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ENTREVISTA | Luis Bilbao Larrondo, Historiador

«El Gran Bilbao franquista tuvo unas consecuencias caóticas»

Tras un arduo trabajo, leyó el 14 de setiembre su tesis doctoral en la Universidad de Deusto sobre el urbanismo en Bilbo de 1959 a 1979, que se materializa en un documento de más de 1.000 páginas que desnuda las consecuencias del desarrollismo franquista dirigido por la élite financiera y política.

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Agustín GOIKOETXEA | BILBO

Tras analizar en profundidad el periodo histórico de 1959 a 1979, el historiador Luis Bilbao explica que la historia del Botxo está asociada a su industria, o a los anhelos exclusivamente económicos de la élite política financiera para satisfacer sus negocios, olvidándose de los intereses de la mayoría. Se erigió así una ciudad a espaldas del ciudadano, hostil para bilbainos y bilbainas. Con ese panorama, reivindica el papel del movimiento vecinal en pleno franquismo luchando por la mejora de las condiciones de vida de los barrios con graves problemas.

Sorprende que su tesis contenga asuntos de gran actualidad, como el debate sobre la ubicación de la universidad pública.

Las infraestructuras es uno de los grandes fracasos del franquismo. Los empresarios que lo apoyan reclaman constantemente dinero al Estado para llevar adelante proyectos que responden exclusivamente a un criterio económico y no urbanístico. No lo consiguen y sufren una enorme frustración.

Esos proyectos no serán una realidad hasta después de la muerte de Franco. Entre los ejemplos se encuentra el puerto exterior, ante la congestión que sufrían los muelles en la trama urbana y sobre todo a que surgen otras necesidades a los dirigentes financieros con la concesión de Petronor, se apuesta por el superpuerto en el Abra. En cuanto a la Universidad, se plantea la revisión del Plan Basurto-San Mamés, que contemplaba sacar de la urbe grandes equipamientos como la feria de muestras al polígono de Boroa en Zornotza, el campo de San Mamés a Lezama, el hospital de Basurto junto a la Universidad de Leioa y la Casa de la Misericordia dejando ese suelo como área residencial y comercial.

¿Cuál era la situación real?

En 1975, los grandes urbanistas británicos que llegan a Bilbao -entre ellos, Mckiterick, Manners o Hall- defienden que se debe pasar de ser una ciudad industrial a una de servicios, tal y como había sucedido en Gran Bretaña. La realidad era la de una ciudad con un ayuntamiento en quiebra, con miles de millones de pesetas de deudas, que sufría una extraordinaria contaminación; de hecho era la ciudad más contaminada de Europa y una de las más del mundo.

A ello hay que unir la grave precariedad en planificación urbana, como consecuencia de haber actuado con un carácter especulativo, usando zonas libres y públicas para beneficio privado. Se erigió así un Bilbao a espaldas del ciudadano, hostil, que infundía temor. Ahí está el proyecto para destruir la Alhóndiga edificando viviendas para sanear las maltrechas arcas municipales; se degrada sin ningún miramiento el Ensanche, mutilando su calidad urbana; construyendo el polémico parking subterráneo de la Plaza Nueva o el palacio de deportes en La Casilla, sin olvidarse de los barrios.

Analiza los primeros intentos por aportar por la rehabilitación, un hito para los actuales responsables municipales.

Hubo un expolio del patrimonio, que conllevó una política de beneficio a unos pocos mientras perjudicaba gravemente a una mayoría al degradar la ciudad con una especulación máxima y abusos continuos. En esa política rehabilitadora que se reivindica, hay que destacar el extraordinario papel que jugaron las asociaciones vecinales al concienciar de los problemas reales. Los barrios necesitaban ser acondicionados mínimamente para lo que eran necesarios más de 20.000 millones y el Consistorio no tenía fondos y sí una extraordinaria deuda.

Ante esa situación, surge la necesidad de rehabilitar la Alhóndiga o el casco histórico que había sido víctima de la especilación; de trasladar la fábrica de Echevarria; o de recuperar la Gran Vía, después de los planes de la alcaldesa de derribar edificios tan emblemáticos como el palacio foral, los teatros Arriaga, y Campos, entre otros, para erigir viviendas, oficinas o comercios. Esta conciencia de salvaguarda del patrimonio y de políticas de rehabilitación llegó con las AAVV y los partidos.

¿La política del PNV en materia urbanística ha sido muy diferente a la de las décadas anteriores, en el franquismo?

Cuando accedió al poder en el Consistorio, en 1979, fue una política de hechos consumados. No empezaban de cero ya que se encontraban hipotecados, en el sentido que Bilbao era una ciudad desastrosa en todos los aspectos. No les quedó otra que ser pragmáticos. De hecho, a quien encomendaron la política urbanística desde el Consejo General Vasco o posteriormente en el primer Gobierno Vasco eran los técnicos más experimentados, los que habían trabajado en la oficina técnica del Gran Bilbao. No se perdió aquella experiencia, sino que prosiguió aprovechándose de ella el PNV.

A modo de anécdota, recuerdo que en una entrevista a Xabier Arzalluz sobre con qué se encontraron cuando accedieron a las instituciones, me comentó que era tan desastrosa la situación por ese urbanismo salvaje que el consejero de Urbanismo, Juan José Pujana, puso al frente de esa tarea a un grupo de arquitectos a los que denominaban los «polacos» porque empezarían a planificar como si la CAV fuese la Polonia devastada tras la II Guerra Mundial. Tal vez sea exagerado pero da idea de aquella tremenda realidad y no olvidar que solo para resolver aquel desastre estarían hipotecados los siguientes 20 años.

¿Se ha avanzado en ese gran reto de la conformación de una verdadera área metropolitana?

El arquitecto director del Gran Bilbao, José Luis Burgos, sostenía que esa idea buscaba funcionar al unísono, como una gran ciudad, de hecho el Gran Bilbao tenía ese sentido metropolitano desde 1946 pero hasta los años 80 con Metrópoli 30 no fue una autentica realidad. El Gran Bilbao tuvo unas consecuencias caóticas al defender los anhelos de los políticos que eran industriales y financieros a la vez por encima de los de la ciudadanía.

Ha investigado sobre el papel que jugó el desaparecido diario "Hierro", ¿cuál fue?

``Hierro'' fue el diario vespertino de la Falange y de las Jons. Durante los años 60 y 70 llegó a publicar varias series en torno a la construcción, vivienda y urbanismo, con artículos de reputados arquitectos, urbanistas y científicos en torno a la ciudad y sus problemas, posibles soluciones, controversias, qué debates se producían a nivel internacional pero también a nivel local en torno a la ciudad. A parte de su faceta de diario del Movimiento, tuvo esta faceta divulgativa desconocida en otros periódicos dándole al urbanismo y a sus problemas un enfoque más científico.

 

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«Hubo un expolio del patrimonio, que conllevó una política de beneficio a unos pocos mientras perjudicaba gravemente a la mayoría al degradar la ciudad»

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