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60 DONOSTIA ZINEMALDIA

60 años de emoción

Iratxe Fresneda Afdosmirodjasd

El cine es emoción. El ser humano suele peregrinar hacia lugares como los cines, los estadios de fútbol o los conciertos en busca de ella. Hoy una inmensa cola llegaba hasta Sagues para ver «Arbitrage», de Nicholas Jarecki, la película que inauguraba la sección oficial a concurso. La sala del Kursaal estaba llena, a rebosar. Hacía años que no percibía tanta expectación ante el comienzo de Zinemaldia. Ha sido emocionante verlo, como impactante ha sido escuchar las palabras del cineasta argentino Benjamín Ávila al hablarnos de su «Infancia clandestina». La infancia de una generación que vivió la clandestinidad de sus progenitores y la hizo suya a la fuerza. Sucedió en Argentina, pero no únicamente. Ahora él lo cuenta, narra la historia de aquellos niños y niñas desde la cotidianeidad, desde lo pequeño. A través de las emociones de un niño, partiendo de lo personal hacia lo político, Benjamín Ávila muestra otra visión, la de los más jóvenes, aquellos que vivieron momentos en los que el terror invadía su día a día y, aun así, sentían sus vidas fluir. Niños clandestinos y ancianos al final del camino. En «Amour», Michael Haneke, el premio Fipresci de este año, retrata con maestría el ocaso de la vida, de la fragilidad de la existencia humana. Su cine es una ventana abierta a la vida, nos la muestra sin tapujos, sin miedo, sin dejarse llevar por sentimentalismos pero emocionándonos. Porque, de eso se trata cuando vemos una película, de que nos llegue y se nos quede. Y sí, puede que todo lo hayamos visto ya, salvo aquello que se ve con el corazón.

 
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