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Kaiku, una cooperativa de baserritarras que también reivindica la leche del país

La cooperativa de baserritarras Kaiku ha trasmitido a este diario su posición ante la polémia suscitada con Euskal Herria Esnea y explica que el único problema que observan en la leche de la cooperativa de Karrantza es su nombre, porque ellos también se consideran productores de Euskal Herria y se esfuerzan en mantener una industria local frente el empuje de las grandes empresas del sector.

Joseba SALBADOR

Los responsables de la cooperativa Kaiku, integrada por 420 socios de toda Euskal Herria, no ocultan su disgusto por la deriva que ha tomado la polémica creada tras la carta que remitieron al Gobierno de Gasteiz ante la comercialización de la leche Euskal Herria Esnea. Por ello, quieren explicar en primera persona su relato de los hechos, con la esperanza de que las aguas vuelvan a su cauce y se ponga fin a una polémica, a su juicio, artificial y que no tiene razón de ser.

Joxe Urrestarazu, presidente de la cooperativa, y Jon Agirre, vicepresidente, señalan que si enviaron la carta a Lakua fue solo porque consideran que ellos también producen leche de Euskal Herria y porque quieren que se reconozca el esfuerzo y las inversiones realizadas durante décadas para que las grandes empresas del sector no terminaran haciendo desaparecer la industria local. Por todo ello, consideran que denominar un producto con el nombre de Euskal Herria Esnea «puede confundir al consumidor».

En cuanto a las dudas sobre el origen del producto, explican que ellos no ponen en duda que la leche Euskal Herria Esnea sea del país, sino que el proceso de las plantas donde se envasan materias primas de diversas procedencias hace muy difícil diferenciar el producto final. «Lo que decimos es que es muy difícil garantizar que la leche que se lleva a Soria sea la que luego se trae».

Sobre la polémica por el euskara, Urrestarazu y Agirre se muestran rotundos al desmentir que su objetivo fuera denunciar el etiquetado en euskara y reiteran que «ha quedado demostrado que en nuestro escrito no se dice nada de eso», aunque finalmente la denuncia haya derivado en una sanción por utilizar solo el euskara, algo que, aseguran, «nos enteramos en los medios de comunicación» y que, en cualquier caso, consideran «retrógrado después de tantos años de normalización del euskera».

Los responsables de Kaiku reconocen que esta polémica les ha afectado profundamente. «Nosotros somos baserritarras, somos euskaldunes, y hemos tenido que explicar a nuestras propias familias que es falso que hayamos denunciado a otra empresa por etiquetar en euskara. Ni lo hicimos en el escrito ni era nuestro espíritu. Pero, lamentablemente, la polémica se ha llevado a ese punto, del que nadie sale beneficiado».

Lamentan también que, como consecuencia de ello, se hayan vertido duras acusaciones contra Kaiku que atribuyen, en gran medida, al desconocimiento existente.

180 millones de litros anuales

«Kaiku es una cooperativa cuyo origen se remonta a hace casi 60 años, cuando nuestros padres y abuelos vieron la necesidad de unirse y crear una industria como instrumento para comercializar la leche», explica Jon Agirre. En la década de los 90, las cooperativas de cada territorio -Gurelesa, Copeleche y Beyena- su unieron creando Kaiku, que actualmente integran 420 socios, si bien las familias que viven de la producción superan el millar, ya que hay explotaciones en las que trabaja más de una familia.

Actualmente, la cooperativa produce alrededor de 180 millones de litros al año, lo que representa el 70% de toda la producción de Hego Euskal Herria, a lo que hay que añadir otros 20 o 30 millones procedentes de la empesa Haize Hegoa de Ipar Euskal Herria. La empresa Iparlat, sin embargo, solo absorbe una cuarta parte de esta producción, y el resto es vendida a uno de los mayores grupos de distribución del Estado español.

Al margen de la producción propiamente dicha, los baserritarras son accionistas de Iparlat, la empresa con sede en Urnieta que procesa la leche que ellos producen y de la que poseen el 40,7%. Además de ello, existe una corporación alimentaria, denominada también Kaiku y participada en un 13,4% por la cooperativa de baserritarras.

Los cambios accionariales registrados este mismo año por la corporación han sido también criticados desde diversos sectores, ya que la dejaban en manos del grupo suizo Emmi, que aumentaba su participación del 42% al 66% al adquirir las acciones de Caja Rural de Navarra y Kalitatea, entre otras.

Ante estas críticas, Jon Agirre señala que en dicho proceso los ganaderos «hemos conseguido mantener el mismo porcentaje de participación, seguimos manteniendo aquí la sede social y la junta directiva y, además, la leche que se procesa sigue siendo la de aquí». Y respecto a las subvenciones y participaciones públicas, el vicepresidente de Kaiku aclara que, con la venta de sus acciones, el Gobierno de Gasteiz «ha recuperado con creces el dinero que invirtió en su día».

Agirre quiere salir también al paso de las críticas por no colaborar con Euskal Herria Esnea para envasar su producción y explica que los estatutos de Iparlat «no permiten procesar la leche de la competencia».

Sea de una forma o de otra, el directivo de Kaiku subraya que toda su actividad tiene como objetivo «revalorizar» el trabajo de los ganaderos vascos y destaca que en esta organización «tienen cabida tanto los grandes productores como los más pequeños». En el caso de Gipuzkoa, afirma, «recogemos el 100% de la producción, lo que significa que acudimos a todos los caseríos, por muy pequeños que sean y por muy alejados que estén, como sucede también en toda la zona norte de Nafarroa». Por ello, reclaman que la sociedad «tenga en cuenta la labor social» que realizan, algo a lo que no todas las grandes compañías están dispuestas.

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