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Vicent Partal Periodista

La normalidad no la derrotas con leyes

El resultado de las elecciones vascas tienen una lectura imposible de obviar: deslegitima por completo el anterior Parlamento vasco. No solo por la ausencia de la izquierda abertzale que ahora es claramente la segunda fuerza política del país y la primera de la izquierda vasca. La Ley de Partidos y su aplicación en las elecciones vascas también dejó fuera del Gobierno al partido que claramente es el principal partido vasco. Y puso de rebote el Gobierno del país en manos de dos partidos que ahora, juntos los dos, no llegan ni a sumar los diputados que tiene el Partido Nacionalista Vasco.

Son paradojas que ha despejado la democracia. Cuando los vascos han podido votar sin ilegalizaciones y también sin violencia el retrato de país que emerge es claro e indiscutible. Visto desde Catalunya, la insistencia en el derecho al voto, que preside la demanda del referéndum de independencia, se ve así claramente reafirmada. Hemos vivido unos años en los que una Euskadi virtual y tramposa servía de freno a una Euskadi real que ahora simplemente vuelve a aparecer. Cuando dentro de unos años alguien tenga que estudiar lo que pasó en los últimos años, me imagino que la dureza será importante respecto a la maniobra que representó la ilegalización de la izquierda abertzale. Ilegalización que claramente no era solo una medida contra la violencia, tal y como ellos la presentaron, sino una clara manipulación electoral, para cambiar con la ley lo que no conseguían cambiar con los votos y el debate democrático.

De cualquier forma, lo que importa ahora es el futuro. Y en ese sentido hay que resaltar que la mayoría del País Vasco ha votado en clave abertzale. Más aun: la suma de las fuerzas que defienden la actual Constitución española en Euskadi no solo pierden escaños, sino que pierden muchos votos. Después de estar en el Gobierno.

PNV y Bildu tendrían, pues, en su mano, vistos los resultados, la capacidad de iniciar un proceso soberanista como el que se ha puesto en marcha en Catalunya. No parece que vaya a ser así, y en ello la responsabilidad del Partido Nacionalista Vasco es la principal. El PNV ha ganado con comodidad y tiene todo el derecho a plantear sus soluciones a la sociedad vasca. Y la izquierda abertzale debe decidir si se acomoda en una oposición dura o si abre escenarios que no mañana, pero tal vez dentro de unos años podrían abrir la puerta a un proceso donde todos los abertzales puedan caminar juntos.

EH Bildu ha conseguido un resultado magnífico. Prácticamente el mejor de la historia de la izquierda abertzale, solo superado por el reciente resultado de Amaiur. Y este también es un dato que nadie puede obviar y que sitúa sobre la mesa la necesidad de avanzar en el proceso de paz. 276.000 votos son un contraste enorme con la prisión absurda que vive Arnaldo Otegi y con el mantenimiento de una política penitenciaria que solo se justifica desde la misma obcecación que consiguió falsificar la realidad del Parlamento de Gasteiz durante unos años. Solo durante unos años.