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Crisis en la eurozona

A Euskadi también se le acaba el tiempo

A juicio de los analistas necesitamos entidades financieras que no se dejen arrastrar por el descalabro financiero de la economía española y que reconozcan como prioridad la colaboración con nuestro tejido productivo, autónomos y pequeñas y medianas empresas.

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Han tenido una importante repercusión los datos proporcionados por el Eustat sobre la negativa evolución del PNB de la CAV durante el segundo trimestre del año: una caída del 0,4% respecto al trimestre anterior y del 0,9% en términos interanuales (frente a un -1,3% de la economía española en su conjunto). Las cifras de empleo proporcionadas por el Eustat indican también una reducción del 0,5% respecto al trimestre anterior y de un 2,3% en términos interanuales. El 7 de setiembre, Miguel Angel Lujua, presidente de Confebask, comentaba esta noticia en su blog indicando que «La situación es crítica. Las empresas industriales y de servicios, los autónomos, las familias ya no aguantan mucho más... La economía real languidece sin esperanza».

Los datos sobre evolución del PNB son coherentes con lo que también venía indicando la evolución de la actividad industrial. Evidentemente, la situación es crítica y -como a España- a Euskadi se le está acabando el tiempo. Hay que clarificar que las razones por las que esto está sucediendo son sustancialmente distintas en la CAV.

Como sabemos, Euskadi partía al inicio de la crisis de una posición relativa claramente mejor que la española. Fundamentalmente por no haber caído de forma sustancial en la trampa del sobreendeudamiento y haber basado su desarrollo durante los años anteriores en el impulso de la economía real y, fundamentalmente, en el mantenimiento del tejido industrial. Sin embargo, año tras año, la CAV está perdiendo posiciones. En evolución del PNB y, sobre todo, en empleo y en actividad industrial. A Euskadi se le está acabando el tiempo, fundamentalmente porque las posiciones relativas en el tejido productivo no son estáticas, sino que precisan un permanente esfuerzo de adaptación y renovación de la capacidad productiva para situarse de forma constante en mejor posición que nuestros competidores.

A Euskadi se le acaba el tiempo porque durante estos cinco años de crisis financiera no hemos hecho los deberes. Nuestros responsables políticos -gobierno y oposición- se han centrado fundamentalmente en el equilibrio entre ingresos y gastos a efectos de la política presupuestaria. Y esto era necesario, pero no era, ni mucho menos, suficiente. Hemos perdido cinco años en los que no hemos hecho lo que teníamos que hacer para «blindar Euskadi» que no es un objetivo nacionalista sino un requisito imprescindible en esta crisis financiera para defender la economía real frente a la avalancha del estallido de la economía financiera.

Hemos perdido cinco años imprescindibles para la reactivación de nuestro tejido económico a través de la reorientación estratégica del sistema financiero y, fundamentalmente, del gran salto adelante en equipamiento tecnológico que nuestra industria necesita para sobrevivir a medio plazo. Alguien dirá que los problemas de nuestra industria no son de medio sino de corto plazo. No estamos de acuerdo. Recordemos que han transcurrido ya cinco años de crisis financiera, más que suficientes para haber ya rentabilizado estrategias de medio e incluso de largo plazo.

Todavía hoy, en Euskadi invertimos muy poco en desarrollo tecnológico». Mucho menos de lo que nuestra industria necesita. El estallido de la crisis debería haber sido la campana que nos avisa de que ha empezado la cuenta atrás. La reorientación estratégica de nuestro sistema financiero era también esencial. Necesitamos entidades financieras -y directivos de las mismas- que no se dejen arrastrar por el descalabro financiero de la economía española y que reconozcan como su máxima prioridad la colaboración con nuestro tejido productivo, con nuestros autónomos y nuestras pequeñas y medianas empresas para salir adelante, para que ningún proyecto viable quede sin la financiación necesaria, para alentar la aparición de nuevos proyectos. KutxaBank y las cooperativas de crédito son instrumentos esenciales para hacer efectivo este compromiso del sistema financiero con el entorno productivo. Nuestros líderes políticos deben volcarse en comprometer a estas entidades -y, de ser posible, también a la banca privada- en este reto del conjunto de la sociedad vasca.

En nuestra opinión, es esencial minimizar el esfuerzo que los presupuestos públicos deban realizar para facilitar financiación a las empresas. Ello solo puede conseguirse si aseguramos que ese papel es asumido por las entidades financieras. Los entes públicos tendrán que hacerlo si no tienen más remedio, pero dadas las dificultades actuales en la recaudación impositiva, lo lógico es instar a las entidades financieras a que se vuelquen en este reto. Esto es el instrumento clave para que los recursos públicos puedan concentrarse en los otros dos retos estratégicos de la gran apuesta de nuestro país para hacer frente a la crisis económica: formación permanente y equipamiento tecnológico.

Dar un salto cualitativo en la formación permanente de nuestra fuerza productiva es un reto inmediato de nuestro país, imprescindible para capacitar a nuestra industria con resultados a medio plazo. En ello hay que comprometer a entidades de formación y empresas, y también exigir una clara autocrítica y rectificación a determinadas organizaciones sindicales y patronales por lo que han hecho al respecto y por lo que no han hecho.

Finalmente, el reto de la innovación tecnológica debería haber tenido carácter prioritario en nuestros presupuestos públicos desde 2008. Al contrario, nos hemos contentado con mantener el nivel de esfuerzo anterior. Pero esto es claramente insuficiente para nuestra industria y debería haber sido replanteado de forma inmediata al estallar la crisis. El esfuerzo a realizar es mucho mayor, y debemos plantearnos retos claros y ambiciosos al respecto, con el fin de acercarnos rápidamente de forma sustancial a los niveles de inversión tecnológica de las regiones avanzadas europeas. Nos estamos jugando la supervivencia de nuestra economía.

La economía española está, efectivamente, en una situación muy difícil. Pero también la economía de Euskadi. Las causas y los retos son distintos, pero el hecho de que los problemas de la economía española sean más graves no debería haber sido un pretexto para dormirnos. Y nuestros responsables políticos se han dormido. La cuenta atrás del reloj está en marcha.

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