Guzmán Ruiz Garro | Ex consejero general en la asamblea de BBK
Oliver Wyman y Kutxabank: solvencia e incertidumbre
El examen realizado por la consultora norteamericana Oliver Wyman ha situado a Kutxabank como la entidad más solvente del sistema financiero del estado español. De inmediato, los medios que elogiaron la conversión de las cajas vascongadas en este banco -fervientes promotores de su privatización-, se han apresurado a dar su espaldarazo a la gestión del actual consejo de administración impuesto por la alianza PNV-PP; también marcan la tendencia a seguir: explotar las enormes posibilidades de crecimiento. Incluso, dicen con quién: Catalunya Banc. Para animar el cotarro de la expansión de Kutxabank por otros territorios, recogen de forma profusa la opinión de su presidente, Mario Fernández, partidario de esta misma directriz. El «core capital» del 11,6% atribuido por la consultora yanqui contemplando un escenario ideado por los auditores, ha desatado su euforia.
Esperemos que la exagerada alegría sea contenida, porque cualquier estado emocional prolongado puede llevar a la exaltación y a la expansividad, amén de a la disminución de la capacidad de autocrítica y de la prudencia.
Dejando a un lado que los auditores analizan exclusivamente lo que se les pide y que, en el caso del informe de Oliver Wyman, no se les ha pedido un examen de todo el sistema financiero, lo deseable, en nuestro ámbito, sería ver un análisis objetivo y reposado de lo que ha ocurrido con las extintas BBK, Kutxa y Vital. Y digo desaparecidas porque, aunque estemos inmersos en un nuevo proceso electoral para renovar sus asambleas, todo el mundo sabe, o debería saber, que los órganos de gobierno que emanen de éstas, se tendrán que disolver «en virtud» del Memorándum europeo de Entendimiento sobre el sector financiero. Para noviembre el Gobierno central dictaminará sobre el futuro de las cajas de ahorros, abocándolas a convertirse en fundaciones especiales.
El «Memorandum of Understanding» ha marcado un calendario de obligado cumplimiento en el que se incluye una nueva regulación para las cajas; en ésta, se contempla que los órganos de decisión de las cajas desaparezcan y sean sustituidos por un Patronato. Además las cajas reconvertidas en fundaciones perderán la capacidad de gestionar la mayoría del negocio bancario. Euforias a parte, esto es lo realmente preocupante. En este contexto de incertidumbre, no estaría de más que los candidatos y candidatas a la Lehendakaritza aclarasen qué modelo financiero nos proponen.
Lo mismo que el Banco Bilbao Vizcaya dejó de ser un banco «vasco» cuando extendió su red de oficinas y se fue perdiendo el control accionarial desde Neguri, las cajas que conformaron Kutxabank, con la fracasada expansión por todo el estado y la compra de CajaSur han comprometido su solvencia y se han desnaturalizado.
Comento esto último, a pesar del informe satisfactorio de la consultora, porque, ateniéndonos a los datos publicados por la entidad financiera, CajaSur incrementa su índice de morosidad en más de 4 puntos. Y si damos por bueno lo publicado por los sindicatos en Kutxabank que hablan de un excedente de plantilla, por causa de la aventurera expansión, cifrado en 700 puestos de trabajo, ¿no estaríamos hablando de una insensatez supina al plantearnos la compra de Catalunya Banc? Ni que decir tiene que la absorción de parte del sobrante, por ajuste de la plantilla, se ha recolocado desde hace meses en las oficinas de Hego Euskal Herria, paralizándose así la creación de empleo propio.
Convendría que el lector supiera cuál es el banco favorito de los partidarios de nuevas compras. Catalunya Caixa, para mayor precisión Catalunya Banc, según Oliver Wyman, tiene un agujero de 10.825 millones de euros. Si la comparación se hace en términos relativos a su tamaño, es la entidad con mayor agujero, con un déficit de capital del 35,6% de sus activos ponderados por riesgo, seguida a corta distancia por Banco de Valencia, con un 33,7% y algo más lejos por NCG Banco, con un 25,6% y por BFA-Bankia, con un 23%.
En concreto precisa algo más del 20% de los 53.745 millones en que se cifra la recapitalización del conjunto del sistema. Es una de las entidades con una mayor proporción de activos inmobiliarios en su balance, con un porcentaje del 24,1 % del total de los activos, frente al 8,8 % de media de las principales entidades del país. Ha perdido 1.444,2 millones de euros en el primer semestre del año por las elevadas dotaciones efectuadas para cubrir su exposición al sector inmobiliario y para cumplir los decretos del Gobierno. La falta de solvencia la resuelven con el capital público, pero lo que no tiene remedio es su capacidad para generar resultados. En las pruebas realizadas se detecta que Catalunya Banc no generaría beneficios antes de provisiones en escenarios adversos y ni siquiera en el escenario base.
Y yo me pregunto: si existen serias incertidumbres porque se prevé la pérdida de la mayoría en el Patronato que sustituirá a los órganos rectores de las cajas, si tampoco se va a controlar el 51 % de las acciones de Kutxabank, ¿cómo diantres se puede seguir insistiendo en la compra de Catalunya Banc, si ni siquiera tienen garantizado mantener el control de su propio banco?
Y me atrevo a responder: cuentan con un plan B. Antes de explicar esta posible alternativa, diremos que al PP, aliado del PNV en el consejo y ejecutiva de Kutxabank, le importa una leche que éste sea social y público, y mucho menos, que sea vasco.
Y qué prefieren los jeltzales al respecto? El PNV siempre sumiso y dispuesto a acatar la llamada legislación vigente, ha dado por pérdida la batalla del control de Kutxabank. Aceptan lo que manda el Memorándum y lo único que piden es tiempo. Un largo periodo para que se consume, poco a poco, la total privatización del banco vasco-andaluz, de la manera más silenciosa posible, sin que tengan que pagar los costos por su colaboración en tamaño expolio a la sociedad.
Demandan también que no se infravaloren las acciones de Kutxabank y que se pague un dinerito por ellas; esto les daría margen de maniobra y medios para mantener una parte de la obra social. Ahora bien, sin la propiedad accionarial y cotizando en Bolsa se hace ilusorio esperar que Kutxabank, al que denominaron el banco con alma, mantenga a medio plazo su enraizamiento y que pueda cumplir la función social.
En el plan B del partido del candidato Urkullu y al que Mario Fernández presta una de sus cien caras, se contempla, por medio de un holding de empresarios afines, la compra de las suficientes acciones de Kutxabank para seguir controlando el banco, apoyándose en éste y en todos los resortes de poder que tengan a su alcance. Que Kutxabank sea vasco es lo de menos, lo que les importa es controlar una de las pocas entidades financieras que supervivirán a la crisis, aunque se corra el riesgo de que desaparezca el banco que nació de BBK, Kutxa y Vital. Por cierto, hipótesis admisible, dado lo ocurrido con la integración de Caja Navarra en Banca Cívica y la vampirización sufrida por ésta en Caixabank.
Que la mente humana sea dispersa y superficial casi siempre, debe tener bastante que ver con la falta de concreción de algunos candidatos a posar su trasero en el sillón de Ajuria Enea, porque, si excluimos las generalidades, casi nada oímos sobre temas de interés. Sobre qué piensan hacer para impedir que Kutxabank se privatice. Qué opinan sobre las conversaciones para unirse con el Banco Sabadell. Qué antídotos ofrecen a la incorporación de nuevos inversores marcada en el Memorando cuando todavía, si hubiese voluntad política, se podría dar marcha atrás a un proceso de bancarización que está a punto de desestabilizar de forma permanente el sistema financiero y la economía vasca.