí sin premio y con polémica incluida.
Un certamen marcado por la represión, el franquismo y la censura, con una década de los 60 en la que el festival estuvo a punto de desaparecer, unos años 70 conflictivos y unos años 80 en los que llegó la categoría A y una modernidad que hizo que, en los 90, definitivamente se convirtiera en un referente en el panorama de los grandes festivales internacionales. El futuro, ya se verá, aunque, el festival tendrá que bandear la crisis económica que hace desertar al público de las salas, pero, como apuntaron los presentadores, lo importante es que «sigamos amando el cine».
La edición número 60 arrancó ayer con la presentación de los jurados de las distintas secciones y de la entrega del premio de la Fipresci a la mejor película del año, un galardón elegida por críticos internacionales, y que recibió «Amour», de Michael Hanecke, un cineasta al que se calificó como «uno de los maestros del cine contemporáneo». El momento de la noche fue para el actor donostiarra Ramón Agirre, miembro del reparto del filme, quien recibió el premio en nombre del cineasta austriaco -en una entrevista concedida a este diario dijo que llevaría su mejor traje; no sabemos si fue así, pero sí que lucía impecable- y, en euskara y francés, bromeó con que colocaría el premio en la sala de su casa, para devolvérselo a Hanecke «en el siguiente rodaje».
La gala de ayer fue especial, también en su duración, no en vano no siempre se cumplen 60 ediciones. Entre los asistentes, cargos políticos -el ministro Wert, el lehendakari Patxi López, el alcalde Juan Karlos Izagirre...- y gentes del cine, entre los que destacaban Richard Gere y Susan Sarandon.
La edición de este año está dedicada al desaparecido Antxon Ezeiza, creador del cine nacional vasco y autor de, entre otras, «Ke arteko egunak», la primera película en euskara que compitió en un festival internacional.
El músico Jorge Drexler cumplía ayer años, al igual que otro de sus compañeros del jurado de Horizontes Latinos. El actor vasco Ramón Agirre tuvo el momento de la noche con su discurso en euskara y francés, y hubo emoción en el recuerdo al cineasta Georges Franju.