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Iker Casanova Alonso | Escritor

Ganar desde la margen izquierda

A un mes escaso de la cita con las urnas en la CAV todo apunta hacia un duelo por la hegemonía política entre el PNV y Euskal Herria Bildu que se va a prolongar más allá de estas elecciones. A favor de EHB se encuentra la clamorosa demanda social de una nueva forma de hacer política, la necesidad de alternativas sociales de izquierda y la quiebra del proyecto España. En contra, la acción de la poderosa coalición política, económica y mediática que tiene enfrente y el riesgo, casi de carácter técnico, de no saber orientar las velas de forma adecuada para maximizar el impulso de esos vectores favorables. Desde la óptica del PNV podemos pensar que le beneficiará el deseo que entre su base social y su estructura produce poder recuperar la Lehendakaritza y la posibilidad de agrupar el voto anti-EHB, y le perjudicará la grisura de su candidato y su propuesta y el descrédito de la clase política tradicional de la que es un claro exponente.

En este contexto, teniendo en cuenta el punto de partida actual y en función de cómo juegue cada partido sus cartas, creo que EHB se va a mover en una franja de entre 300 y 350 mil votos, mientras el PNV lo hará en una horquilla de entre 325 y 375 mil. Esto supone que la victoria en escaños puede dirimirse en función de la atribución de los últimos representantes de cada herrialde. Por eso, aunque los resultados pueden preverse a grandes rasgos, la concreción en parlamentarios va depender en última instancia de un número muy pequeño de votos.

La apuesta de EHB es a largo plazo y consiste en liderar un proceso de cambio político y social en este país que desemboque en la instauración de un nuevo marco jurídico político y en el desarrollo durante y después del proceso de políticas sociales de izquierda. No ganar estas elecciones no es ninguna catástrofe pero es obvio que una victoria supondría un impulso importante a ese proceso, tanto si fuera la vía de acceso al gobierno autonómico como si desembocara en una oposición revestida de un claro liderazgo moral.

¿Cómo conseguir entonces ese número de votos que puede dar el triunfo en el sprint final? En los núcleos de población pequeños y medianos la ciudadanía puede evaluar la gestión de una forma directa, basándose en su experiencia personal y no en las realidades virtuales generadas desde los medios de comunicación del sistema. En muchos de ellos Bildu está gobernando de forma bastante acertada. La positiva acción de gobierno y la eficacia de las redes de comunicación horizontales, unida a una ya de por sí importante presencia social previa, son nuestros principales instrumentos electorales en amplias zonas del país.

Pero estos recursos no existen en los grandes núcleos urbanos. Con la excepción de Donostia, el soberanismo de izquierda no es alternativa de gobierno en ningún gran municipio vasco. Y entre todas las áreas urbanas destaca la conurbación del Gran Bilbao, que reuniendo a casi un tercio de la población vasca es el gran punto débil de los abertzales de izquierda. En las municipales de 2011, sin contar Bilbo (con 50 mil votos de ventaja para el PNV) Bildu habría sido la primera fuerza en la CAV. Ahí está el reto no solo de cara a las elecciones sino de cara al futuro de este país.

El análisis profundo de las causas de esta situación así como el diseño y puesta en marcha de mecanismos de resolución, aunque es urgente, llevará aún un tiempo. De momento en el mes escaso de precampaña y campaña, centrémonos en reforzar nuestra presencia en la Euskal Herria urbana, para intentar recibir desde ahí el impulso que necesitamos para redondear nuestro resultado. Necesitamos redoblar el esfuerzo militante e innovar en estrategias de comunicación así como adaptar el discurso enfatizando aquellos aspectos que hacen a EHB y su proyecto la alternativa eficaz a los partidos del sistema. Es algo que no solo atañe a la estructura ya que estoy convencido de que se van a ganar más votos a través de las relaciones personales que a través de las vías clásicas. Tenemos argumentos de sobra para realizar este trabajo en nuestro entorno.

Solo EHB ofrece hoy por hoy una alternativa de izquierda creíble. Un proyecto basado en una fiscalidad progresiva que permita la extensión de los derechos sociales, una apuesta por una economía innovadora sostenible social y ecológicamente, una defensa de la igualdad real de la mujer, del sector público, de la participación ciudadana, de la sanidad y la educación universales y gratuitas... todo ello desde una forma distinta de hacer política basada en la honradez. EHB no solo ofrece una firme defensa de la identidad nacional sino también una alternativa sociopolítica para incrementar el nivel de democracia y la calidad de vida de la ciudadanía de este país. Es un proyecto abierto que, frente a la obsesión españolista de mantener comunidades enfrentadas, ofrece una alternativa para todas basada en no mirar dónde se ha nacido sino a dónde se quiere ir. Y queremos ir hacia una Euskal Herria libre y soberana.

El soberanismo es la continuación natural del análisis de izquierda. No hay más que ver la evolución política de la derecha en nuestro país para entenderlo. La oligarquía vasca fue liberal en el XIX, fascista en el 36 y constitucionalista hoy en día. Es decir, siempre española, porque depositaba entonces, y lo hace hoy en día, en la fuerza del Estado español la esperanza de detener la lucha de la clase trabajadora vasca. Esa oligarquía votará PP el 21-O y suspirará por un acuerdo PNV-PSOE que cierre el paso a EHB. Desean que el PSOE defienda su bandera y el PNV su cartera. La derecha autóctona realiza el mismo análisis y por eso, más allá del folklore, a la hora de la verdad el sector empresarial del PNV desea seguir unido a una España que garantice sus intereses económicos antes que poner el futuro de Euskal Herria en manos de su ciudadanía. A diferencia de sus homólogos de la derecha española ellos tienen claro que prefieren una Euskal Herria «rota antes que roja».

Tenemos que conseguir que los trabajadores vascos entiendan, también en Bilbo, en Barakaldo y en Altza, que solo en una Euskal Herria independiente se podrá materializar un programa de cambio social profundo. En un estado vasco independiente nunca nos enfrentaríamos a una mayoría absoluta del PP dictando una política social y económica de extrema derecha. La soberanía no solo posibilita el desarrollo de la identidad cultural de una comunidad, lo que tiene un valor intrínseco, sino que permite a un pueblo recuperar el poder de decisión para que los aspectos socieconómicos claves puedan ser decididos en consonancia con su voluntad y sus necesidades.

De entre las zonas urbanas a las que me he referido en este artículo destaca una, por su tamaño y su importancia en nuestra historia reciente, Ezkerraldea. Euskal Herria tiene contraída una deuda histórica con la Margen Izquierda. Durante décadas sus trabajadores (y las que parían los hijos y lavaban la ropa de esos trabajadores) se han sacrificado construyendo a tres turnos la riqueza vasca que, aunque en buena medida fue a parar a manos de una voraz oligarquía, también ha contribuido a aumentar el nivel de bienestar de todo el país. En este viaje la Margen Izquierda ha perdido sus montes y sus ríos, ha degradado su paisaje urbano, ha sacrificado la salud de sus gentes. Ya ha pasado el agridulce esplendor de la industria pesada y se ha evaporado el espejismo creado por quienes, dando la espalda a la cultura industrial de la comarca, quisieron que saliéramos adelante a base de abrir hipermercados. Ahora la enésima crisis nos sitúa, otra vez, en las tasas de paro, pobreza, desahucios... más altas de Euskal Herria.

Aunque en esta zona no existiera una concentración demográfica vital para conformar el mapa político vasco deberían diseñarse políticas específicas para la revitalización económica y social, como debe hacerse en Sakana o Busturialdea. Pero es que además el futuro del país se juega aquí, en la Margen Izquierda y en esas otras «Margen Izquierda» que hay en nuestro pueblo. En esa «Ezkerraldea» que se llama Irun y Eibar, Basauri y Zorrotza, Beraun y Zaramaga. El trabajo a realizar es de carácter estratégico: pelear por que la recuperación socioeconómica de Ezkerraldea se convierta en una prioridad nacional; generar alternativas y propuestas de revitalización de la comarca desde una perspectiva de izquierdas; invertir recursos humanos y materiales en la mejora de la posición del soberanismo de izquierda y adecuar en fondo y forma el discurso a la realidad sociológica de la Margen Izquierda (de las márgenes izquierda) constituye una necesidad imperiosa si queremos que estos territorios se sumen al proceso de cambio político y social en marcha.

Porque la libertad de Euskal Herria solo se puede lograr partiendo desde la margen izquierda geográfica e ideológica.

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