ANÁLISIS | ELECCIONES EN ARABA, BIZKAIA Y GIPUZKOA
Un Parlamento abertzale que deja las manos libres a Urkullu
En clave nacional, los resultados de ayer configuran el Parlamento más abertzale, lo que abre una puerta a liderar importantes cambios. En el ámbito de la gobernabilidad, el reparto le ha salido redondo a Iñigo Urkullu para tener las manos libres. Y en el terreno interno, el presidente del EBB no ha conseguido superar ninguna cifra de la era Ibarretxe.
Iñaki IRIONDO
Madrid puede ya ir echando cuentas: dos de cada tres parlamentarios de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa son abertzales. Casi la mitad de estos, abiertamente independentistas. Los otros, llevan la independencia en su programa. En palabras del PP, «Sr. Rajoy, `ellos' han ganado por goleada». Y el factor desequilibrante de este resultado es la histórica aparición de EH Bildu en el Parlamento de Gasteiz con nada menos que 21 escaños. Más de los previstos antes de que entraran en juego las encuestas, como se puede comprobar si se hace un análisis de la composición de las candidaturas de la coalición. Porque el PNV, el gran triunfador de la noche, mantiene sus votos por debajo de los resultados de hace cuatro años.
En cuanto al partido que ha ostentado -detentado se debería decir con mayor precisión- el Gobierno de Lakua durante los últimos años, se ha dado una costalada tremenda. El PSE ha perdido prácticamente una tercera parte de sus apoyos de 2003. Probablemente ha pagado el haber traicionado su palabra de no pactar con el PP, lo que le ha llevado a gobernar con una suma artificial, trucada por el apartheid, y en contra del sentir de la mayoría de la ciudadanía vasca. El requiebro de última hora, de tratar de presentarse como el freno a los recortes de Rajoy, no le ha funcionado porque quedaba en la memoria lo permeable que fue a los recortes de Zapatero. El PP no lleva gobernando en el Estado español desde que empezó la crisis. Fue el PSOE el primero que sacó la guadaña y quien cambió la Constitución para que el rescate de los bancos sea más importante que la salud, la educación y el bienestar de las personas.
La estrategia del miedo que, con escasa elegancia y menor sutileza, ha centrado la campaña del PP no le ha dado frutos. Ha perdido votos y posiciones con respecto a 2009, pero también, y muchísimos, si se atiende a los 210.797 que sumó hace once meses en los comicios que llevaron a Rajoy a la Moncloa. Lo que no ha cambiado es que entonces fueron la cuarta fuerza y ahora también.
La entrada de EH Bildu con 21 escaños en el Parlamento de Gasteiz es un hecho que, visto con imparcialidad y frialdad -pongamos que estuviéramos analizando resultados noruegos-, resulta extraordinario. Una coalición formada por un partido que tenía cuatro escaños y otro que tenía uno, aliados con una fuerza que nunca se ha medido en las urnas, y con un formación que durante los últimos diez años ha estado ilegalizada, perseguida, sus dirigentes encarcelados, sus cuentas bloqueadas, sus sedes cerradas... obtiene casi la tercera parte de todos los escaños.
Pero hay más. EH Bildu es una fuerza con una trayectoria ascendente en Araba y en Bizkaia, donde ha superado los históricos resultados obtenidos por Amaiur hace once meses. En Gipuzkoa, precisamente allí donde gobierna, habrá de afinar su estrategia. Mantiene la confianza del 88% de quienes votaron a Amaiur, pero el PNV le pisa los talones recuperando en este herrialde el voto que tuvo en las anteriores autonómicas. Un estudio posterior determinará cuáles han sido los corrimientos de voto entre candidaturas, para que el voto independentista de izquierdas crezca en el herrialde con respecto a 2009, el PNV se mantenga, el PSE caiga por el precipicio y el PP casi iguale sus anteriores números.
El equipo que lidera Laura Mintegi tiene mucho que decir en el próximo Parlamento de Gasteiz, donde nunca se ha visto un grupo tan amplio de independentistas de izquierda.
También Iñigo Urkullu tenía ayer motivos para estar contento, no solo por su victoria, sino porque el reparto de escaños le deja todo el campo de juego abierto. Una de las cuestiones que se dilucidaban en las elecciones de ayer era ver si las fuerzas teóricamente de izquierdas, las que están defendiendo, por ejemplo, cambiar el modelo fiscal, conseguían sumar más escaños que PNV y PP, lo que hubiera obligado a los jeltzales a tentarse la ropa antes de optar por gobernar en solitario, porque podía haberse encontrado con una mayoría social que le obligara a ir por donde no quisiera. El suicidio de las distintas facciones de Izquierda Unida, se llamen como se llamen, y los números de EH Bildu y el PSE han dejado este polo en 37 escaños. Los mismos que tienen PNV y PP. El outsider UPyD cuenta poco en todo esto.
Con este reparto de escaños, Iñigo Urkullu va a obtener, en primer lugar, una investidura sin problemas. Nadie lo puede impedir, ni en el hipotético caso de que la locura se hubiera apoderado definitivamente de las mentes del PSE y trataran de reeditar el pacto con el PP y añadir el voto de UPyD. Entre los tres, tienen los mismos escaños que el ganador.
De esta forma, con Ajuria Enea asegurada, Urkullu puede, sin duda, jugar a la «geometría variable» en lo que respecta a la gobernabilidad, pactando los presupuestos y las leyes con unos y con otros, en función de su contenidos e intenciones.
Pero con la mirada puesta en Euskal Herria y su futuro, y a pesar de las urgencias de la crisis, no puede dejar de ver esa histórica mayoría abertzale, con casi dos de cada tres parlamentarios.
Ahora habrá que ver qué guarda Iñigo Urkullu en el cuaderno que tiene escondido en su domicilio y que dice no haber enseñado a nadie, y en el que tiene apuntados los nombres de las personas a las que va a ofrecer acompañarle en el Gobierno.
Los miembros del Ejecutivo de Patxi López que en los últimos días han estado transmitiendo que continuarían en cargos de gobierno deberán repensar su futuro, porque no parece que el PNV tenga ninguna necesidad de buscar apoyo en ellos para formar una coalición.
Quiere esto decir que el PSE, con la pérdida de prácticamente la tercera parte de sus votos, tendrá que replantearse su futuro, al igual que lo hará Patxi López. No parece probable que el todavía lehendakari vaya a quedarse en Gasteiz a liderar el tercer grupo parlamentario. López es el secretario de Relaciones Políticas del PSOE, un puesto creado en el último congreso para tenerlo en la Ejecutiva Federal del partido.
Obsérvese la diferencia de llamarse Patxi con tx o Pachi con ch. Patxi López ha perdido la tercera parte de sus votos. Pachi Vázquez también ha pasado de tener el 30% de los votos en las elecciones gallegas al 20%. Pues bien, Pachi Vázquez ha puesto su cargo a disposición del partido, que es lo que se hace cuando se sufre un varapalo de esta magnitud. Por contra, Patxi López no ha hecho nada de eso, sino que, lo que es peor, incomprensiblemente hay miembros del PSOE que lo postulan para las más altas responsabilidades en el partido, en la convicción de que puede ser el salvador del naufragio.
En todo caso, parece darse por seguro que el futuro de Patxi López estará en Madrid, lo que obligará al PSE a redefinir su estructura interna, probablemente en un congreso extraordinario. Resulta evidente que gobernar en contra de la voluntad mayoritaria de la ciudadanía vasca no le ha sentado nada bien.
Y a su socio de aventura tampoco le ha ido mucho mejor. Es cierto que su hemorragia no es tan fuerte, pero nadie debe olvidar que el partido que gobierna en el Estado español es la cuarta fuerza en la CAV. De hecho, los dos grandes partidos españoles que se alternan en Madrid ocupan aquí la tercera y cuarta posición. Es más, sumando los dos, tienen menos escaños que el PNV en solitario.
Al PP le ha pesado mucho la gestión de la crisis que está haciendo Mariano Rajoy, pero también su incapacidad de conectar con el sentir de la ciudadanía vasca. No basta decir «somos más del 51%» de la sociedad cuando luego te quedas en el 7,55% del censo. Después de que ETA declarara hace un año el fin de la lucha armada, el PP se ha paralizado y anclado en las recetas de la derecha más extrema, lo que no resulta nada rentable en esta tierra.
En este sentido, los miedos que mostraba por UPyD han resultado infundados. El partido de Rosa Díez y Gorka Maneiro ha sido incapaz de rentabilizar los problemas que el PP ha podido tener con un sector de las víctimas de ETA, ni siquiera el descontento de los afectados por los recortes. UPyD revalida su escaño por Araba, pero lo hace con menos votos y menor porcentaje que en 2009. Una tendencia que se repite en el conjunto de la Comunidad.
A Gorka Maneiro le ha quedado la curiosidad numérica de ser el parlamentario que puede romper el empate que se da entre las derechas y las izquierdas. Sin embargo, lo extravagante de muchas de sus posiciones políticas hace que UPyD sea casi siempre irrelevante como fiel de la balanza.
Entre tanto, Ezker Batua-Izquierda Unida ha escenificado a la perfección su suicidio político. La escisión, el juego sucio, la confusión de siglas y las decisiones de la Junta Electoral le han llevado a su desaparición de un Parlamento en el que llegaron a tener seis escaños. Ezker Anitza podrá tener el prurito de haber sido la más apoyada de ambas partes. Pero, al final, el resultado ha sido cero.
Mientras unas izquierdas jugaban al cainismo de los 80, otras tuvieron visión y repiten la campanada electoral.