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ELECCIONES EN ARABA, BIZKAIA Y GIPUZKOA

López: «Aquí no termina la aventura socialista»

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Nerea GOTI | BILBO

Patxi López esperó a que Iñigo Urkullu concluyera su discurso para comparecer ante los medios y la militancia del PSE (algo más de un centenar). Y lo hizo pasadas las 22.15, arropado por aplausos y gritos de «Patxi, Patxi», con un mensaje en el que destacó que los resultados no eran los esperados y atribuyó lo sucedido a la «movilización del voto nacionalista» ante la «confrontación» de los proyectos de PNV y EH Bildu, y al «desánimo» que la crisis económica ha podido causar en la ciudadanía.

López, que indicó que ya había felicitado a Urkullu por su victoria, dijo sentirse «orgulloso» de haber sido «el primer lehendakari socialista de este país», algo que calificó como «un honor» al ver cumplido «el sueño de generaciones de socialistas».

Buena parte de su escueta alocución estuvo centrada en hacer balance de la gestión realizada. «Somos nosotros los que hemos luchado por la libertad y la paz», aseguró, al tiempo que destacó que su Gobierno ha «sostenido el estado del bienestar ante la mayor ofensiva del neoliberalismo».

«Creo que podemos llevar la cabeza bien alta por lo que hemos conseguido», enfatizó ante su parroquia, reunida en un conocido hotel bilbaino, en el que la noche electoral solo cogió temperatura con la aparición de la Ejecutiva a última hora, conocida ya la pérdida de 9 escaños en la Cámara de Gasteiz con respecto a los comicios de marzo de 2009.

López no hizo más referencia al día después que la alusión a que «en estas elecciones no termina la aventura socialista». Más explícitos fueron algunos miembros de la Ejecutiva el PSE en conversaciones con los medios a lo largo del escrutinio, al resaltar que el PSE «va a ser determinante», en boca de Isabel Celaá, o la reflexión del secretario de organización, Alfonso Gil, al considerar que ahora es el PNV el que tiene que hablar, unido a un llamamiento a «trabajar juntos para salir de la crisis». Precisamente, esa condición de fuerza «determinante» en la formación del próximo Gobierno de Lakua fue la que circuló entre los corros de simpatizantes, que según llegaban de los colegios electorales se arremolinaban alrededor de las pantallas para seguir la evolución del escrutinio. Dos sumas recorrían los círculos de la militancia del PSE: la alianza de PNV y EH Bildu, con 48 escaños frente a los 26 de PSE y PP; y la unión de PNV y PSE, que agruparían 42 asientos en la Cámara, donde la mayoría absoluta se alcanza con 38.

Además de la debacle en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, los simpatizantes del PSE tuvieron que encajar también los resultados en Galicia. Rostros serios y gestos de cansancio servían de saludo a los apoderados que llegaban pasadas las nueve. «Cómo cambian las cosas en política en cuatro años», señaló en alto un simpatizante que no perdía de vista la pantalla.

Aquel 1 de marzo de 2009, López tampoco ganó las elecciones, pero apareció ante sus bases exultante sabedor que con la izquierda abertzale ilegalizada, los votos del PP le convertirían en lehendakari con solo 24 escaños (el voto por correo le otorgó uno más después). Basagoiti ya se había ofrecido para desbancar al PNV y López se sintió «legitimado para liderar el cambio», con el visto bueno de un Rodríguez Zapatero que, al parecer, le telefoneó para decirle: «Adelante, preséntate».

 

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