Sabin Etxea, como no podía ser de otra manera, se convirtió en una auténtica fiesta cuando las mejores previsiones del PNV se vieron desbordadas por los sucesivos datos que fueron arrojando las diferentes pantallas instaladas en la sede principal de los jeltzales.

Sin embargo, esa explosión de alegría, que se materializó en forma de efusivos abrazos y gritos de «Ari, ari, ari, Urkullu lehendakari», tardó en llegar. De hecho, horas antes algunos de los más madrugadores se mostraban visiblemente preocupados por los resultados del sondeo del grupo EiTB.

La encuesta arrojaba un empate técnico entre su partido y EH Bildu, con opciones incluso de que Mintegi superase a Urkullu en número de escaños. La tensión, los nervios y la preocupación que se reflejaba en las caras de esos militantes y simpatizantes dejaban entrever que no contaban con ese escenario entre sus planes.

Ese leve -y temporal- susto se vio también en el rostro de Andoni Ortuzar que, con gesto de alegría contenida, afirmó que estos comicios «han sido los primeros plenamente democráticos, sin la amenaza de ETA y con la participación de todas las sensibilidades políticas». Sobre los sondeos, señaló que «solo son orientativos» pero que aún así mostraban «que este país, aunque plural, es mayoritariamente abertzale». Reafirmó la intención de su partido de «lograr acuerdos amplios para avanzar». Nada más pronunciar esas palabras abandonó la sala con gesto serio. A buen seguro que al presidente del BBB la siguiente hora se le hizo eterna.

Explota la alegría

Porque ese fue el tiempo, exactamente una hora, que tardaron los jelkides en soltar lastre en forma de alivio. La encargada de proporcionarles tal alegría fue, paradójicamente, la portavoz en funciones del Gobierno de Lakua, Idoia Mendia, que ya en su primera comparecencia en la que ofreció los primeros datos oficiales daba una holgada victoria, que luego se confirmaría, a los dirigidos por Iñigo Urkullu.

A medida que los minutos pasaban y el escrutinio avanzaba, las sonrisas, tímidas al principio, se fueron tornando mucho más amplias, dando paso a los primeros abrazos y gritos.

Para las nueve y media de la noche, el hall de Sabin Etxea estaba a reventar de simpatizantes que, armados con banderines, celebraban ya abiertamente los buenos resultados del PNV que iban apareciendo en las televisiones habilitadas para seguir el recuento. Destacables fueron las grandes ovaciones escuchadas cuando aparecieron algunos feudos históricos de otros partidos, como Barakaldo o Gasteiz, conquistadas esta vez por los jeltzales, y sobre todo Donostia, donde la victoria del partido jeltzale fue celebrado como un gol en el último minuto en San Mamés.

Con ese caldo de cultivo, no extrañó la locura colectiva que se apoderó de todos los que se encontraban en la sede cuando Iñigo Urkullu apareció para saludar a los simpatizantes y comparecer ante los medios. Abrazos, felicitaciones y la consigna «Ari, ari, ari, Urkullu lehendakari» atronando con más fuerza que nunca.

La emoción del candidato

Acompañado en todo momento por la ejecutiva del Euzkadi Buru Batzar y ovacionado largamente por cargos del partido, Urkullu apareció visiblemente emocionado. Quiso subrayar su perfil más dialogante y pactista, señalando que «no podemos construir una Euskadi unos contra otros. Por eso, es más necesario que nunca buscar acuerdos amplios, plurales y estables».

El candidato jelkide, que fue interrumpido varias veces por sus fieles, hizo referencia a la crisis «política e institucional» que acompaña a la económica y mostró su voluntad «para cambiar esa imagen negativa que tenemos la clase política».

Terminada la rueda de prensa, Urkullu se dio un auténtico baño de masas con los simpatizantes, militantes y cargos congregados allí, que le mostraron toda su alegría, ya sin ningún tipo de corsé, dando paso a una noche que se presumía larga en Sabin Etxea.