El factor turco equilibra la guerra siria
Dabid LAZKANOITURBURU | Periodista
Algún día conoceremos la intrahistoria de una revolución sofocada a sangre y fuego por el régimen sirio y secuestrada luego por una revuelta armada amalgama de yihadismo local e internacional y de grupos-marionetas de los intereses de las potencias vecinas y mundiales.
De momento, y por desgracia, toca intentar arrojar luz sobre la situación en el frente de guerra. Y la irrupción del actor turco es decisiva.
Las insurreciones armadas en Damasco y Alepo, iniciadas en julio, estaban abocadas a la derrota por la indiscutible superioridad militar del régimen. Masacrados o expulsados de la periferia de la capital damascena, los rebeldes han modificado su estrategia para pasar a golpear con atentados contra símbolos del poder de Al-Assad.
Todo hacía presagiar un desenlace similar en la capital económica. Los rebeldes lanzaron un último intento a la desesperada para no ser expulsados de Alepo. Pero Ankara entró en escena, amenazando con la guerra total al régimen e impidiendo que retomara el control de los puestos fronterizos con Turquía, que sirven a los rebeldes como puertas a la retaguardia y como vitales líneas de suministro, tanto de hombres como de armas.
Los rebeldes han retomado la iniciativa, en un intento de yugular al Ejército sirio en Alepo y crear una zona «liberada» en la parte septentrional (incluyendo su feudo de la provincia de Idleb). Cuentan con el primo de Zumosol al norte y necesitan impedir que el régimen pueda enviar refuerzos desde el sur.
En este contexto, el desenlace de la guerra en Homs, a medio camino entre Alepo y Damasco, se antoja decisivo. Después de que Turquía parara el reloj, el tiempo corre ahora a favor de los rebeldes.